Las arriesgadas apuestas de Colombia y Chile en política internacional
En menos de un año Colombia y Chile han tomado sendas decisiones de alto riesgo en cuanto a la posición de estos países en el contexto internacional. Colombia anunció en 2013 que la nueva delimitación marítima con Nicaragua, establecida por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) no sería inaplicable hasta que haya un tratado entre los dos países. Y Chile, por su lado, acaba de objetar la competencia de la Corte Internacional de La Haya con respecto de la demanda interpuesta por Bolivia para conseguir una salida soberana al mar.
Curiosamente, ambos conflictos enfrentan a dos países de la Alianza del Pacífico (Chile y Colombia) con dos vinculados al Alba y al socialismo del siglo XXI (Nicaragua y Bolivia). En este caso, sin embargo, son las rivalidades nacionalistas las que prevalecen sobre los conflictos de corte ideológico.
El conflicto entre Colombia y Nicaragua
A finales de 2013, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció que la nueva delimitación marítima con Nicaragua, establecida por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 2012 era inaplicable hasta que haya un tratado entre los dos países, en un nuevo gesto de rechazo a ese fallo judicial.
“El fallo de la Corte Internacional de Justicia no es aplicable hasta tanto se celebre un tratado que proteja los derechos de los colombianos, tratado que deberá ser aprobado de conformidad con lo señalado en nuestra Constitución”, dijo el mandatario desde la Casa de Nariño.
De forma paralela, el presidente lanzó en ese momento una “estrategia integral” para la defensa de la soberanía colombiana en el Caribe.
Con especial énfasis en el archipiélago de San Andrés y Providencia, era una respuesta a que el tribunal internacional otorgó a Nicaragua derechos económicos sobre75,000 kilómetros cuadrados en el mar Caribe, confirmando la soberanía de Colombia sobre siete cayos, dos de ellos enclavados, que hacen parte del archipiélago de San Andrés.
Por su lado, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ofreció a Santos, elaborar un tratado que permita “implementar” el fallo de la Corte Internacional de Justicia.
“El único objetivo de un tratado (con Colombia) es que a través del mismo se les haga cumplir el mandato de la Corte”, señaló el mandatario nicaragüense en un mensaje dirigido a la nación en cadena de radio y televisión.
Ortega hizo la oferta un día después de que Santos tildara de “inaplicable” el fallo de la CIJ que otorgó a Nicaragua una porción del mar Caribe hasta ahora bajo soberanía colombiana, hasta que no se celebre un “tratado” que respete los derechos de su país.
Chile y el contencioso con Bolivia
Seis meses después de que Colombia se haya negado a cumplir una sentencia de La Haya, el gobierno de Michelle Bachelet por su parte acaba de “objetar la competencia de la Corte Internacional de La Haya”, en palabras de la Presidenta Michelle Bachelet.
Como señala el analista Sergio Molina Monasterio “la estrategia para Chile estaba clara desde un inicio: solicitar la incompetencia de la Corte de La Haya en el reclamo que interpuso Bolivia que pide iniciar negociaciones para lograr una salida soberana al mar. Esto era inadmisible para Chile porque —afirma— estaría en juego el tratado de límites entre ambos países, que fue firmado muchos años antes que la Corte de la Haya siquiera existiese”.
La respuesta boliviana no se ha hecho esperar y ha llegado en boca de Evo Morales, como en su caso el de Ortega y su contencioso con el gobierno colombiano: “Bolivia tomará conocimiento de los alcances de la posición del gobierno de Chile, la analizará y contestará. Bolivia mantiene su confianza en la corte y los jueces, los únicos competentes para resolver este incidente”.
El jefe de Estado de Bolivia ha buscado colocar a Chile en una mala posición internacional por “desconocer la competencia de la corte para conocer esta causa” y por caer en una contradicción ya que “es contradictorio que Chile se manifieste como respetuoso del derecho, pero simultáneamente rechace la competencia del principal órgano de administración de justicia para resolver las diferencias entre estados. Es más contradictorio que Chile repudie a la misma corte que resolvió las diferencias entre Chile y el Perú”.
La jugada chilena, como la colombiana, contiene riesgos. Como señala Guillermo Ramírez en el diario La Tercera “Durante meses los expertos en materia de Derecho Internacional, los parlamentarios, los ex cancilleres y los ex presidentes han debatido acerca de cuál de estos dos momentos es el más conveniente para la defensa chilena. Pareció –y esto es una percepción mía– que en un momento tomó fuerza la idea de alegar la jurisdicción de la CIJ durante el juicio. El principal argumento para ello es que si la CIJ rechaza la objeción preliminar, Chile luego se quedaría sin su principal argumento durante el juicio, cosa tremendamente peligrosa para nuestra defensa”.
Así pues, con pocos meses de diferencia Colombia y Chile han tomado decisiones muy arriesgadas en política internacional que de salir mal les colocarían en una posición de clara desventaja a la hora de negociar con los países con los que mantienen pleitos.