Unas vacaciones diferentes en Nicaragua
* “… a pesar de lo absorbente del viaje y de haber descubierto un país fascinante lleno de personalidad y belleza, la experiencia que sobresalió (…) fue la de haber compartido con nuestros pequeños hermanos un pedazo de su cotidianidad, esa energía que pudimos sentir, (…) nos dan la certeza de que otro mundo para la humanidad es posible…”
Mercedes Torres
España
Todo estaba previsto para irnos a realizar un curso de inglés en Reino Unido, pero un golpe del azar, al investigar los precios de los billetes de avión para Nicaragua, nos decidió cambiar el destino. Mi hermana la pequeña estaba allí realizando un voluntariado en Nuestros Pequeños Hermanos™, y nos había comunicado su decisión de quedarse un año más, colaborando con esa ONG, no sabía si podría venir a Canarias a hacernos una visita y en caso de poder no sabía cuándo.
Así que a la vista de estos hechos decidimos comprarnos los billetes para Nicaragua. Mi hermana la mayor, mi compañero y yo cambiamos nuestros planes y empezamos a planificar el viaje a Nicaragua. Los tres somos profesores y disponíamos de tiempo suficiente para viajar con holgura y conocer de primera mano la experiencia que estaba disfrutando nuestra hermana.
Al llegar al aeropuerto mi hermana, junto a algunas pequeñas hermanas, nos esperaban con una pancarta de bienvenida, aunque mi compañero y yo no pudimos verlo, pues por razones de burocracia, no nos dejaron tomar el avión de Costa Rica a Managua, hasta un día más tarde, al llegar al hogar de NPH en Nicaragua, vimos el esmero y el cariño que las niñas habían puesto en realizar la pancarta para recibirnos. Nos alojaron en la casa de huéspedes que tienen en la finca, y así empezó nuestro contacto con la organización.
Estuvimos con ellos días intermitentes de nuestra estancia en el país, al principio estuvimos cinco días compartiendo con los niños de la casa de San Marcos y compartiendo con nuestra hermana, el resto de los voluntarios y trabajadores, la experiencia de trabajar con NPH en Nicaragua. Durante ese tiempo coincidimos con un grupo de canadienses que visitaban a NPH, realizando un viaje solidario con jóvenes de su país.
Almorzábamos y cenábamos con ellos, escuchábamos los diferentes proyectos que cada uno de los voluntarios estaba realizando en la organización y asistimos a la celebración de los 15 años.
Luego visitamos otros lugares del país y volvimos a pasar un día con ellos, donde intercambiamos impresiones sobre la situación económica y social de Nicaragua, con jóvenes de la organización que están cursando estudios universitarios.
Y finalmente, antes de nuestro regreso a Canarias, pasamos otros dos días en la organización, donde compartimos la experiencia de turismo solidario, realizada por un grupo proveniente de Estados Unidos, y donde nos despedimos de los niños de la casa de San Marcos con la celebración de una fiesta de despedida.
Al reflexionar sobre esta experiencia lo que más nos sorprendió fue el encontrarnos la antítesis de lo que uno cree que es una casa hogar, o por lo menos el concepto estereotipado del mismo. Al contrario, encontramos una comunidad, muy bien organizada, muy humana que brindaba a los niños la posibilidad, no sólo de obtener cobijo y alimento, sino también cariño y seguridad, dando la oportunidad, a través de su estancia en NPH, donde pueden cursar estudios, de desarrollar un proyecto de vida sólido, a niños y niñas que de partida no tenían opción a ello, y todo ello con unos escasos recursos proveniente de fondos de particulares solidarios, de la solidaridad de los nicaragüenses y de tantos otras personas anónimas que desde distintos puntos del extranjero, colaboran para que este proyecto sea posible, desde luego admirable e increíble.
Además de nuestra experiencia en NPH, también tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano a la Doctora María Teresa Ilari, de la Clínica Santo Domingo en Managua, con ella conocimos algo más de la terapia de agua marina que se está aplicando en este país, con fines preventivos y para paliar la desnutrición en determinados sectores de la población, nosotras mismas nos tratamos con esa terapia con muy buenos resultados, y nos sorprendió gratamente saber que en Nicaragua el gobierno contempla legalmente el derecho de los ciudadanos de elegir con que terapia tratarse sus enfermedades.
Por otro lado tuvimos la oportunidad de conocer el archipiélago de Solentiname, y de charlar con los cooperantes que la Diputación de Huelva envía para el desarrollo comunitario de este atractivo archipiélago. Aún de lo interesante del viaje, no estuvimos exentos de alguna experiencia desagradable, cuando en Managua, un grupo de gancheros nos robó en un autobús de ruta, en el tránsito de una estación de buses a otra, en fin anécdotas de turistas.
Todas estas maravillosas experiencias, las pudimos disfrutar con un fascinante paisaje como telón de fondo, mientras alternábamos dichas experiencias con la visita a Granada, León, San Juan del Sur u Ometepe.
Sin embargo y a pesar de lo absorbente del viaje y de haber descubierto un país fascinante lleno de personalidad y belleza, la experiencia que sobresalió por encima de todas las experiencias, fue la de haber compartido con nuestros pequeños hermanos un pedazo de su cotidianidad, esa energía que pudimos sentir, esos pocos días en su casa, nos dan la certeza de que otro mundo para la humanidad es posible y nos llenó de esperanza y de admiración por una obra tan bella.