Un país de trémulos ciudadanos
* El terremoto de 6.2 grados del jueves y el de 6.7 este viernes nos han cambiado la vida y no pareciera que entramos a las vacaciones de Semana Santa
Los nicaragüenses tienen actualmente un solo tema: los temblores que están ocurriendo en diferentes partes del país, y en particular los que se producen en la península de Chiltepe, donde se ubica el volcán Apoyeque disfrazado por una salobre laguna.
El sismo de 6.2 grados en la escala de Richter del jueves, disparó las alarmas de una generación que no había sentido una remecida tan fuerte, y despertó el reflejo dormido de los que sobrevivieron en la vieja Managua al terremoto de igual intensidad ocurrido en diciembre de 1972.
No se habla de otra cosa en los hogares, en las calles, mercados, centros comerciales, hospitales y centros de trabajo. Cuando las pláticas se dirigen en cualquier otro sentido, viene uno fuerte de los centenares de temblores que están ocurriendo a diario para recordarnos que estamos atravesando una situación excepcional.
Un inmenso temor unifica a todos los ciudadanos sin importar el color político, religioso o la clase social: la mayoría espera la ocurrencia de un gran terremoto que golpee a la capital que se apresta a recibir la Semana Santa.
Algunas de las frases de moda son: ¡Otro!, ¿lo sentiste?, ¡temblor!, ¡Dios mío!, ¡llamá a la casa! De inmediato, como guiados por una mano divina, todo el mundo se concentra en su celular. ¿Y los chavalos?, ¿Y mi mama?, ¿todos están bien? Las preguntas se atropellan lanzadas en cascada, muchas de ellas mientras la tierra sigue temblando.
¡Díganme si soy yo o es que está temblando!, soltó una dama atribulada por tanto sacudión, mientras esperaba en la consulta de una previsional de Managua este viernes.
Otra agarró su teléfono celular segundos después del sismo de las 2:29 de la tarde de este viernes, con epicentro en Rivas, y llamó a todos sus hijos: ¡No dejen sola a mi mama, no les dieron el día libre en la escuela para que anden vagando!
Hay personas que prácticamente andan con el “Credo en la boca” y musitan una oración mientras el suelo brinca y las casas se agitan en una secuencia que inevitablemente marea.
Otros que fingen no tener miedo, se delatan cuando hablan tartamudeando, a lo que se agrega la expresión lívida de sus rostros.
El país salió este viernes de vacaciones un poco antes de lo planeado debido a la emergencia decretada, pero no serán los días normales de un verano que desde semanas atrás nos agobia con el calor.
Muchos viajes al mar han sido abortados por temor a los maremotos o a que un terremoto los agarre lejos de sus casas.
Se espera que las procesiones y vía crucis tengan más acompañantes este año. Definitivamente somos otros en estos días, la naturaleza nos enseñó el músculo y estamos atontados. Sigamos en alerta.