Un fantasma que vivo, se codeó con los mejores
La Dra. Nydia Palacios Vivas, una de las ex profesoras del René Schick, recibe un reconocimiento del poeta Ernesto Cardenal.
* Esplendor y ocaso del Instituto Nacional Dr. René Schick Gutiérrez, golpeado al igual que Managua por el terremoto y la revolución
Oscar Merlo
“El instituto fantasma”, tituló La Prensa un reciente reportaje sobre la ruina en que está convertido el que fuera el Instituto Nacional Dr. René Schick Gutiérrez, uno de los centros de enseñanza más viejos de la capital.
Hay pocos datos sobre su origen, que se ubica en los años 60, gracias al esfuerzo de la excelente educadora Miriam Sandoval de Sandoval.
A inicios de los años 70 éramos la “cenicienta” de los pujantes institutos públicos de educación secundaria que se disputaban la supremacía en la vieja Managua. Hasta 1971 el René Schick estuvo frente al extinto Monte de Piedad y a inicios de 1972 se trasladó esquina opuesta a la Lotería Nacional, donde la vetusta casona de talquezal fue abatida por el gran sismo.
Anduvimos posando
En 1973, “terremoteados”, estuvimos posando en el Centro Escolar de la Colonia Nicarao. Al año siguiente nos pasamos a otro hogar provisional ubicado en la Colonia 1º de Mayo, al sureste de la capital.
En el 73, fue gratificante ver que muchos de los estudiantes del Segundo A, incluso los que vivían en los barrios del sector occidental de la capital, aparecieron vivos, confundidos por la lejanía, pero alegres por el reencuentro.
Los que no volvieron
Recuerdo a algunos de los que no volvieron porque se cambiaron de instituto o porque quizás perecieron en el derrumbe de la ciudad, entre ellos el “Chino” Wong; “Vitola”; la ahora actriz Eveling Martínez, quien por ser un poco mayor tenía dispensado llegar sin uniforme; un muchacho de apellido Solórzano, a quien ante su gran consternación le decían “Merecumbé”; el “Indio” Olivas, que sonreía ante cualquier nimiedad con inmenso regocijo, mostrando un enorme diente de oro.
Tampoco regresaron Léster Solís, un condiscípulo con quien armamos algunas “perreras” de béisbol y que hoy es socio fundador de la empresa Coirsa; Aldo Chavarría, de la Máximo Jerez, muerto en combate con la guardia somocista y cuyo nombre lleva actualmente un centro de rehabilitación, y Francisco Sarria, durante varios años diputado de Camino Cristiano, entre otros.
La primera piedra
A mediados de 1972, la licenciada Miriam Sandoval convocó a educandos y profesores para ir a poner la primera piedra de lo que fue nuestro soñado instituto. Fuimos un sábado a un todavía montoso y accidentado predio ubicado en el barrio Riguero.
Fue el último gran encuentro que tuvimos. Ahí estaba todo el chavalero retozando entre piedras, bolsas, botellas y otros desperdicios del terreno baldío, alegres porque pensábamos –ante el discurso de doña Miriam-, que todavía tendríamos tiempo de ver el moderno edificio en ciernes.
Dos fenómenos, uno natural, -el terremoto-, y otro social, -la revolución-, trastocaron aquel hermoso proyecto educativo. El Instituto Nacional Dr. René Schick Gutiérrez estuvo en la 1º de Mayo hasta 1976. Al año siguiente se pasó al moderno edificio de dos plantas en el Riguero.
Los “gallopinto”
Tuvo efectivamente, como plantea la periodista de La Prensa, los mejores laboratorios del país –los de mi generación salimos en 1975-, pero quedaron ahí los hermanos menores. Llegó a ser el único con planta eléctrica y ya escupía en rueda junto al Goyena, el Maestro Gabriel, el Modesto Armijo y otros a los que dejó “regados” con su renacimiento.
Todavía existía el uniforme de las chavalas, en particular la falda con fondo rojo donde sobresalían pequeños cuadros verdes, amarillos y negros, que hizo que el René Schick se ganara el mote de “gallopinto”, a como el Maestro Gabriel era “guacamol”, el Modesto Armijo “café con leche” y el Ramírez Goyena “roba gallinas”, aunque en este último caso no era por la vestimenta sino por las iniciales RG.
Cambio a “Elvis Díaz”
El René Schick pasó a llamarse “Elvis Díaz” a partir de 1979, cuando poco antes de la insurrección contra el régimen de Somoza, Díaz, estudiante de ese instituto, cayó en una refriega cerca de la Colonia Nicarao cuando junto a otros cipotes emboscó a una patrulla de la Guardia Nacional.
Fueron sus enardecidos compañeros los que impusieron el cambio de nombre. Hasta ahí llegó el Instituto Nacional Dr. René Schick Gutiérrez, cerrándose un capítulo del que sin mucha bulla llegó a ser uno de los mejores centros de estudios del país.
Nosotros nos dimos el taco de tener entre nuestros profesores a la hoy Dra. Nydia Palacios Vivas, miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua; Blanca Rosa Galarza, actual vicerrectora de la Upoli; Julio Vargas, Miriam Sandoval, Róger Domínguez y Carlos Marín, entre otros. La mayoría eran a la vez catedráticos de la UNAN-Managua.
Maniqueos y mesiánicos
Algunos directivos del René Schick eran declarados somocistas y rechazaron las manifestaciones de los estudiantes que éramos simpatizantes de la lucha del FSLN. Pero siempre, incluso en la época más dura de la represión de la soldadesca dinástica, la directora Miriam Sandoval defendió a sus estudiantes a costa de su propia integridad física.
Esa rectitud no la volvimos a ver nunca tras la polarización de la sociedad nicaragüense después de la revolución que dio al traste con el régimen dictatorial. Nos convertimos en dos bandos maniqueos y mesiánicos, cada uno de los cuales considera satánico al otro, y se ve a sí mismo como el enviado de Dios para salvarnos.