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12 muertos por US$3 millones que no llegaron a Nicaragua

Una imagen de la masacre de ocho personas en Quezaltepeque, El Salvador.

Una imagen de la masacre de ocho personas en Quezaltepeque, El Salvador.

* Cártel mexicano envió 13 millones de dólares a un salvadoreño que vive en Corn Island, Nicaragua, pero solo recibió diez millones. ¿Dónde están los otros tres millones? Es lo que quiere saber la mafia, que ya realizó dos matanzas.

A principios de 2014, desde México, el cártel de Sinaloa, uno de los más grandes de México, con operadores logísticos y financieros en Centroamérica, envió a través de El Salvador, 13 millones de dólares cuyo destino final era una isla situada en el Caribe nicaragüense.

El dinero bajó encaletado a través de camiones de carga de transportistas salvadoreños que por muchos años han sido señalados de servir como fletadores de droga desde Panamá o Costa Rica hasta México, según fuentes policiales salvadoreñas que conocen el caso y consultadas por elsalvador.com

En Corn Island recibiría los 13 millones de dólares “E”, un hombre oriundo de Pasaquina, departamento de La Unión, miembro de confianza a nivel centroamericano del cártel de Sinaloa, quien reside desde hace mucho tiempo en la ínsula pinolera.

“E”, como otros hombres oriundos del oriente salvadoreño, particularmente de Santa Rosa de Lima y Pasaquina, tiene largo tiempo de haber sido vinculado al tráfico de drogas como parte del grupo denominado Los Perrones, de los cuales muchos fueron procesados judicialmente pero pocos resultaron condenados.

Entre éstos últimos sobresale Reynerio de Jesús Flores Lazo, también conocido como “Neyo”, quien purga una condena de 80 años de prisión luego de que la Fiscalía le comprobó judicialmente su participación en el tráfico de drogas.

Además de Flores Lazo, también está Juan María Medrano Fuentes, también conocido como “Juan Colorado”, sentenciado en 2013 a pasar 15 años en prisión por delitos de tráfico internacional de drogas.

Nueve vidas por varios millones

El 30 de marzo de este año, en el caserío Milagro de la Roca, cantón Colombia, municipio de Quezaltepeque, ocho personas fueron ejecutadas al interior de un predio que era ocupado como parqueo de furgones. Una más murió en el hospital de Santa Tecla.

La masacre fue cometida poco después del mediodía, según las pocas investigaciones que hay al respecto. A excepción del que murió en el hospital, todos los cuerpos tenían el tiro de gracia y estaban apilados en una habitación del inmueble.

Entre las víctimas fue identificado Rudis Alcides Lazo, quien según documentó la Policía era el dueño del inmueble y propietario de varios furgones y cabezales que estaban en el mismo.

Rudis Alcides era originario de Santa Rosa de Lima y primo de Reynerio de Jesús Flores Lazo, según consta en documentos oficiales.

De acuerdo con fuentes policiales, esta masacre fue cometida debido a que de los 13 millones de dólares que habían sido enviados desde México para E., residente en Corn Island, Nicaragua, a este sólo le entregaron diez millones de dólares.

Una mañana discutiendo cómo pagar lo perdido

Según las fuentes de inteligencia, el lunes en la mañana, en la habitación donde fue cometida la masacre, esas mismas víctimas y al menos un hombre más habían estado discutiendo sobre el extravío de los tres millones de dólares y barajando formas de cómo pagarlos.

Sabían que la mafia no se los perdonaría. Un mes antes les había dado una muestra de cómo saldarían la cuenta.

Hay testigos que, al mediodía, vieron salir una camioneta todoterreno del predio de estacionamiento de furgones.

Ese hombre, según las fuentes policiales, era “R”, un comerciante de lácteos radicado en Apopa y hermano de “E”.

De acuerdo con las fuentes, “R” está implicado en el extravío de los tres millones, pero al parecer le han perdonado la vida por el hecho de ser el hermano del operador logístico y financiero radicado en Corn Island.

Momentos después de que “R” salió del predio, testigos vieron entrar otros vehículos en los que supuestamente iban los matones.

Otra masacre como antecedente

El 26 de febrero de este mismo año, en el cantón El Singüil, municipio El Porvenir, departamento de Santa Ana, dos hombres y una mujer fueron asesinados.

José Mauricio Palma Aldana, de 46 años, su esposa, Olga Odilí Rodríguez González, de 40; y José Ángel Gutiérrez Maldonado, chofer de furgones, fueron acribillados por hombres que llegaron a bordo de una camioneta negra.

Palma Aldana recién se había convertido en propietario de furgones, con los cuales transportaba carga de Centroamérica hacia México.

De acuerdo con las fuentes, este triple homicidio tiene una estrecha relación con la masacre cometida el 30 de marzo en Quezaltepeque.

La relación no es solo porque también este empresario transportista al parecer estaba implicado en la pérdida de los tres millones de dólares, sino también porque las autoridades tienen fuertes sospechas de que una estructura en la que estarían involucrados varios elementos policiales al servicio de narcotraficantes salvadoreños, habría cometido ambas matanzas.

De hecho, aseguran las fuentes, el modo en que fueron ejecutadas las dos matanzas guardan mucha similitud: en ambos casos las víctimas fueron ejecutadas dentro de predios de furgones.

En los dos hechos, agentes antinarcóticos registraron los inmuebles en busca de drogas, tanto en las instalaciones como en los cabezales.

Casi de inmediato, el subdirector de la Policía, Howard Cotto, indicó que los hechos podrían estar ligados a ajustes de cuentas entre narcotraficantes.

Pese a esas aseveraciones, las investigaciones de las masacres se han quedado ancladas únicamente en las inspecciones oculares del lugar de los hechos, aseguran las fuentes policiales.

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