Los cenzontles y el invierno
El Cronista Digital |Redacción
El canto aplicado de los cenzontles y sus mil voces, que hacen que la madrugada parezca poblada de muchas especies de pájaros, son preludio de que el invierno se aproxima.
Este pájaro, muy común en Nicaragua, servía y sirve aún como señal a los campesinos a fin de calcular cuándo podría empezar la temporada de lluvias. Y una vez que el invierno está instalado, con su canto lleno de múltiples imitaciones también hace saber que se aproxima un aguacero.
Los cenzontles se han mudado a nuestros patios desde hace un par de semanas con sus trinos melodiosos, o mejor dicho “con su voz de terciopelo”, como los definió magistralmente nuestro compositor Erwin Krüger en su canción sobre esas aves, y que interpretaron soberbiamente Los Zorzales Guaraníes.
También se siente de pronto “olor a tierra mojada”, nos dice una capitalina medio macondiana de San Marcos, Carazo, que se precia de tener en las narices algo así como una estación meteorológica.
Hay señales menos sutiles que el canto de los cenzontles o Mimus polyglottos, como les llaman acertadamente los ornitólogos, y esas son las que los profanos entendemos. El calor se ha exacerbado, el frío nos entume en las madrugadas, hay de repente nubes negras, pero sobre todas las cosas, viene mayo.
Los especialistas del Ineter, que se escudan en instrumentos cada vez más precisos, aseguran que lloverá copiosamente durante la segunda quincena de mayo, que luego habrá algo así como “invierno interruptus” y después, quizás en manos del fenómeno “El Niño”, habrá que tirar una moneda al aire.
Esperemos pues a ver qué dice el Ineter, y sobre todo los cenzontles que saltan graciosamente de rama en rama en nuestro traspatio, más callados cuando el sol de este verano que se despide amenaza con calcinarlos, pese a lo cual se aferran al territorio que consideran suyo con todo y el avance de la frontera urbana.