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Venta de virginidades en Centroamérica

Rennie Christopher Glenn se casó de mentira con varias niñas hondureñas que después vendía.

Rennie Christopher Glenn se casó de mentira con varias niñas hondureñas que después vendía.

José Meléndez

Desesperado por el presunto involucramiento de su hijo en un escándalo de trata de personas con menores de edad y de la compra de la virginidad de niñas guatemaltecas, el abogado guatemalteco César Barrientos Pellicer, ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, optó en marzo de 2014 por quitarse la vida de un disparo a la cabeza en Mazatenango, en el suroccidente de ese país.

En una residencia amurallada de una humilde colonia popular en las afueras de Comayagua, zona central de Honduras, una oscura trama –desbaratada en marzo del 2014– convertía la virginidad de adolescentes en fuente de dinero: un estadounidense que es juzgado en Florida por espionaje al apropiarse de información clasificada de la seguridad nacional de Estados Unidos en una base militar del Departamento de Defensa en suelo hondureño, se hizo pasar por un magnate árabe y compró a doncellas hondureñas para ofrecerlas a clientes extranjeros por un precio que oscilaba entre US$20,000 y US$30,000 cada una.

Separados por unos 660 kilómetros, los casos de la red guatemalteca y de la hondureña han permitido destapar secretos de uno de los negocios que, con extremo sigilo y lubricado por fuertes sumas de dinero, golpea a Centroamérica: la venta de la virginidad de niñas centroamericanas.

“Hay una gran promoción de niñas para la venta de su virginidad, sobre todo por Facebook. Y a veces es al mejor postor”, denunció la costarricense Rocío Rodríguez, directora ejecutiva de Alianza por Tus Derechos, organización no gubernamental de Costa Rica asociada a Save the Children, de Suecia, y que monitorea los fenómenos migratorios regionales y su impacto en la trata de personas. “La mayoría son manejadas por proxenetas y son pocos casos en los que son ellas mismas las que se ofrecen. Esto ocurre en toda la región centroamericana, incluyendo Costa Rica”, dijo Rodríguez entrevistada por el Nuevo Herald.

“Es un negocio pujante, efectivamente. Lo que pasa ahora es que ya las cadenas de proxenetismo son más discretas y difícilmente se ven niñas en las calles como víctimas de explotación sexual. Ahora se las llevan para hoteles o apartamentos a los que la policía no puede entrar, a menos de que se haga una investigación previa de mucho tiempo y recursos. Por Facebook, lamentablemente, es increíble. Y también se publican catálogos”, narró.

La Red de Mujeres Contra la Violencia, de Nicaragua (no gubernamental) reportó a el Nuevo Herald que aunque todavía carece de elementos sobre la venta de la virginidad de niñas, sí tiene confirmado que hay un creciente negocio de explotación sexual de menores de edad en varias zonas de ese país.

Virginidad femenina, magnate árabe y sacerdote católico… lo único cierto fue la doncellez de las niñas –adolescentes de 12 o 13 años– para convertirlas en esclavas sexuales en una mansión en Tegucigalpa donde operó un negocio de trata de personas con fines de pornografía infantil y juvenil, de prostitución y de explotación sexual. Contactados en zonas rurales de pobreza extrema, los padres y madres de las menores caían en la trampa y, a cambio de dinero, de la promesa de salir de la miseria y de estudio y trabajo para sus hijas, aceptaban entregarlas al millonario extranjero.

La confusa treta funcionó: el estadounidense –Rennie Christopher Glenn– se hizo pasar a veces como Mohamed o Yussu Abdulá, millonario y árabe de origen iraquí, y un hondureño –Juan Ángel Velásquez– se disfrazó de religioso católico para oficiar falsas bodas, mientras que una hondureña –Selenia Banegas Matute– se hizo pasar por esposa del extranjero para reclutar a las menores con ofertas laborales ficticias, según la Policía de Honduras.

Parte del engaño fue decirles a las reclutadas que, por ser árabe, podía tener hasta diez esposas. Las niñas eran vestidas de blanco y en las ceremonias falsas aparecían la sortija y las tradicionales 21 monedas. Según el recuento policial, antes o después de la iniciación, eran ofrecidas a numerosos clientes de Glenn que pagaban gran cantidad de dinero por acceder a una niña todavía virgen.

El trío cayó preso a mediados de marzo de 2014 –Glenn en Miami en un vuelo procedente de Honduras y Velásquez y Banegas en ese país– y la red quedó desarticulada, pero hay al menos 20 niñas que, víctimas del engaño y a las que ataviaba al estilo árabe, sufrieron de pederastia, proxenetismo y pornografía y de abusos y maltratos físicos. La casa disponía de cuartos de lujo, jacuzzi y cámaras para filmar escenas pornográficas que circularon en internet, y, con frecuencia, sus vecinos escucharon gritos. Algunas fueron drogadas para que estuvieran sedadas.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos informó el pasado 23 de enero que Glenn, oriundo de West Palm Beach, se declaró culpable de retención deliberada de información clasificada de la defensa nacional estadounidense y espera sentencia.

Glenn laboró desde el 2012 en el sistema de cómputo de Palmerola, una base que Estados Unidos mantiene en suelo hondureño desde 1983. Fue cesado por sospechas de que sin permiso copió y retuvo información clasificada del Pentágono y de la Fuerza de Tarea Conjunta del Comando Sur de Estados Unidos, acantonado en Florida. En el 2014, cuando agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) indagaban sobre su caso de espionaje, descubrieron que tras ser despedido, se quedó en Honduras y montó la red de trata de menores de edad.

La Policía de Honduras ha detectado a varios grupos criminales, que reclutan a niñas en escuelas de ese país, para insertarlas en los flujos de la prostitución infantil. La Dirección de Investigaciones Criminales de Honduras confirmó que existen sospechas de que una mujer conocida con el alias de “Big Mama” es una famosa meretriz de Tegucigalpa que, junto a su hija de 16 años, ha enrolado a niñas y adolescentes en los trillos de la explotación sexual.

Andamiaje guatemalteco

El suicidio del ex magistrado Barrientos Pellicer fue el epílogo de vida de un prestigioso jurista considerado como símbolo de la lucha contra la impunidad en Guatemala. “De hecho el papá se sintió tan abrumado por la presunta participación de su hijo en actividades delictivas que optó por quitarse la vida”, dijo el guatemalteco Leonel Dubón, director ejecutivo de El Refugio de la Niñez, organización no gubernamental de Guatemala que rescata a víctimas de la trata de seres humanos.

Consultado por el Nuevo Herald, Dubón relató que en Guatemala hay cuatro procesos penales abiertos por servicios sexuales remunerados con personas menores de edad y que el del abogado César Jesús Barrientos Aguirre, hijo del juez, estalló en el 2013. “En una estructura en Mazatenango, la mamá vendió la virginidad de su hija en $2,000. La había negociado en $3,300 pero solo le dieron $2,000. Los clientes son abogados, médicos, hijos de funcionarios, todos originarios de Mazatenango”.

“El tema de negociar la virginidad y las relaciones sexuales con niñas es muy común en nuestro país. Los casos se han ido descubriendo a partir de desarmar estructuras de trata de personas. Esta estructura vendía las niñas por catálogo, así negociaba a las niñas. Hay 16 personas capturadas por este hecho”, subrayó. El expediente vincula a Barrientos hijo con la supuesta compra de servicios sexuales de una niña virgen, aseguró.

El Colegio de Abogados de Guatemala confirmó a el Nuevo Herald que el Tribunal de Honor de esa entidad suspendió a Barrientos Aguirre del ejercicio de la profesión. El Colegio suministró un número telefónico de Barrientos para contactarlo y que ofreciera su versión de los hechos, pero las llamadas nunca fueron respondidas.

Dubón advirtió que la red detectada en Mazatenango tampoco es un elemento aislado. “La comercialización de niñas es un tema muy complejo, de muchos tentáculos. Hemos descubierto que muchas niñas han sido negociadas por intereses de la propia familia”, lamentó.

Un caso se registró con una mujer, ahora mayor de 18 años, que confesó que fue vendida a cambio de una vaca, aseveró. “O sea, la familia recibió una vaca por venderla a ella. Hay mucha práctica cultural de este tipo en el interior del país, como que el dueño de una finca compra a una niña y entrega una parcela. Eso está muy enraizado en el interior y no necesita uno viajar a Medio Oriente para conocer que se pueden casar las niñas muy pequeñas. Eso sí, dan el terreno y ellos se quedan con la niña pero con la condición de que sea virgen”, afirmó.

En el 2014 en el departamento guatemalteco de Izabal en el Caribe, recordó Dubón, se rescató a una niña de 12 años, de la etnia afrocaribeña garífuna y comprada a la familia en $4,000 por un hombre de 62 y dueño de una plantación de piña. Aparte de “su esclava sexual” al estar en matrimonio civil, la usaba para labores en el sembradío de piña.

“La niña se levantaba a las 4 de la mañana a prepararle desayuno, se iba con él al terreno y regresaban a las 7 de la noche. Ella le hacía cena y cumplía con los quehaceres de la casa y se acostaba a medianoche. Solo dormía tres horas. Él la utilizaba como su pareja, pues la compró para que fuera su pareja: cuando terminaba sus oficios tenía que irse a bañar para servirle sexualmente. Era un círculo completo perverso hacia la niña, a la que le llevaba 50 años de diferencia”, narró.

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