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¿Cuáles enfermedades raras tenemos en Nicaragua?

zombie¿Tenemos enfermedades raras en Nicaragua? Y si las hay, ¿las conocemos? En diversas partes del mundo realizan anualmente varios congresos médicos en los que se abordan dichas patologías generalmente ignoradas por la mayoría de los mortales.

Y no solo los simples mortales, sino incluso destacados científicos de la medicina se quedan anonadados al toparse con males que rebasan los conocimientos adquiridos durante largos periodos de estudio.

Algunas enfermedades raras parecen extraídas de la ficción o de perturbadoras pesadillas, como el denominado Síndrome de Capgras o Mal de Capgras, que afecta el sentido de la identificación del paciente al punto de sostener que un ser cercano y querido fue sustituido o reemplazado por un impostor idéntico.

¿Y qué decir del síndrome de la boca ardiente o Glosodinia? Es tan rara que su origen es desconocido y quienes la sufren afirma que sienten una intensa sensación de ardor y quemazón en la lengua que persiste por largo tiempo. Se han registrado numerosos casos alrededor del mundo, sin embargo, no hay análisis que haya detectado anomalías en la lengua en ninguno de ellos y aún hoy, esta enfermedad es todo un misterio.

El síndrome del olor a pescado o Trimetilaminuria es otro extravagante desorden metabólico que provoca una falla en la producción de la enzima flavinmonooxigenasa 3 (FMO3) y que resulta en un olor a pescado muy intenso que se expele en el aliento, la orina y la transpiración. Aún no existe cura ni tratamiento para este desorden.

Dentro de las rarezas hay una que afecta a las pobres esposas y en Nicaragua nos parece haber identificado a algunas: el Síndrome del marido jubilado fue reconocido oficialmente apenas en 1991, en Japón. Se trata de una enfermedad psicosomática, estrechamente relacionada con el estrés y la depresión, en la que una mujer progresivamente muestra signos de una enfermedad física y cuadros depresivos cuando su marido llega o se aproxima a la jubilación o el retiro laboral. Se estima que hasta el 60% de la población japonesa femenina de la tercera edad padece este extraño síndrome.

Aunque a algunos les pueda sonar a chiste, existe también el Síndrome de la cabeza explosiva. Es una rarísima enfermedad descubierta en 1988 y que provoca intensos malestares en la cabeza del paciente. Según se ha registrado, quien la padece sufre episodios en los que escucha un sonido sumamente potente, como el de un estallido, asegurando que proviene del interior de su propia cabeza. No obstante, el paciente también menciona que el suceso no provoca dolor alguno. Tras estos episodios, que a veces pueden ocurrir varias veces en un determinado lapso de tiempo, el paciente presenta un ritmo cardíaco elevado, una profunda sensación de ansiedad, temor e impotencia.

Otra menudencia es el Delirio de Frégoli, un trastorno psíquico de tipo delirante y paranoico que se caracteriza por la extraviada creencia de que las personas en realidad son siempre un único sujeto que cambia su apariencia o se disfraza para parecer diferentes individuos.

El Síndrome del acento extranjero no es en este caso un intento mimético para ser aceptado o pasar desapercibido en una comunidad extraña, sino una condición médica muy curiosa, entre otras cosas, porque suele originarse tras sufrir una lesión cerebral grave o un accidente cerebrovascular. Quienes padecen la condición desarrollan lo que parecería ser un acento extranjero como efecto secundario a la lesión, tras una serie de fallas en la planificación de articulación y los procesos de coordinación, reflejados en el habla.

¿Conocen a alguien a quien una de las manos no le obedece? Si es así, están ante un caso de síndrome de la mano loca o extraña, un mal mental inquietante también conocido como síndrome del Dr. Strangelove en el cual una de las manos de quien la padece pareciera adquirir una personalidad propia y ajena, la capacidad de obrar por su cuenta.

Es un trastorno neurológico y aunque la descripción suena poco lógica, los síntomas en los pacientes siempre coinciden. En casos extremos, la mano termina significando un peligro para el paciente, provocando la autoflagelación. Se ha comprobado que la condición está directamente relacionada con el daño cerebral resultante de golpes, aneurismas o tumores.

Algunas señoritas quizás nos parezcan desaseadas, pero podría ser porque padecen de Urticaria acuagénica o alergia al agua, una afección descubierta hace poco y que se caracteriza por la reacción alérgica del cuerpo en contacto con el vital líquido.

Se evidencia por la aparición de manchas, bultos rojos y blancos en la piel, con una intensa comezón y ardor al hacer contacto directo con el agua. Además, curiosamente, esta rara enfermedad ocurre prácticamente solo en mujeres, apareciendo en la pubertad.

¿Y qué decir de aquellos que no se quejan ni ante la peor de las lesiones? Por supuesto que no súper héroes ni nada parecido, sino que padecen de Insensibilidad congénita al dolor, una condición médica en la cual la persona nace con la incapacidad de sentir dolor, su organismo es completamente funcional, pero no puede sentir el dolor. Obviamente, esto trae grandes problemas, pues es el dolor lo que nos advierte del peligro y nos ayuda a mantener nuestra seguridad e integridad física.

Esta condición se debe a una mutación genética en la síntesis de un tipo de canal de sodio en particular, el cual se encuentra en el sistema nervioso y en las neuronas, encargándose de transmitir, enviar y recibir el dolor en el sistema nervioso central. Usualmente, en los pocos casos que se han registrado de esta mutación, los pacientes han fallecido muy jóvenes por infecciones, ulceraciones y otras condiciones que se detectan demasiado tarde o incluso hasta por daños auto-infligidos.

Existen muchas enfermedades raras, pero la más extraña de todas es la Ilusión de Cotard o síndrome del zombie o muerto viviente, que consta de un avanzado desorden mental hipocondríaco tras el cual el paciente cree estar muerto, física y literalmente, con sus órganos en putrefacción, pero por alguna razón, aún consciente. Conciencia que también es momentánea, ya que por momentos, el paciente se mira en el espejo y no logra reconocer su rostro: ve un cadáver en su reflejo. Generalmente el paciente llega a creer que nunca podrá morir realmente, sino que será esta suerte de zombie por el resto de sus días. El síndrome de Cotard es una forma de psicosis delirante extrema.

Vale decir que las enfermedades antes anotadas y muchas otras no mencionadas aquí, son generalmente ignoradas por las grandes empresas farmacéuticas debido a que su cura o tratamiento no es rentable debido a que son pocas las personas que las padecen.

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