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La Llorona se “lamenta” en México y Centroamérica

LloronaDaniel Urbino*

La Habana.- La Llorona, la Sucia, la carreta sin bueyes, la Tepesa, el padre sin cabeza o el Cadejo, son leyendas que recorren toda Centroamérica, tierra de fértiles tradiciones folclóricas.

La fusión de razas y civilizaciones en el suelo del istmo dejó como resultado una región rica en cuanto a diversidad cultural se refiere. Disímiles y prolíficos mitos y leyendas nacieron de la voz centroamericana como resultado de procesos autóctonos relacionados con la idiosincrasia, la moral, la geografía y el carácter cultural de cada zona.

Todo pueblo tiene su cédula de identidad en la cultura, es lo que hace particular y diferentes a cada uno de ellos, explica el antropólogo Carlos Borge.

La expresión gana validez en el área.

Por ejemplo, hay personajes folclóricos que muchas naciones comparten.

Amén de las variaciones o detalles con que cada uno enriqueció la historia, la Llorona trascendió las varias fronteras que conforman el istmo.

Según la tradición, esta figura popular encarna a una mujer que asesinó o perdió a sus hijos. “Afligida y trastornada, enloqueció. Así anduvo dando gritos, por eso le encajaron la Llorona”, describe Milagros Palma.

Su espíritu vaga, llorando y quejándose, por el sufrimiento. “Ahora las madres para contentar a los chavalitos que lloran por pura malacrianza, les dicen: Ahí viene la Llorona”.

Otra muy común en varios países centroamericanos es la leyenda de la Mona o el Mico Brujo.

Según cuentan, estas no eran más que mujeres o brujas que se convertían en grandes y temibles monos, los cuales se dedicaban a molestar, asustar y hasta a robar.

La historia costarricense de la carreta sin bueyes tiene también su parecido con la que en Nicaragua es conocida como la Nagua.

Dicen que en la noche esta carreta deambula sola por las calles de los pueblos donde, según cuentan, viven personas codiciosas y libertinas.

En el caso de la Nagua, es conducida por “una Muerte Quirina, envuelta en un sudario blanco, con su guadaña sobre el hombro izquierdo” y sale como a la una de la mañana, en las noches oscuras y tenebrosas, cuenta Enrique Peña en su libro sobre el folclor nica.

Al caminar hace un gran ruido; pareciera que rueda sobre un empedrado y que recibe golpes y sacudidas violentas a cada paso, relata.

Los que han tenido suficiente valor de asomarse por alguna ventana y verla pasar, han dicho que es una carreta desvencijada y floja, más grande que las corrientes, cubierta con una sábana blanca a manera de tolda, narra en su recopilación.

Para el escritor y periodista Paco Ignacio Taibo II, un mito es una construcción idealizada a partir de un hecho real, que se ha construido en una sociedad.

“En Centroamérica hay grandes tradiciones culturales que constituyen el sustrato de la diversidad cultural existente”, dice Borge en su estudio Cultura y Desarrollo en Centroamérica: el papel del antropólogo.

Mayas y aztecas, chibchas y caribes, y la cultura africana y española aportaron de manera sustancial y cada una -agregó- fue influenciada a su vez por muchas otras.

De igual forma, manglares, ríos, lagunas, valles, altiplanos, páramos, volcanes, bosques tropicales secos y húmedos, y una impresionante diversidad de flora y fauna, constituyen un ambiente ecológico inmenso que a su vez redunda en expresiones culturales diversas, describió Borge.

Estos “cuentos de caminos”, tesoros que nacieron hace años o siglos, y que se transmitieron por generaciones hasta hoy, no solo exponen, sino que crean “moralidad, ordenan, disciplinan y legitiman, ya que engloban valores culturales”, aseguró Anna María Fernández.

En su opinión, estos justifican acciones colectivas y describen modelos destinados a ser aprendidos, precisó en Protagonismo femenino en cuentos y leyendas de México y Centroamérica.

Sin embargo, ciertas realidades pueden tronchar el camino hasta ahora seguido por las tradiciones orales.

La globalización puede traer consecuencias desfavorables, entre ellas la falta de identidad de los pueblos y la pérdida de valores, advirtió Concepción Clará.

Por ello se hace necesario que los pueblos demanden mayores esfuerzos para el rescate de estas expresiones, opinó la secretaria general de la Coordinación Educativa y Cultural Centroamericana, María Eugenia Paniagua.

A su juicio es imperativo que los gobiernos tomen conciencia sobre la importancia de la cultura.

Cada país tiene su propia identidad por razones históricas. La política no pretende que todos seamos iguales, sino que nos podamos unir en absoluto respeto a la identidad de cada uno, a sus expresiones y sitios culturales, acotó.

Por el momento, y mientras espera que los fondos estatales para la protección de estas narraciones lleguen, la cultura popular arropa y protege a las insólitas leyendas y mitos de Centroamérica.

*Periodista de la Redacción Centroamérica y el Caribe de Prensa Latina.

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