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La importancia de no olvidar

flecha perrito* Las redes sociales, en su vertiginoso cambio de hechos “notables”, cambian de intereses constantemente, enviando al olvido asuntos de extrema importancia. Por ejemplo: ¿Dónde están los flecheros mata perros?

Dr. Enrique Rimbaud *

Vivimos en una era dicotómica, anacrónica y exasperante. Las redes sociales, las grandes generadoras de consciencia de las híper carreteras virtuales, han pasado de una etapa de neoculturización social y global, de cuasi evangelización, a un verdadero aluvión de información y datos que sobrepasan todo lo imaginable, digerible o contestable.

Los mecanismos de acción y reacción entre las redes sociales y los ictéricos medios de comunicación, generan más desinformación que información, la noticia emerge hoy de la viralidad con que se distribuya en las redes; los medios captan el post, transformándolo, deformándolo, incorporándolo a nuestro diario vivir, volviendo a ser retomado por las propias redes con mayor o menor entusiasmo.

Todo esto con el agravante de que si bien los periódicos se tiran o se queman, y los noticieros no se repiten en el tiempo, toda la información disponible en las redes sociales permanece en el tiempo y a través de él, manteniendo la información y/o la desinformación sin que haya interés ni forma de actualizar, corregir, transformar, o reformar. Lo que se publicó en las redes ahí quedó, sin posibilidades de corregir errores ni enmendar desaciertos.

Si bien antes los medios eran importantes para el diseño de imagen de una persona, empresa, o grupo social, además de clasificar y prejuzgar políticas, campañas o acciones, hoy las redes han llevado esto a extremos, convirtiéndose las mismas en un verdadero tribunal inquisidor donde se viven quemando brujas al estilo Salem.

Debemos reconocer, no obstante, la importancia de las redes en allanar la información, en compartir ideologías y credos, en difundir conceptos éticos y estéticos con gran importancia y relevancia social.

La tecnología celular ha democratizado de alguna manera el uso de redes y el acceso a internet, abaratando costos y ampliando oportunidades, de tal manera que se han creado mundos y submundos, y quien no participe de estos fenómenos, difícilmente podrá participar de la nueva y tecnológica sociedad moderna.

Pero… siempre hay un pero, hemos pasado del monopolio de la información, propio del manejo de los medios de comunicación, exégesis mismo del control social, a un exceso de información que supera muchas veces nuestro intelecto, convirtiéndonos rápidamente en agentes de respuesta rápida pero sin largo aliento.

El reclamo social ha pasado de ser un sujeto de estudio en profundidad, deseosos de conocer las raíces para obtener soluciones de fondo, a una globalización en la superficialidad, donde se responde automáticamente, sustituyendo las herramientas de protesta y respuesta social, como eran las marchas, plantones, paros, huelgas, etc., por dar un “like”, etiquetar o compartir, hecho que nos sublima, desarrollando una nueva respuesta catártica social que condena actos o aplaude actitudes sin permanencia en el tiempo ni consolidación social.

Esto nos lleva a la cuestión de la memoria, la memoria, el no olvidar, el recordar los hechos y las cosas, son cuestiones propias e inherentes de la construcción de una sociedad, decía el poeta alemán Bertold Bretch: “quien olvida su pasado está condenado a revivirlo”.

He aquí el tema. La sociedad hoy ha aumentado su capacidad de respuesta y consciencia social, ha consolidado su pertenencia y su pertinencia, pero se ha vuelto efímera, la noticia dura lo que dura su debate y discusión, lo que dura su viralidad en las redes, no más allá de una semana…. La prioridad se vuelve efímera frente a la aparición de un nuevo hecho. Las noticias no se superponen aumentando la consciencia social, sino que se sustituyen, por lo que pasamos un día de debatir sobre la muerte de los estudiantes en México, para olvidarlos y debatir sobre la muerte de los estudiantes en Honduras y luego olvidarlos sustituyéndolos por los de Kenia.

No hay ya simultaneidad ni acumulación de hechos, sino sustitución, lo que mantiene sin dudas el tema en el tapete, pero priorizando lo actual sobre el pasado inmediato, que cae en el olvido en la mera difusión de un nuevo hecho.

En el mismo acto de dar “like”, compartir o etiquetar, dimos rienda suelta a nuestra catarsis personal, a nuestra propia satisfacción por intentar ser parte de algo, que hace algo, olvidando automáticamente el hecho en sí mismo y los anteriores en la espera ávida, ansiosa y casi morbosa por un nuevo hecho por el que luchar en el instante.

De alguna manera, la espontaneidad ha sustituido a la consciencia de raíces profundas, la consciencia que nace del aprendizaje permanente, de la acumulación de hechos históricos de similar envergadura, por una consciencia superficial que nace de la mera aceptación de lo que está bien o lo que está mal, sin análisis, sin meditación, sin retrospección, sin estudio ni metodología.

Evidentemente, en este mundo de gigabytes y terabytes, de supercarreteras de la información, de redes globales, de allanamiento de los hechos, de la posibilidad nunca antes detentada de poder acceder a toda la información donde uno quiera y como quiera, se precisa, urgentemente, de una base de datos virtual de MEMORIA, que mantenga con fácil acceso la información, ligada a redes y grupos, de modo que si uno da “like” a un hecho o comentario, le aparezcan inmediatamente hechos relacionales del pasado inmediato, del corto y mediano plazo.

Porque los animales nos importan, es que seguiremos recordando a Cookie, la perra emblemática asesinada por sicópatas flecheros en la Carretera Sur, porque queremos saber quiénes fueron, queremos que los procese la justicia con la máxima de las penas posibles, y porque no queremos olvidar, porque no queremos que esto vuelva a pasar.

* erimbaud@gmail.com
Cel. Claro 88521488

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