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Maras se mimetizan y migrantes se defienden

* Pandilleros en México ya dejaron de tatuarse y visten de paisanos para pasar desapercibidos, mientras que sus víctimas han empezado a enfrentarlos en grupo

La Mara, tal y como se conocía, ya no es la misma. Ahora andan sin tatuajes en el cuerpo y sin las lágrimas en sus mejillas, prueba gráfica por cada uno de sus asesinatos. El migrante hondureño, nicaragüense, salvadoreño o guatemalteco, puede ir confiado y cuando menos lo espere se verá enfrentado al mismo demonio.

Al igual que el resto de migrantes centroamericanos, los mareros viajan a bordo de La Bestia, donde atacan con sorpresa e impunidad sobre todo en los territorios de Chiapas y Oaxaca, donde operan a sus anchas, según El Imparcial.

Para el Coordinador Diocesano del Grupo de Movilidad Humana, Alejandro Solalinde, La Mara ha cambiado para pasar desapercibida y ganar territorio. Ya no “se exhiben pintados porque se evidencian, a lo mejor ya no traen lagrimas, pero sí siguen teniendo eso de lo que son Maras con toda su crueldad”, dijo.

Salvajismo extremo

Expuso que apenas hace una semana, un joven que viajaba en el ferrocarril procedente de Arriaga, Chiapas, fue detenido entre dos personas, lo detuvieron de los pies y lo estrellaron de arriba hacia abajo contra los rieles y lo mataron.

“Los migrantes que llegaron a esta ciudad pudieron ver cómo se convulsionaba, y luego como si nada, siguen viajando entre los migrantes, asaltando, robando y matando”, abundó.

Para el responsable del albergue de migrantes en esta ciudad el Istmo sigue siendo territorio de La Mara, sólo que se han organizado con la delincuencia organizada en México.

Brazo derecho de crimen organizado

“Yo le puedo decir que los Maras de ahora son como el brazo derecho de la delincuencia organizada en México, también algunos migrantes que no son delincuentes pero que orillados por la situación económica se han visto en la necesidad de aceptar la oferta de trabajo para ellos”, explicó.

El temor de La Mara ha sido siempre el problema central para los migrantes, cuya ruta hacia el norte se vuelve más peligrosa para ellos.

Víctimas reaccionan

Pero también los migrantes empiezan a cambiar. En la zona de la estación del ferrocarril se ven a diario grupos de indocumentados, ya no andan solos, temen por sus vidas. “Estamos hartos de La Mara, ya no estamos dispuestos a dejarnos, si nos buscan nos van a encontrar” es la advertencia de los migrantes centroamericanos.

Mientras unos deambulan por las calles pidiendo comida, otros esperan pacientes en las inmediaciones de la estación ferroviaria, hasta que el tren parta.

A la sombra de algunos árboles, sentados en las banquetas, aceptan hablar de La Mara a cambio de comida, mientras unos comen, otros empiezan a hablar.

Pese a temor, se defienden

“Ahora que veníamos de Chiapas en un lugar llamado Los Corazones, por Chahuites, el maquinista se paró y unos integrantes de la Mara Salvatrucha quisieron robarnos, pero no nos dejamos”, dijo Edgard Gómez. un joven de 23 años de origen hondureño.

Las historias de miedo por la presencia de los mareros se escuchan entre los centroamericanos que esperan ansiosos la partida del ferrocarril.

“Ya no nos vamos a dejar, ya nos dimos cuenta que cuando andamos solos, nos roban, nos golpean y hasta llegan a matar a nuestros hermanos, ahora estamos unidos y si nos quieren hacer algo, todos nos vamos a defender” advirtió Agustín un salvadoreño de 38 años.

Los grupos de La Mara 13 y la Mara 18 se pelean el control en el ferrocarril que viene de Chiapas, atraviesa Oaxaca y llega a Veracruz.

“Esos de La Mara 13 y la Mara 18 son del diablo, roban, matan, violan no tienen compasión, y ahora no solo en Chiapas es su territorio, también aquí en Oaxaca hay varios que han intentado asaltarnos, pero les echamos montón para que no nos hagan nada”, dice Luis, un joven guatemalteco.

Con el miedo en la piel

Las historias de quienes han caído bajo las ruedas de los rieles, van más allá de haberse quedados dormidos, fueron asesinados por La Mara.

Irving, un joven de Guatemala, vive de milagro, los mareros intentaron tirarlo del tren, pero corrió con suerte.

“A mí los de La Mara Salvatrucha estuvieron a punto de tirarme del tren, me salvé de puro milagro, me rompieron mi camisa, pero no me caí”, dijo.

En el mismo tren viajaba con otros migrantes que conoció en el camino, algunos de ellos no corrieron con suerte, los asaltaron los de La Mara.

“Ahora que veníamos vimos como acuchillaron a cuatro compas en Chiapas, cuando los vemos mejor corremos, porque si no ya sabemos que podemos morir”, dijo Alfredo Láinez, originario de San Pedro Sula, en Honduras.

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