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Nicaragua continúa siendo barrera antimaras

maras1Rafael Hernández Cabrera*

En entregas anteriores, analizamos la actividad de las maras o pandillas en El Salvador, en Honduras y Guatemala, esa nefasta organización criminal que en menos de dos décadas se convirtió en una de las organizaciones delictivas trasnacionales más sanguinarias de América Latina al saltar desde su base en Los Ángeles, California, Estados Unidos, a varios países centroamericanos.

Su crecimiento arrollador es comparable a la marabunta, las feroces hormigas migratorias que arrasan todo a su paso y es muy probable que de ahí se haya derivado el término MARA, aunque en la actualidad ya es un sinónimo de pandilla y en poco tiempo extienden sus dominios, al extremo que entre los tres países centroamericanos ya sobrepasan los 100 mil, sin contar los que han invadido el sur de México.

Lo preocupante del caso es que a su llegada a las comunidades desprotegidas, de inmediato se disparan los índices de criminalidad, como el caso de los dos países con mayor tasa de homicidios a nivel mundial, Honduras y El Salvador, y la ciudad hondureña de San Pedro Sula es considerada la más peligrosa del planeta.

Yo le pregunto, estimado Lector: ¿Usted vio la película Marabunta? Si no la ha visto se la recomiendo, así es que no le contaré el final, pero puedo afirmar que ningún organismo social vive para siempre… Ni siquiera la temible marabunta; de tal manera que siempre habrá una manera de combatirla hasta aniquilarla por completo.

Una muralla invisible, pero inescrutable surgió repentinamente en Nicaragua, que ha hecho la diferencia en Centroamérica.

“Nicaragua se ha convertido en una especie de escudo inexpugnable para las maras. Hay que analizar qué es lo que está detrás de ese fenómeno, el que Nicaragua sea una barrera de las maras. Gracias a ellos no nos han llegado a Costa Rica”, afirmó Mario Zamora, director de Migración de Costa Rica.

Para encontrar la razón de esta opinión, basta remontarse a los inicios de las maras en Centroamérica, a principios de los años ’90, durante la presidencia de George Bush padre, quien autorizó la deportación de cientos de jóvenes de origen centroamericano que se encontraban en las cárceles estadounidenses, muchos de ellos habían crecido en Estados Unidos y no entendían una palabra de español. Sin embargo, por ser hijos de indocumentados, fueron expulsados a los países de sus padres, donde les llamaron “Los Bajados”

Ese es el legado de Jorge Bush Sr., para Latinoamérica, nosotros les enviamos trabajadores mojados y él nos devolvió delincuentes deportados; con su peculiar modo de vestir, pantalones extremadamente flojos, camisas holgadas, cabello estrafalario, con sus característicos tatuajes con nombres poco comunes como Whisper, Sniper, Spanky o Smally, de inmediato los “bajados”, despertaron admiración en nuestros jóvenes. A pesar de su apariencia no había un motivo para apresarlos, no hubo intercambio de información consular, eran ilustres desconocidos sin antecedentes, que empezaron a construir su imperio y a extenderse marcando su territorio.

Es en los 80 donde se establecen las diferencias con Nicaragua, pues aunque fuesen indocumentados eran bienvenidos con trato preferencial por razones políticas, dado que como en el caso de Cuba, era un país considerado enemigo del régimen y eran vistos como que escapaban del sandinismo obteniendo asilo político inmediato, mientras que los viajeros salvadoreños -en especial-, pero también hondureños, guatemaltecos y mexicanos, desde el principio se les consideró como “indeseables”, provocando que muchos se involucraran en bandas o terminaran en la cárcel, mientras que de Costa Rica y Panamá no eran muchos los migrantes.

Aunque las deportaciones de centroamericanos empezaron en los 90, no han parado, según información del periodista e investigador Steven Dudley, de “InSight Crime”, que le hace seguimiento al crimen organizado en Latinoamérica y El Caribe: “entre 2001 y 2010 Estados Unidos deportó a 129.726 criminales convictos a Centroamérica, más del 90% al ‘Triángulo del Norte’. Sólo Honduras -un país con población similar a la de Haití- recibió 44.042 deportados en ese período, cualquier país habría hallado difícil lidiar con esas cantidades; además, la información que debería pasarse entre gobiernos cuando ocurre una deportación de criminales, no se intercambió. Resultado: los gobiernos centroamericanos quedaron con un número enorme de criminales en sus manos y sin ninguna información sobre sus expedientes, ni siquiera a qué pandilla pertenecían, el tratamiento diferente a sus compatriotas por parte de EE.UU. contribuyó a que las maras no encontraran terreno abonado en Nicaragua”.

El colega Dudley considera que “Hay algo igual -o más- importante: los cambios sociales e institucionales generados en Nicaragua después de la revolución de 1979”

“La revolución creó instituciones distintas a las que continuaron existiendo en los países vecinos, también hay factores culturales; Nicaragua y sus ciudades son grandes pueblos, donde todo mundo se conoce y la confianza interpersonal no se ha perdido, como sí sucedió en otros países de la región, al contrario, la revolución fortaleció mecanismos de participación, a pesar de las enormes cifras de deportaciones a Centroamérica, las que se han realizado hacia México son mucho mayores; entre 2001 y 2010, Estados Unidos deportó 779.968 criminales a México”, afirma Steven Dudley también resaltó cómo el gobierno de Nicaragua, a diferencia de otros en la región, trabaja más desde las bases hacia arriba, esto convirtió a la sociedad nicaragüense en una intrincada malla de relaciones y solidaridad que le fue imposible penetrar a las maras”.

Sin embargo, el subdirector Antipandillas de la Policía de El Salvador, comisionado Pedro González, aseguró “que algunos pandilleros de su país, principalmente en los departamentos de La Unión y de San Miguel, considerados los más cercanos, han buscado cómo huir a Nicaragua vía Golfo de Fonseca. Según refirió, ya han encontrado pandillas en la isla Meanguera (en el golfo) por eso queremos compartir alguna información con colegas de la Policía de Nicaragua. No quisiéramos que nuestros vecinos también tengan ese problema que tenemos ahora nosotros lamentablemente”

Nicaragua es el referente para Centroamérica, un ejemplo digno de imitar y con toda seguridad acabarán con ese foco reportado en la Isla Meanguera, antes que logren invadirlos, el triángulo norte deberá tomar medidas radicales para combatir el flagelo de Las Maras que ya han entrado en una etapa decadente como ocurre a todo conglomerado y si hasta la Marabunta tiene un ciclo final, nuestras autoridades deberán buscar acabar de una vez por todas con esa plaga humana revestida de tatuajes que tanto daño ha causado a su paso arrollador; no heredemos a nuestros hijos esa lacra social que en este momento se ve contrarrestada, por el combate frontal del Gobierno salvadoreño y los controles migratorios hondureños, por lo menos hagamos algo por restringir su círculo de acción en beneficio de la niñez sin comprometerles el futuro.

* Noticias de Chiapas.

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