Canal de Panamá vs. Nicaragua: La liebre y la tortuga

Álvaro Naranjo
La Prensa, Panamá

El excanciller Fernando Núñez Fábrega le respondió a BBC mundo en junio de 2013 que “es más fácil llegar a la Luna a que se construya un canal en Nicaragua”.

Así mismo, el actual administrador del Canal, Jorge Luis Quijano, y distintos miembros del gobierno han dicho que no ven viable la construcción de tal canal. Aunque hay muchos argumentos válidos para que esto sea así, no hay que subestimar una idea que cada vez cobra más fuerza.

Nuestras autoridades resaltan que este canal mide más de tres veces que el nuestro: 80 kilómetros versus más de 230 kilómetros. Esto implica que excavando podrían llevarse más de 10 años. Asimismo, hablan de que la inversión es de $60,000 millones, cifra al menos 10 veces superior a la ampliación en curso de nuestro canal. Considero que si hay alguien en el mundo con la capacidad económica para llevar esto a cabo son los chinos.

Hoy en día ya se adjudicó la concesión, la Asamblea nicaragüense aprobó su construcción y actualmente se encuentra en etapa de estudios ambientales para comenzar a principios de 2015.

Se ha anunciado que además estarán desarrollando dos puertos, una zona libre, un aeropuerto y una pequeña ciudadela. La competencia, por tanto, sería no solo en el canal, sino que también en lo que en Panamá llamamos centro multimodal.

Los intereses geopolíticos de países como China, Venezuela, Rusia, etc. no son un secreto.

A través de este canal podrían transitar con mayor facilidad sus propios buques. Estoy seguro de que el presidente Nicolás Maduro preferiría enviar sus buques petroleros a China a través de un canal controlado por su amigo sandinista Daniel Ortega, a uno controlado por Juan Carlos Varela.

Hablando con distintos líderes del sector logístico de Panamá, la construcción de este canal no debe ser vista como un peligro inminente, sino más bien como una invitación a prepararse para el futuro. No se trata de lo que va a pasar en este gobierno o en el próximo. Se trata de ver qué va a pasar en los próximos 30 años. Ellos sugieren que se debe trazar una línea de trabajo en conjunto entre el gobierno y sector privado que ponga el principal activo del país por encima de cualquier interés político o individual.

Es impredecible saber si este proyecto se va a concretar o no, pero lo importante es que no nos vaya a pasar como la fábula de la liebre y la tortuga.

Panamá no puede desconocer que un proyecto de tal envergadura es posible, y debemos estar a la vanguardia si queremos seguir siendo protagonistas en el desarrollo de América Latina.