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No existe un ‘gen homosexual’

homo* Un nuevo estudio con más de 470.000 personas concluye el comportamiento homosexual no está dictado por los genes.

Sarah Romero

Los genes influyen pero no determinan la orientación sexual. Es la principal conclusión de una investigación con casi medio millón de personas publicada en la revista Science y que representa el mayor estudio realizado hasta la fecha para averiguar el peso de los genes en la conducta sexual de cara a personas del mismo sexo.

Expuesto por primera vez en una conferencia de genética en 2018, el estudio encontró cinco variantes genéticas asociadas con tener una pareja sexual del mismo sexo, pero esas variantes, llamadas SNP, no predicen el comportamiento sexual de las personas, exponen los autores.

“No hay un gen gay que determine si alguien tiene parejas del mismo sexo”, aclara Andrea Ganna, genetista del Broad Institute of MIT y Harvard y la Universidad de Helsinki.

Los estudios familiares han sugerido que la genética representa aproximadamente el 32% de la heredabilidad del comportamiento homosexual; pero cada SNP, o polimorfismo de un solo nucleótido, tiene un efecto muy pequeño sobre si alguien ha tenido una pareja sexual del mismo sexo, según el nuevo trabajo.

Teniendo en cuenta todos los SNP medidos en el estudio, incluidos los que no se asociaron estadísticamente de manera significativa con el comportamiento del mismo sexo, explicaron solo del 8 al 25% de la heredabilidad del comportamiento del mismo sexo. Al considerar solo esos cinco SNP estadísticamente significativos, ese número cae a mucho menos del 1%.

Pero esas variantes podrían apuntar a procesos biológicos que están involucrados en la elección de parejas sexuales. Por ejemplo, una variante identificada en el estudio ha sido asociada con la calvicie de patrón masculino, y otra con la capacidad de oler ciertas sustancias químicas, que pueden afectar a la atracción sexual.

Dudas respecto a la investigación

Qazi Rahman, psicólogo e investigador de orientación sexual en el King’s College de Londres, que no participó en el estudio, tiene bastantes dudas con el estudio. “Debería estar realmente entusiasmado con esto”, dice. Pero “a pesar de ser un ferviente creyente en la base biológica de la sexualidad, este estudio me pareció problemático, y no estoy del todo seguro de lo que se encontró y si se sostiene”.

Rahman señala lo que él ve como inconsistencias en los datos y posibles sesgos en las personas que se ofrecieron como voluntarias para participar en el estudio. El estudio atrajo voluntarios de dos grandes bases de datos genéticas, el Biobanco del Reino Unido y la compañía de pruebas de ADN de consumidores 23andMe, y de tres estudios más pequeños. Los participantes respondieron cuestionarios sobre cuántas parejas sexuales de cada sexo habían tenido. Los clientes de 23andMe también respondieron a preguntas sobre atracción, identidad sexual y fantasías.

Pero solo el 5,5% de los participantes del Biobank del Reino Unido y aproximadamente el 1,5% de los clientes de 23andMe se unieron al estudio. Estas bajas tasas de participación podrían sesgar los resultados o señalar variantes genéticas que hacen que las personas sean más propensas a inscribirse en un estudio. “Lo que obtienes son influencias genéticas en la autoselección en un estudio, no influencias genéticas en el comportamiento del mismo sexo”, aclara Rahman.

El estudio no fue diseñado para abordar la orientación o identidad sexual, pero las mismas variantes asociadas con el comportamiento del mismo sexo también se asociaron en participantes de 23and Me con atracción, identidad sexual y fantasías. La pequeña contribución de la genética al comportamiento sexual está en línea con las contribuciones genéticas a otros comportamientos, como el nivel de educación.

Los autores no están en desacuerdo. El estudio subraya que los elementos de la biología y el medio ambiente pueden desempeñar un papel en la configuración del comportamiento sexual, dice Benjamin Neale, coautor del trabajo. Las influencias ambientales pueden incluir una variedad de factores de desarrollo, sociales y culturales que podrían afectar al comportamiento.

“Esperamos que nuestros resultados ayuden a reformular la manera en que se mide el comportamiento sexual y que se haga en colaboración con la comunidad LGTBQ y los grupos de interés”, concluye Andrea Ganna, líder del estudio.

Lo mismo opina J. Fah Sathirapongsasuti, biólogo computacional en 23andMe en Mountain View, California; que se muestra rotundo a este respecto: “solo porque no sea completamente genético o que tenga un componente ambiental, no significa que se trate de una opción”.

Fuente: Muy Interesante.

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