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Estados Unidos y el mundo en el siglo XXI

Rubén Aguilar Valenzuela.

Rubén Aguilar Valenzuela.

* En Estados Unidos, la incógnita más importante es la política, no la economía, y esto porque ante la derrota republicana de 2008, contrariamente a lo esperado, el partido giró a la extrema derecha en vez de ir al centro. De implementarse las políticas del actual Partido Republicano, las consecuencias serían desastrosas para la mayoría de los estadounidenses y el resto del mundo.

Rubén Aguilar Valenzuela

El politólogo y economista John E. Roemer (Washington, D.C., 1945) enseña en la Universidad de Yale. Tiene una abundante producción y entre otros muchos de sus libros destacan Democracy, Education and Equality (2006) y Racism, Xenophobia and Distribucion (2007).

En Políticas americanas y el progreso en el siglo XXI, uno de sus más recientes textos, ofrece una visión crítica de cómo lo que sucede en su país va a afectar no sólo a los estadounidenses sino también al resto del mundo. Aparece en: In one hundred years: leading economists predict the future, editado por Ignacio Palacios-Huerta, Massachusetts Institute of Technology, 2013. A continuación ofrezco una síntesis del mismo.[1]

En Estados Unidos, la incógnita más importante es la política, no la economía, y esto porque ante la derrota republicana de 2008, contrariamente a lo esperado, el partido giró a la extrema derecha en vez de ir al centro. De implementarse las políticas del actual Partido Republicano, las consecuencias serían desastrosas para la mayoría de los estadounidenses y el resto del mundo.

El problema global más importante es la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) y sus consecuencias para la temperatura y el clima. En Estados Unidos, el Congreso y el presidente han fallado en el combate al cambio climático. Si el mundo no actúa dentro de los próximos cincuenta años, hay posibilidades de enfrentar graves consecuencias en el nivel del mar, la producción alimentaria y la migración masiva. Estados Unidos y China son los jugadores claves para reducir las actuales emisiones.

El Partido Republicano se niega a tomar medidas con relación al cambio climático por: 1) Las relaciones entre el partido y empresarios petroleros que quieren continuar explotando la energía fósil, 2) Hacer frente al cambio climático implica intervención estatal en los mercados, cosa que los republicanos no están dispuestos a apoyar.

Una explicación de la indiferencia ante el problema es la dificultad de asimilar la discusión científica. Los fenómenos vistos hasta ahora son producto de emisiones de décadas atrás, el deshielo en Groenlandia y la Antártida no se verán sino hasta el final del siglo. En los Estados Unidos sólo una minoría de ciudadanos piensa que la ciencia tiene buenas respuestas, y este escepticismo, junto a la disonancia cognitiva, ha permitido al Partido Republicano detener cualquier legislación de importancia.

Los republicanos se resisten a la inversión en infraestructura nacional, en particular, la educación. Hasta 1970, cada generación en los Estados Unidos disfrutó de un nivel de escolaridad superior a sus padres, pero este progreso empezó a decaer en la educación media y superior. En 2008 los Estados Unidos registraron el puesto 25 de los 30 miembros de la OCDE en el conocimiento matemático y científico. La afectación es mayor cuando se considera el origen étnico de los estudiantes. Sólo la mitad de los afroamericanos e hispanos concluyen la escuela secundaria.

¿Cuáles serán las consecuencias de este fracaso? Una fracción representativa de la fuerza laboral será más pobre. La inequidad en el ingreso alcanza niveles no vistos desde la I Guerra Mundial y continúa aumentando. Esto polariza a la sociedad y empodera a movimientos proteccionistas que perjudicarán el desarrollo del país. La desigualdad también permitirá la xenofobia y los estadounidenses se vuelven más beligerantes en el escenario mundial.

El autor piensa que la polarización política refleja la opinión pública, que está influenciada por los liderazgos, y de hecho, por muchas instancias de derecha que han abogado por el liberalismo y la desregulación desde 1970. En los últimos 40 años, los principales agentes de la educación política progresista, los sindicatos, han virtualmente desparecido. El declive de los sindicatos en Estados Unidos se debe al ataque orquestado por firmas empresariales, fortalecidas por la política de Ronald Reagan.

Es difícil predecir las consecuencias políticas de la polarización y sus efectos en el resto del mundo. Por primera vez en un siglo una parte importante de los estadounidenses, con al menos el nivel de secundaria acreditado, vivirán peor que sus padres. ¿Qué liderazgo debe emerger para superar esta situación y cómo contrarrestar la tendencia política y económica?

El Partido Demócrata contribuyó a la crisis de 2008, que de hecho tuvo su origen en la administración de Bill Clinton. Mientras los votantes estén convencidos de que el gobierno es ineficiente y los impuestos no deben aumentar –ideas que la derecha ha diseminado por cuarenta años– los demócratas serán impotentes y no podrán articular los cambios necesarios.

¿Qué causó el desarrollo y el crecimiento de los Estados de bienestar? La Gran Depresión y la II Guerra Mundial. La guerra fue importante en dos sentidos: la solidaridad de enfrentar al fascismo unió a los ciudadanos de Europa y Estados Unidos; y la propagación de la seguridad social como resultado de la prosperidad. Esto último no ocurrió en Estados Unidos.

Es difícil aprobar legislaciones sociales si los ciudadanos enfrentan riesgos económicos diferenciados. Pero si las preferencias individuales fueran modificadas y la sociedad encontrara riesgos equivalentes para todos sus miembros, la oportunidad de implantar sistemas de seguridad social aumenta. La política de bienestar social europeo ahora ofrece alternativas para inmigrantes, hecho que ha disminuido la confianza y apoyo en este sistema. Reacciones como la del Frente Nacional en Francia, de extrema derecha, cosecha éxitos electorales, pero a fin de cuentas Europa superará la polarización e incorporará a los inmigrantes sin diluir sus Estados de bienestar.

Uno de los más excitantes desarrollos económicos en los últimos 30 años ha sido el auge de China, así como la velocidad del crecimiento que han tenido los indicadores de bienestar en Brasil, India y otros países pobres. En el próximo siglo una parte significativa del mundo subdesarrollado alcanzará el nivel de los países desarrollados. Esto también afectará la distribución del poder. En 1991, tras la disolución de la Unión Soviética, Estados Unidos ha disfrutado de la hegemonía mundial sin paralelo, pero eso ya no será. Una incertidumbre a resolver es cómo Estados Unidos va a manejar la pérdida de influencia y hegemonía. Su mejor apuesta es resolver los déficits estructurales y educativos, para que en caso de decrecimiento, su actitud no sea beligerante.

Conforme los países se acercan a la frontera tecnológica, el precio de la mano de obra se detiene. Eso puede permitir a los Estados Unidos, a través de la investigación y su educación terciaria, mantenerse como la economía más avanzada del mundo. El país cuenta con premios Nobel y la ventaja de tener instituciones de investigación, aún por crearse en países emergentes, que le da oportunidad para mantenerse al frente de la innovación.

El autor piensa que en China el actual régimen político no va a funcionar si continúa con su intenso desarrollo económico. La corrupción de las autoridades partidarias es visible. Ejemplo de ello es la vida de príncipes que se dan los hijos de las más altas autoridades del partido, que se asemejan a las de multimillonarios capitalistas. La manera en que China realice su transición a la democracia es relevante para el resto del mundo. En el mejor de los escenarios se crean partidos independientes que compitan en democracia. La transición pudiera no ser pacífica.

El ensayo de Keynes Posibilidades económicas para nuestros nietos (1930), que inspira este libro, no previó la II Guerra Mundial, la formación de Estados de bienestar en Europa, o el crecimiento sustancial de países pobres. Él predijo un aumento en el ingreso per cápita entre cuatro y ocho veces para los países desarrollados, además de una dramática reducción de la jornada laboral a quince horas semanales. En Europa el número de días laborales al año ha declinado substancialmente en los últimos ochenta años. Los alemanes trabajan en promedio 1,400 horas al año, unas 28 horas a la semana. Alemania actualmente encabeza la lista de países con mayor tiempo para el descanso y el ocio.

El logro de las economías desarrolladas durante el siglo XX fue la igualación en la distribución del ingreso. Lo que preocupa al futuro es un retroceso en los niveles de igualdad y equidad. Esto abre la posibilidad a una polarización retrógrada que favorece la agenda de partidos como el republicano. ¿Qué puede hacer reaccionar a los votantes? Una crisis económica con nivel de destrucción superior a 2008. Esto es altamente probable. En el actual escenario sólo la evolución demográfica del voto hispano es la alternativa pacifica, para neutralizar el cálculo republicano y modificar su actual política anti estatista.

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