El himen se pierde en el olvido
* No parece tener más función que la meramente biológica y todo lo demás han sido significados que el ser humano le ha ido dando como un subproducto egocéntrico de las sociedades machistas desde el albor de los tiempos. A este respecto, algunos sociólogos afirman que no es más que una “frágil telita cubierta de gruesas ideas”.
Aunque cada vez resulta algo nimio en la vida sexual de las mujeres, el himen es considerado todavía como garantía de virginidad, lo que constituye uno de los grandes mitos, ya que esta frágil membrana puede romperse con una caída o al realizar ejercicios físicos.
Algunas mujeres poseen un himen tan elástico o “complaciente”, que no se rompe ni que haya penetración, por lo que muchas mujeres recurren a la cirugía para quitárselos debido a que les causa molestias y dolor cuando tienen relaciones sexuales.
En las sociedades donde se le da importancia a esta membrana, la ausencia del himen puede significar la muerte por apedreamiento o lapidación.
¿Por qué algunas sociedades le dan tanto valor, qué es en realidad el himen? No es más que una membrana carnosa en forma de anillo situada a la entrada de la vagina, cuya función es proteger los genitales de la niña de posibles infecciones externas.
Conforme van creciendo y llegando a la adolescencia, la vagina desarrolla su propia “flora antigérmenes”, con lo que el himen va perdiendo sentido y comienza a hacerse más débil.
Pero hay otras opiniones. Como las que dicen que el himen no sirve para nada, ya que según algunas voces médicas, sería un resquicio en la formación del aparato genital femenino. Arguyen que cuando el canal vaginal está completamente formado, sus paredes comienzan a separarse y de dicha separación queda un trozo de carne que es el himen.
Sea como fuere, el himen no parece tener más función que la meramente biológica y todo lo demás han sido significados que el ser humano le ha ido dando como un subproducto egocéntrico de las sociedades machistas desde el albor de los tiempos. A este respecto, algunos sociólogos afirman que el himen no es más que una “frágil telita cubierta de gruesas ideas”.
El tamaño y forma varía mucho de una mujer a otra. El obstetra suele examinar las condiciones de la vulva de la recién nacida para confirmar que su himen se encuentra en perfecto estado. Si la niña nace con el himen cerrado y éste permanece así hasta la primera menstruación (algo no muy común), es posible que la menstruación no fluya libremente fuera del cuerpo, lo que puede resultar doloroso y tener complicaciones que requieran de una intervención quirúrgica.
Los médicos han identificado tres tipos de hímenes: los “normales” o típicos, es decir, anular, semilunar o labiado, clasificados de acuerdo a dónde se ubica el pequeño orificio de la membrana. Los “atípicos”, entre los que encontramos los biperforados (o de dos perforaciones), los hipertrofiados (muy grandes) y los imperforados (sin orificios para que salga el flujo menstrua, y por último, el himen “flexible” o también llamado ‘dilatable’, que debido a su gran cantidad de fibras elásticas, es difícil de romper.
La himenoplastia o reconstrucción del himen, es una cirugía practicada a mujeres que por callar prejuicios sociales o por simple engaño al marido, desean aparentar ser vírgenes la noche de bodas.
Pero los brutos que desean ver sábanas manchadas en su “primera noche” con la dama de sus sueños, deberían saber que, según las estadísticas, una de cada mil mujeres nace sin himen u que por otra parte, el 44% de las mujeres no sufre pérdida de sangre durante el primer coito.
Lo anterior significa que aunque sean vírgenes, la “ofensa” se dará de igual manera en la noche de bodas o en algunas pruebas antihigiénicas y nada cuidadosas que se dan en algunos entornos culturales a las mujeres antes de la boda para comprobar su sangrado.