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Temor al río Bravo y a los sicarios

Banderas nicaragüenses durante la marcha en Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Salen de sus países cargados de esperanzas que se van disipando por el camino, algunas para siempre entre las aguas enloquecidas del río Bravo o la sangre fría de un sicario del narcotráfico o un tratante de personas.

En contra de esos abusos que ya a pocos parecen interesar, marcharon este domingo cerca de un centenar de migrantes de diferentes países de América Central y México por la principal avenida de Nuevo Laredo, Tamaulipas, en el marco de la 98 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.

Decenas de migrantes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, principalmente, se reunieron en la plaza Hidalgo, distante 300 metros del puente internacional 1, al ser convocados por el obispo de la Diócesis de Nuevo Laredo, Gustavo Rodríguez Vega, y por el director de la Casa del Migrante ‘Nazareth’, Jesús Reyes García.

Con las banderas de sus respectivos países, los caminantes avanzaron en orden por dicha avenida, hasta llegar a la parroquia de Nuestra Señora de La Paz, ubicada 500 metros hacia el sur, y en el trayecto, el sacerdote Reyes a la vez que evocaba pasajes bíblicos sobre la naturaleza migrante de Jesús, informaba sobre los peligros que enfrentan los migrantes antes de su llegada a esta ciudad.

“Celebramos hoy la Jornada Mundial de oración por el migrante y por el refugiado, y en Nuevo Laredo se vive esa realidad día con día, por lo que la Iglesia (católica) quiere recordar a los que andan en el camino nuestra condición de migrantes, porque somos peregrinos”, expresó.

Con la marcha, dijo el sacerdote que se quiere recuperar el sentido religioso de la peregrinación de los migrantes.

Añadió que la mayoría de los migrantes que llegan a esta ciudad, son migrantes económicos, es decir, que tienen al menos un familiar en Estados Unidos, y por esa razón es su deseo de emigrar a ese país, para trabajar y mejorar su nivel de vida.

Lamentó, sin embargo, que algunos de los migrantes sean objeto de abuso, extorsión, robo e incluso secuestro antes o al momento de llegar a Nuevo Laredo, por lo que señaló que mientras algunos logran el anhelado ‘sueño americano’, otros se quedan en camino, al perder la vida en las aguas del río Bravo o ser víctimas de la delincuencia.

Una hora después de iniciada la caminata, los migrantes llegaron a la parroquia, en donde el obispo ofreció una Eucaristía en su nombre, y donde dijo a los fieles que acudieron a la misa, que no deben olvidar su responsabilidad de apoyarlos, “porque se ven obligados a salir de sus países para mejorar sus condiciones de vida”.

“Por eso es que pedimos por nuestros migrantes y por el mundo entero, y pido perdón por los que han fallecido en su intento por llegar a la meta deseada”, dijo en el atrio de una parroquia completamente llena de fieles y de migrantes.

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