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Constancia de la amistad de Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez

Darío y JiménezLa Casa Museo Zenobia-Juan Ramón Jiménez en Huelva, España, será durante este mes escenario de una muestra documental que pretende profundizar en la importante relación de amistad que mantuvieron durante toda su vida el Nobel y Rubén Darío, de cuya muerte se conmemora este año su centenario.

Los dos poetas, según ha informado la Fundación Juan Ramón Jiménez en un comunicado, “eran de carácter y condición muy diferentes, pues Darío se entregaba a los placeres mundanos, Juan Ramón los rehuía”.

Sin embargo, estas diferencias les acercaban, pues “Jiménez veía en Darío al gran artista y al hombre bueno y noble en sus aspiraciones y Darío descubrió en Jiménez, además del genio poético, un idealismo muy alto y una profunda humanidad que no todos habían advertido”.

Ahora, con motivo de dicha efeméride, y bajo el título “Cien años sin Rubén Darío”, la Casa Museo del Nobel muestra los documentos más desconocidos de la relación entre ambos.

Entre ellos las primeras cartas que se cruzaron, la revista Helios, donde colaboró Rubén Darío a instancias de Juan Ramón, el poema mecanografiado y anotado de Juan Ramón dedicado a su amigo cuando se enteró de su fallecimiento o algunos poemas del nicaragüense que conservaba Juan Ramón y que después donó a la Biblioteca del Congreso de Washington.

A estos documentos se suman los bocetos de su proyecto para reunir en un libro toda la documentación de su relación con Rubén Darío, así como algunos libros de Rubén Darío que conservaba Juan Ramón en su biblioteca.

Juan Ramón descubrió a Darío allá por 1889 a través de unas revistas que le envió el poeta Francisco Villaespesa, el mismo que, años después le enviara junto con el nicaragüense una tarjeta de Madrid invitándole a ir a la capital para alistarse en las filas de los jóvenes poetas para la gran causa modernista, que el Nobel aceptó.

Juan Ramón Jiménez tenía dieciocho años, Rubén Darío treinta y tres y desde aquel momento la amistad duraría hasta la muerte del segundo, y después se conservaría viva en la memoria de Juan Ramón, pues según testimonios, el de Moguer lo evocaba en muchas ocasiones, en charlas literarias y conversaciones.

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