Los árboles de la vida…
Desde niño me han enseñado que los árboles son esenciales para la vida, que son los pulmones que crean y sustentan el oxígeno, vital elemento, esencial para el desarrollo y mantenimiento de la vida como la conocemos sobre el planeta.
De hecho, las concentraciones boscosas conocidas, siempre nos referimos a ellas como los pulmones de la civilización.
Por otra parte… las raíces profundas de los árboles, son las que unen y consolidan la tierra; cuando los árboles desaparecen, comienza la desertificación, el polvo, las grietas y por ende, desaparece la vida.
Hay árboles, que en su enhiesto desarrollo, se convierten en monumentos gigantes, enjaezando bosques y selvas, mostrando al mundo su belleza, su potencia y su fortaleza, aguantando los embates del tiempo en su majestuosidad. Ceibas y guanacastes, monumentos vivos.
En algunos, las nieves del tiempo agrietan su corteza, horadando huecos, huecos que se convierten en fuentes de vida, anidando lapas, tucanes, loras, ardillas, y todo tipo de animales.
A como sea, son el centro de convenciones de monos, aves de todo tipo, ardillas, y cuanto animal gusta de vivir en su fronda, sus ramas, su interior o en su sombra.
Es realmente bello ver cuando los árboles revientan en flores, rojas, amarillas, rosadas o de otros colores, creando paisajes y cuadros de increíble vida y color.
Por si fuera poco… muchos árboles nos dan frutos, semillas o bayas comestibles, de gran sabor y propiedades nutritivas.
Además, cuando la maldad del hombre hiende con su hacha su carne, quitándoles la vida, todavía, en su magnanimidad, nos dan papel, madera, carbón, leña, abrigo y con ellos construimos nuestras casa, muebles y enseres.
¡Estos son los árboles de la vida!
Cuando veo esos adefesios monstruosos de toneladas de metal retorcido y muerto, sin raíces, sin hojas, sin vida, con gastos profanos e indecentes de energía eléctrica, siento que se están burlando de todos nosotros.
(*) Presidente Fundación A.Mar.Te.
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Cel.: 88521488 (Claro)