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Invalidación emocional, ¿qué es?

aa“No es para tanto”, “no deberías sentirte así” o “ya es hora de que pases página”. Son algunas frases comunes que pretenden aliviar el sufrimiento pero que en realidad resultan invalidantes. Cuando las personas significativas para nosotros no nos comprenden, sino que minimizan o incluso ignoran nuestros sentimientos, no solo nos niegan el apoyo emocional que necesitamos, sino que podemos llegar a sentirnos inadecuados e incluso llegar a dudar de la pertinencia de nuestras emociones.

La invalidación emocional es el acto de descartar, ignorar o rechazar los sentimientos, emociones y estados afectivos de una persona. Transmite el mensaje de que lo que siente no importa, es inadecuado o está fuera de lugar.

La invalidación emocional puede producirse de diferentes maneras. Algunas personas la utilizan intencionalmente para manipular a los demás ya que condicionan su cariño y atención a que el otro se someta. Otras invalidan emocionalmente a los demás sin darse cuenta.

De hecho, en muchas ocasiones la invalidación emocional es el resultado de un intento de animarnos. Frases como “no te preocupes”, “es hora de que lo superes”, “seguro no fue tan grave”, “estás exagerando”, “no veo ningún problema” o incluso “no deberías sentirse así” tienen buenas intenciones, pero en el fondo invalidan los sentimientos que está experimentando la otra persona.

Obviamente, no se trata de una buena estrategia para aliviar el sufrimiento del otro. Más bien todo lo contrario. Un estudio realizado en la Universidad de Harvard reveló que los estudiantes que eran invalidados después de expresar sus emociones ante una situación estresante se sentían peor y mostraban una reactividad fisiológica mayor.

También hay quienes llegan al extremo de culpar a la persona por sentirse de determinada manera. Frases como “eres demasiado sensible”, “te lo tomas todo demasiado a pecho” o “le das demasiada importancia” son ejemplos de invalidación emocional en los que quien busca comprensión y apoyo solo recibe crítica y rechazo.

Por supuesto, la invalidación emocional no se produce de manera verbal. La indiferencia ante el dolor o la preocupación del otro también es una forma de invalidar sus sentimientos. No prestar atención cuando una persona está hablando sobre un tema personal o restarle importancia con gestos o la actitud también es otra manera de invalidar sus emociones.
¿Por qué las personas invalidan los sentimientos de los demás?

La invalidación emocional se suele producir cuando expresamos nuestros sentimientos o hablamos sobre una experiencia. Eso significa que la mayoría de las personas invalidan porque no son capaces de procesar las emociones que el otro les está transmitiendo.

La validación emocional implica cierto grado de resonancia empática. Implica ser capaces de ponernos en el lugar del otro, entenderle y experimentar sus sentimientos. En muchas ocasiones, esos sentimientos pueden resultar demasiado abrumadores o simplemente desagradables, de manera que la persona los rechaza y, con ello, invalida a quien los experimenta.

De hecho, no podemos obviar que vivimos en una sociedad profundamente invalidante desde el punto de vista emocional en la que los estados afectivos incluso son considerados un “impedimento” mientras se venera la razón. En una sociedad que anima a pasar página rápidamente, en la que se rinde culto al hedonismo y se intenta esconder el sufrimiento porque genera demasiada desazón, no es extraño que muchas personas no sean capaces de gestionar sus propias emociones negativas y mucho menos puedan brindar validación emocional.

En otros casos, la invalidación se debe a que la persona está demasiado preocupada por sus problemas como para salir de su perspectiva y ponerse en el lugar del otro. Puede ser que realmente esa persona esté atravesando un momento complicado de la vida y esté tan agobiada que no pueda brindar validación emocional. O puede tratarse simplemente de personas demasiado egocéntricas como para tomarse el trabajo de procesar y empatizar las emociones ajenas.

La invalidación emocional suele generar confusión, dudas y desconfianza respecto a nuestras emociones. Si cuando expresamos lo que sentimos, una persona cercana y significativa nos dice que no debemos sentirlo, podemos comenzar a desconfiar de la validez de nuestras experiencias. Sin embargo, poner en duda nuestras emociones no hará que desaparezcan, tan solo nos dificultará su manejo asertivo.

De hecho, se ha apreciado que cuando la invalidación inhibe la expresión de emociones primarias como la tristeza, suele conducir a un aumento de emociones secundarias como la ira y la vergüenza. Un estudio realizado en la Universidad Estadounidense de Washington reveló que las personas que ya tienen dificultades para regular sus emociones, suelen reaccionar de manera más agresiva cuando no reciben validación emocional de la tristeza. Eso significa que la energía psicológica de una emoción se transfiere a otras.
La invalidación emocional puede contribuir a que una persona predispuesta termine desarrollando problemas de salud mental como la depresión o agravar sus síntomas. Cuando la invalidación proviene de nuestro círculo de confianza y es un patrón que se repite a lo largo del tiempo, aprenderemos a reprimir nuestros sentimientos, lo cual terminará afectándonos. También es probable que nos sintamos profundamente solos e incomprendidos. De hecho, un estudio realizado en la Universidad Estatal de Wayne reveló que la invalidación emocional de la pareja puede predecir la aparición de un cuadro depresivo.

La psicóloga Marsha M. Linehan considera que la invalidación emocional puede ser particularmente dañina para las personas emocionalmente vulnerables; o sea, aquellas que son más sensibles, reaccionan con mayor intensidad a los estímulos y les cuesta más recuperarse. En esos casos, que les digan que sus respuestas emocionales son incorrectas e inapropiadas puede causar una desregulación emocional.

De hecho, también se ha apreciado que quienes sufrieron invalidación emocional en su infancia son más propensos a padecer trastorno límite de personalidad, el cual se caracteriza por la impulsividad, labilidad emocional, sentimientos crónicos de vacío y problemas para gestionar las emociones. En los adolescentes, la invalidación emocional se ha relacionado con un riesgo mayor de autolesionarse.

Ante todo, debemos tener presente que las reacciones emocionales ante los eventos no son correctas o incorrectas. Lo que puede ser inapropiado es su expresión, pero no experimentarlas. Podemos controlar la expresión de las emociones, pero no podemos controlar lo que sentimos. Por tanto, no hay razón para condenar, ignorar o rechazar las emociones, sea cual sea su valencia.

Para validar las emociones de otra persona, primero necesitamos abrirnos a su experiencia. Eso significa estar dispuestos a escuchar de manera atenta y plenamente presentes. Debemos dejar de lado todas las distracciones e intentar conectar emocionalmente. También significa estar dispuestos a poner nuestros problemas a un lado durante unos momentos para experimentar empatía por la persona que tenemos delante.

Por último, implica utilizar un lenguaje más afirmativo y comprensivo en el que frases como “podría haber sido peor” desaparezca para dejar paso a “siento lo que te pasó”, decir “parece frustrante” en vez de “estás exagerando” o “¿qué puedo hacer para ayudarte” en lugar de “tienes que superarlo”.

La validación emocional es un arte que se aprende. Solo debemos ser pacientes y comprensivos.

Fuentes:

Adrian, M. et. Al. (2019) Parental Validation and Invalidation Predict Adolescent Self-Harm. Prof Psychol Res Pr; 49(4): 274–281.

Keng, S. & Sho, C. (2018) Association between childhood invalidation and borderline personality symptoms: self-construal and conformity as moderating factors. Borderline Personality Disorder and Emotion Dysregulation; 5: 19.

Leong, L. E. M., Cano, A. & Johansen, A. B. (2011) Sequential and base rate analysis of emotional validation and invalidation in chronic pain couples: Patient gender matters. The Journal of Pain; 12: 1140 –1148.

Fruzzetti, A. E. & Shenk, C. (2008) Fostering validating responses in families. Social Work in Mental Health; 6: 215–227.

Fruzzetti, A. E., Shenk, C. & Hoffman, P. D. (2005) Family interaction and the development of borderline personality disorder: A transactional model. Development and Psychopathology; 17: 1007–1030.

Linehan, M.M. (1993) Cognitive-behavioral treatment of borderline personality disorder. Nueva York: Guilford Press.

 

Fuente: Rincón de la Psicología

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