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Salvadoreños deportados de EU comienzan nueva vida en Nicaragua

Lizandro y Diego Claros Saravia.

Lizandro y Diego Claros Saravia.

El Diario de Hoy

* Uno de los jóvenes, quien es futbolista, no imaginaba que la beca para una universidad estadounidense diera paso para que a él y su hermano los retornaran al país. El caso fue retomado por la revista Sports Illustrated en un documental

La historia de los hermanos salvadoreños Lizandro y Diego Claros Saravia, quienes fueron deportados al país desde Estados Unidos, se conoció en agosto del 2017. Ahora ambos han comenzado una nueva etapa de su vida en Nicaragua, donde podrían analizar la posibilidad de jugar en la primera división de fútbol, según contaron a la revista Sports Illustrated.

Siete meses han pasado desde que los jóvenes fueron retornados a El Salvador, donde no lograron adaptarse tras separarse de sus padres y dos hermanos que dejaron en la nación del norte.

A Lizandro, un joven de 20 años y el menor de cuatro hermanos, su pasión por el fútbol en Estados Unidos le otorgó la oportunidad de sus sueños, una beca para sus estudios en Louisburg College, en Carolina del Norte. En Maryland entrenaba con el equipo de Bethesda Soccer Club.

Sin embargo, sus proyecciones fueron truncadas a finales de julio del año pasado cuando él junto a su hermano Diego fueron detenidos por oficiales del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) cuando presentó su carta de aceptación en el centro de estudios, según cuentan en un documental publicado por la revista deportiva.
Un tribunal de inmigración les había concedido quedarse temporalmente en el país del norte tras ser detectados que intentaron ingresar de forma irregular a Estados Unidos. Ellos no formaban parte del programa de Acción Diferida para Llegadas en la Infancia (DACA), pues este solo cubría a los que entraron antes del 2007 y el caso de ellos fue el 2009.

Como parte del proceso de su estadía, Lizandro informó sobre su beca al ICE, ya que él y su hermano tenían cita de control de rutina en dicha oficina de inmigración para el 16 de agosto de 2017, pero para ese entonces él debía estar en Carolina del Norte iniciando su temporada de estudios, por lo que los agentes federales adelantaron la diligencia.

“Pensé que era para no interrumpir mis estudios”, afirmó Lizandro a la revista. “Así que dijimos que sí… Nada había sucedido, así que pensamos que sería un día normal”.

No obstante, el 28 de julio que los hermanos se presentaron puntuales a la oficina migratoria quedaron detenidos.

“Esperamos como dos horas (en la oficina del ICE), y salieron (los agentes) y simplemente dijeron que no podían dejarnos ir, porque no podían dejarme ir a otro estado y dejar (a Diego)”, dijo Lizandro. “Si tuvieran que detenernos un día, sería más difícil para ellos”, agregó el joven a la revista.

El salvadoreño, preocupado por el futuro que les deparará la decisión de EE.UU., asegura que su ideal es mantener a su familia unida

Sin despedirse de su familia y amigos, el 2 de agosto, el gobierno de Donald Trump deportó a El Salvador a los hermanos Claros Saravia y una vez en el país centroamericano decepcionados por lo sucedido se trasladaron donde unos parientes en Usulután.

Sus padres y dos de sus hermanos que residen en Estados Unidos no comprenden aún el por qué de la decisión, pues aseguran que los jóvenes tenían un récord limpio, Lizandro estudiaba y Diego trabajaba como mecánico automotriz.

En un principio, Lizandro manifiesta que no lograba reponerse por el proceso que enfrentaron y se culpaba de que su hermano también haya alcanzado su retorno al país de origen.

“Siento que fue mi culpa porque envié la carta y yo era el que iba ir a la universidad”, detalló Lizandro en referencia a la beca que quiso mostrar al ICE durante un control de rutina.

En medio de la desilución que les invadía, una nueva oportunidad se les presentó a los dos jóvenes. Autoridades de una universidad estadounidense con sede en Nicaragua se enteró del caso y aceptó a los hermanos.

Lizandro y Diego estudian en Keiser University, donde los hermanos podrían analizar la posibilidad de jugar fútbol profesional en ese país centroamericano o en Colombia.

Su familia en Maryland “está feliz y emocionada” por la oportunidad que se les brindó en Nicaragua a los jóvenes ante la inseguridad que acecha a El Salvador. Aunque los hermanos Claros Saravia , tampoco se sentían listos para ir a Keiser, pues al menos en tierra cuscatleca tenían un ambiente familiar. En Nicaragua no sabían en qué nacionalidad definirse, argumentan.

La querella presentada ante un tribunal federal en Boston exige impedirle al gobierno eliminar el estatus de protección temporal para miles de inmigrantes salvadoreños y haitianos.

“No podríamos decir que éramos de EE. UU.”, comenta Diego. “No somos ciudadanos de los EE. UU., pero no podemos decir que somos de El Salvador porque ni siquiera conocemos el lugar”, añadió.

La travesía que han enfrentado los hermanos salvadoreños fue retomada por la revista Sports Illustrated en un documental de casi 12 minutos, donde aparecen en una entrevista los dos jóvenes, sus familiares en Estados Unidos y el entrenador de Lizandro.

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