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Farley Aguilar, el infierno de un país invisible

farleyAlejandro Condis
Especial/El Nuevo Herald

Muchos consideran que vivimos una era angustiosa. Algunos lo aceptan bajando la cabeza. Otros asumen una actitud más combativa. A eso nos asoma la exposición País invisible, del pintor nicaragüense Farley Aguilar (Managüa, 1981), cuyos cuadros permanecerán colgados en la galería de Spinello Projects hasta el próximo 9 de marzo, en Little Haiti. Y a pesar de que se trata de obras que reflejan el pesar que vivimos, no se hallará pesimismo, sino una luz que al final del túnel indica que estamos a tiempo de subvertir los símbolos y la manera en que manejamos el presente.

Aguilar se radicó en Estados Unidos cuando tenía cinco años y, como inmigrante, mantiene intactas sus raíces, pero ha asumido influencias que lo han hecho bastante universalista. Una de las fuentes de las que más ha bebido es del expresionismo que fue gestándose desde finales del siglo XIX. Son piezas que evidencian figuras humanas deformadas y grotescas, así como un profundo desgarramiento, a la manera de un ensordecedor El grito, del noruego Edvard Munch. También hay un aliento que se respira propio del realismo decimonónico.

No obstante, las influencias de Farley Aguilar no provienen solamente del campo pictórico, sino también del literario. De hecho, la mayor inspiración para realizar esta serie fue el libro Ciudades invisibles, de Italo Calvino. Aguilar maneja una reflexión elaborada por el escritor italiano: habitamos el infierno de los vivos. Ese infierno solo puede sufrirse de dos modos: aceptándolo con resignación o dándole espacio a quienes dentro de él no lo son. De ahí que sus piezas reflejen esa lucha entre aceptación y resistencia, transitando en algunas desde el completo conformismo y desolación de los patéticos personajes en sus hogares, hasta figuras que violentamente toman las calles armados con pancartas, gritos y mucha beligerancia.

Para graficar ese infierno de los vivos, el creador parte de antiguas fotografías, las cuales manipula y les añade símbolos que convierten sus creaciones en verdaderas protestas pictóricas. Hay una exacerbación de lo maligno, lo demoniaco, a través de banderas negras, alusiones al grupo supremacista blanco y antinmigrante Ku Klux Klan, al linchamiento, la muerte, los crímenes más horrendos, símbolos sexuales como el pene, frases muy tiernas y palabras groseras, la discriminación, entre otras alegorías de fuertes connotaciones. Sus obras son bofetadas reflexivas que, aunque exagerados, reflejan sentimientos de nuestra época.farley1

Las figuras de País invisible están llenas de mutilaciones físicas y anímicas, y son deshumanizadas y atemporales. Entrecruzan pasado y presente. Están hechas con líneas que las delimitan como un cuchillo bien cortante y que parecen haber salido de la mano del creador con una pasión incontenible. Esos seres dignos de una película de terror no parecen pertenecer a nada conocido, pero a la vez son el reflejo modificado de nosotros mismos, como cuando se visita alguna casa de trucos con espejos que alteran nuestra apariencia. No obstante, esta vez no dan gracia como para reírnos. Menos cuando Aguilar en una obra pone a darse la mano a dos diabólicos personajes, uno muy blanco y otro bien negro, mientras que otra figura los convoca a jurar que firmarán la paz.

De manera que esta exposición es como adentrarse en la peor de las pesadillas. Cuando sucede es horrible, pero cuando se despierta deja una sensación increíble de alivio. Está en nuestras manos despertar o seguir viviendo ese mal sueño y darle color a ese infierno. Quien no entienda la metáfora dirá que eso de colorear solo les corresponde a los artistas, aunque ahí esté el caso de Farley Aguilar, un creador autodidacta que para el bien del arte contemporáneo decidió tomar el pincel. Habrá quien pensará que Aguilar no pinta bien porque aún solo entiende por arte y buen dibujo a Las Meninas de Velázquez. Pero la obra de este centroamericano va mucho más allá de toda línea y de toda forma.

* Alejando Condis es crítico de arte, periodista y productor de TV. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana en el 2012.

info@alejandrocondis.com

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