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Un militar y un surfista de EU llevan agua al Caribe

Niños de la comunidad de Rama Cay, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, ayudan a cargar los baldes que forman parte de los filtros de agua para llevar agua potable a su comunidad. (Foto: OSC-Nicaragua).

Niños de la comunidad de Rama Cay, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Sur de Nicaragua, ayudan a cargar los baldes que forman parte de los filtros de agua para llevar agua potable a su comunidad. (Foto: OSC-Nicaragua).

Claudia Sánchez-Bustamante*

Entre los miles de integrantes de fuerzas militares multinacionales, cooperantes y voluntarios que inundaron Haití tras el terremoto de 2010 para brindar ayuda humanitaria, hubo dos individuos que se conocieron por casualidad.

El teniente coronel del Ejército de Estados Unidos, Brian Woolworth, formaba parte de la misión de ayuda humanitaria de las Naciones Unidas y el surfista profesional Jon Rose, fundador de la organización sin fines de lucro Waves for Water, estaba trabajando con las Naciones Unidas para distribuir filtros de agua desde las bases militares a las comunidades afectadas.

Ambos estaban allí con el mismo propósito: llevar cualquier tipo de ayuda que pudieran a la devastada nación insular y sus habitantes, cientos de miles de personas que perdieron su hogar y quedaron a merced de la ayuda internacional que se les brindara en forma de alimentos, refugio y supervivencia básica. Si bien podría haber sido un encuentro ocasional en medio del caos, lo que sucedió después indica que definitivamente no lo fue.

“Colaboramos allí en algunos proyectos”, comentó Rose a Diálogo. “Dado que nuestro programa —destinado a brindar soluciones de agua potable a los países carenciados del mundo— es tan mensurable y concreto [el Tte. Cnel. Woolworth] estaba muy complacido con los resultados obtenidos”.

Cuando el Tte. Cnel. Woolworth fue destinado a Managua, Nicaragua, como jefe de la Oficina de Cooperación en Seguridad (OSC-N), se dio cuenta de que el agua potable podría ser una bendición para las comunidades remotas de la costa caribeña de Nicaragua, que forman parte de la región autónoma del país y que permanecen cultural y geográficamente apartadas del resto del territorio.

Además, según el Tte. Cnel. Woolworth, la costa caribeña de Nicaragua —llamada Región Autónoma del Caribe Sur (RACS) y Región Autónoma del Caribe Norte (RACN)— ha tenido una influencia gubernamental de limitada a mínima y constituye uno de los principales corredores internacionales del narcotráfico en Nicaragua. Las regiones están pobladas por comunidades de la etnia Garífuna que hablan la lengua garífuna y el creole, y parecen pertenecer a mundos completamente alejados del resto de Nicaragua.

Parte de las iniciativas del Comando Sur de EE.UU. (SOUTHCOM) para ayudar a países de Centro y Sudamérica y el Caribe, incluye compromisos de cooperación, tales como el Programa de Asistencia Humanitaria (HAP). A través del equipo militar de la embajada, el gobierno del país aliado, y organizaciones interagenciales y no-gubernamentales, el Comando Sur identifica las necesidades específicas de un país aliado determinado y trabaja en cooperación para brindar asistencia y auspiciar proyectos que beneficien a las comunidades locales.

“En este caso, teníamos el escenario perfecto para implementar un proyecto HAP y reunir los esfuerzos interagenciales nicaragüenses y estadounidenses en un emprendimiento conjunto de largo plazo con efectos duraderos… estamos cambiando las vidas de estas comunidades con algo tan simple y de bajo costo”, destacó el Jefe de la OSC-N. “Y el Comando Sur puede replicar esto en otros países aliados de la región”, añadió.

“[Waves for Water] ya estaba trabajando en la costa del Pacífico de Nicaragua cuando Brian fue asignado como Jefe de OSC-N en Managua, entonces ambos supimos que esta sería una gran oportunidad de colaborar nuevamente”, señaló Rose. “Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio occidental (después de Haití), por lo que sus necesidades son aparentemente inagotables, y el momento era el más oportuno. Él sabía que con nuestro programa podrían causar un verdadero impacto sólido y tangible”.

Los programas HAP no solamente financian los programas de ayuda identificados, sino que también ayudan a construir la capacidad de un país para administrarlos. En coordinación con el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación de Nicaragua, la OSC tiene planes de llevar a cabo el programa de filtros de agua mediante el asesoramiento, la implementación y el monitoreo de 23 comunidades en la región RACS y 12 comunidades en la región RACN —a las que se puede llegar solamente en unas pequeñas embarcaciones llamadas panga después de volar desde Managua a Bluefields— durante 2015 y 2016.

Los filtros de agua son muy simples, de bajo costo y autosostenibles. Con unas 8 pulgadas de largo y 2 pulgadas de diámetro, se los denomina filtros de membrana “punto de uso” de fibra hueca porque no se adosan a la línea de suministro de agua y pueden colocarse en un mesón en el hogar, la escuela o la clínica. La tecnología fue desarrollada para diálisis renal y consta de unos diminutos microtubos con forma de U que permiten el ingreso del agua en sus centros a través de pequeños poros.

“Los poros del filtro son tan diminutos (0,1 micrón absoluto) que ninguna bacteria de cólera, tifoidea o E. coli, protozoo o parásito puede atravesar la membrana”, explicó Hasy Gutiérrez, Gerente del Programa de la OSC-N. El filtro alcanza el mayor nivel de filtrado disponible en la actualidad, un 99,99999%, en tanto que mantiene un índice alto de flujo debido a la cantidad de tubos en cada filtro. Con una vida útil de 10 años o 1 millón de galones de agua por filtro, resulta evidente el potencial de cambio a largo plazo y las consecuencias para varias generaciones.

El filtro tiene un índice de flujo de aproximadamente 1 litro por minuto, por lo que tiene la capacidad de filtrar más de 1.000 litros diarios. Y no requiere nada más que la fuerza de gravedad, un balde de agua, una manguera adosada al filtro en un extremo y al agua en el otro, y voilá, miles de miembros de la comunidad de toda la costa nicaragüense tienen acceso al agua potable, y con ello, una oportunidad de contar con condiciones sanitarias mejores y más limpias, mejorando así la salud y la tasa de mortalidad, el nivel de educación y la calidad de vida.

“El agua es un elemento básico para la salud”, señaló Gutiérrez. “Los filtros [de Waves for Water] son aptos para filtrar la mayoría de las bacterias del agua que estas comunidades extraen de los pozos y de los sistemas de recolección de agua de lluvia, que ocasionan muchos trastornos estomacales y enfermedades que se contagian a través del agua”.

Entre 2014 y 2016, el equipo de la OSC-N y Waves for Water planea implementar filtros en unas 23 comunidades de la costa del Atlántico sur y 12 más en el Atlántico Norte. Hasta el momento, ya han enviado 868 filtros a diversas comunidades, entre ellas Monkey Point, Rama Cay, Bluefields, Haulover, Pearl Lagoon, Kakabila, Brown Bank, La Fe, San Vicente, Orinoco, Marshall Point y Tasbapauni.

“Tasbapauni es la comunidad más grande del área”, precisó Gutiérrez. “Hay 350 familias allí; Orinoco, más al norte, tiene 190 familias, y hemos provisto de un filtro a cada hogar, cada escuela y cada clínica o centro de salud en las comunidades que visitamos”.

George Martin Collins, líder comunitario de Brown Bank, dijo a Diálogo que ya habían notado una diferencia. “Hemos observado menos casos de diarrea en nuestros niños. Somos una comunidad muy pequeña de 180 personas, por lo que es una gran mejora para nosotros…El agua es una fuente de vida, y necesitamos agua potable para sobrevivir”.

Carla Jane, una maestra de la escuela comunitaria de Bluefields, concuerda. “Los filtros han sido muy útiles para nosotros; ayudaron a mejorar nuestra salud; hay menos diarrea. Ni siquiera tenemos un pozo. Obtenemos nuestra agua de pozo pidiendo prestado el pozo de nuestros vecinos, pero ahora tenemos agua potable. Simplemente es muy bueno, y estamos muy agradecidos por la ayuda”.

Saber que un pequeño filtro de plástico puede afectar positivamente la vida de tantas personas es un efecto tangible y mensurable, pero si ponemos los números en una ecuación, el impacto es mucho mayor: con US$3.000 (uno de los proyectos HAP de menor costo) se pueden comprar 40 baldes, 40 filtros, cubrir los costos operativos de su instalación, y causar un impacto en la vida de al menos 4.000 personas. Este programa es definitivamente una gota de agua significativa en el balde de los cambios positivos.
* Diálogo
Revista Militar Digital

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