Ahora son ahorcadores de perros…
Dr. Enrique Rimbaud
Con la aparición de un perro muerto a golpes, torturado y colgado de un árbol en el barrio José Dolores Estrada, la sociedad ha despertado nuevamente al horror de los asesinatos de animales.
El tema no es nuevo, aunque sí es nueva la modalidad… todo comenzó con una denuncia sobre cinco animales que amanecieran colgados en Jinotepe difundida en el fin de semana… acá hubo sustancialmente dos errores, propios de la prisa en difundir de las mismas redes, el hecho en sí, no ocurrió en el fin de semana, sino hace varias semanas en la localidad de Guisquiliapa, comunidad rural de Jinotepe… por otro, la foto que difundieran no era del mismo hecho, sino de un hecho similar acaecido en Calamonte, España, en noviembre del año pasado…
Sin embargo, el día de ayer, el Diario Hoy difundió un hecho fresco, un perro que apareció colgado acá mismo en Managua…
Como extremos opuestos, hace poco más de un año tuvimos el caso nunca resuelto de los perros asesinados por flechas en la Carretera Sur. Y hace relativamente poco, el caso de los gatos envenenados en Batahola Norte.
Debemos analizar todos estos hechos para ubicar a que nos enfrentamos…
Los crímenes de la Carretera Sur, por un lado, fueron en un barrio determinado, conocido por el alto poder adquisitivo de sus habitantes, realizado mediante flechas de ballesta, lo que implica disponibilidad económica superior de los criminales, y se mató un animal por día, en días diferentes… de alguna manera, posiciona a los criminales y a sus objetivos víctimas como personas pudientes sin problemas económicos… el único daño que recibieron las víctimas fue el flechazo, que en la mayoría de los casos generó una muerte instantánea…
La muerte de los gatos en Batahola Norte fue masiva, instantánea, con gran sufrimiento por parte de los animales por los efectos del veneno, agonizando durante horas, reflejando ira y saña por parte del/los criminales, y el uso de un método cobarde que dificulta que la gente lo vea o identifique con el hecho, simplemente pasar por las casas arrojando el veneno…
Muchas veces los envenenadores responden a otros intereses criminales, como lo fue la banda de los mataperros de Nejapa, que la Policía sí descubrió, identificó y procesó, que envenenaban los perros para luego allanar y robar las casas o viviendas.
Los perros colgados en Guisquiliapa, localidad lejana de Managua, comunidad rural de Jinotepe, marcan una gran diferencia en la concepción mantenida de que generalmente los casos de maltrato animal se dan más frecuentemente en las capitales departamentales que en las comunidades rurales… tienen más el aspecto de venganza o revancha contra alguien que otra cosa, aparecen al mismo tiempo, simultáneamente, debiendo evidenciar que esto exige bastante trabajo por parte de los criminales, que cometieron estos horripilantes crímenes sin preocuparse que alguien los viera o denunciara… matar cinco animales, colocarles una soga al cuello y colgarlos, lleva bastante tiempo… la similitud con el caso de España… ¿casualidad? ¿O son cibernautas que leyeron la noticia y decidieron imitarlo?
Ya el perro que apareció en Managua, enseguida de que las primeras denuncias sobre el caso de Jinotepe fueron divulgadas, propone claramente que, o es un imitador, o se trata del mismo criminal de Jinotepe que se desplazó hasta Managua. Pero el escaso intervalo de tiempo transcurrido llama poderosamente la atención.
Por todo y todo debemos tener claro que en una época en que nuestra sociedad se encuentra alienada y desquiciada, donde niños y jóvenes pueden sufrir de abuso infantil, acoso escolar, bullying, cyberbullying y todo tipo de agresiones que no se conocían cuando éramos jóvenes, estos abusos o acosos desencadenan lo que se llama en los investigadores la Tríada de McDonald.
Esta tríada se evidencia primero con la provocación de pequeños incendios o accidentes con fuego, el niño o joven se orinan en la cama o encima y comienzan a mutilar, torturar o matar animales… luego, completado el proceso sicológico, continúan con un ascenso en la criminalidad, en la peligrosidad, convirtiéndose en azotes para la sociedad civil, al transformarse en asesinos o violadores seriales.
¿Qué tenemos que esperar ahora?
Evidentemente, mientras la Policía no esclarezca los crímenes y no haya procesamientos judiciales con las más grandes penas y condenas a los culpables, a todos aquellos que se les ha pasado por la cabeza cometer un crimen de esta categoría lo harán, porque hay impunidad.
Ni siquiera precisan publicar algo o enviar una carta, las propias redes sociales se encargan de difundir viralmente sus crímenes alimentando su ego, pero por otro lado, las mismas redes sociales presionan para que de alguna manera, la misma sociedad identifique a los culpables.
Las redes van madurando, y visto que anteriormente no hubo resultados, ya hay gente que está ofreciendo recompensas económicas a quien proporcione información, hecho sumamente positivo porque estimula a la gente a averiguar, participar, encontrar, descubrir.
Evidentemente, hablamos de tres grupos de personas diferentes, los flecheros, los envenenadores y los colgadores, no hay señas de que puedan ser los mismos o cruzarse, métodos, barrios y locaciones diferentes, firmas diferentes…
Una gran tarea en manos de la Policía Nacional, con una sociedad civil expectante, temerosa, que exige justicia, que exige ver culpables y que los procesen.
Si la Policía no hace nada, otros psicópatas saldrán quién sabe con qué locura a seguir matando animales hoy a la sombra de la impunidad, para luego matar personas. Podemos impedirlo. Siempre y cuando Policía y sociedad trabajen juntos compartiendo información y responsabilidades.
Esperemos que todo pare acá… aunque no lo creo.
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