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La muerte de Acuario, el libro no reconocido por su autor

 

 Arquímedes González. (Foto: Rosario Montenegro).

Fue la novela que lo dio a conocer como escritor y tuvo una muy buena acogida entre la crítica y su público. Sin embargo, Arquímedes González confiesa que al inicio lo avergonzó.

«Pasé tiempo sin reconocerlo, era como el no nacido, no hablaba de él, lo miraba como que no servía y ahora en la distancia sigo diciendo que tal vez quedé en deuda con ese primer libro, si me hubiera entregado más, me hubiera quedado mejor», se recrimina.

Esta opinión sobre su obra, así como su Premio Centroamericano por la novela El fabuloso Blackwell, refleja la seriedad con que el periodista Arquímedes González ha tomado su faceta de escritor.

Pese al «desamor» de su autor, La muerte de Acuario se ganó su propio camino y fue la que reveló a González como uno de los mejores escritores jóvenes de Nicaragua de estos tiempos.

Durante una amplia entrevista con El Cronista Digital, Arquímedes nos habla de sus inicios como escritor y su evolución desde la publicación de su primer libro hace diez años.

_ ¿Cuándo descubriste que tenías cualidades como escritor?

Creo que desde que me inicié en prensa escrita, siempre me atrajo escribir, por eso me metí a estudiar periodismo. Hice algunos cuentos en el 89, afortunadamente los boté, después no volví a escribir hasta que en el 95 comencé a investigar esto del Jack El Destripador en Nicaragua.

En ese tiempo estaba en La Tribuna, primero quería hacer una crónica periodística y publicarla, comencé a hacer la investigación, pero después era demasiado grande. Después pensé hacer un reportaje de unas dos páginas, vi que era demasiado corto, pensé que ahí podía haber un libro, pero lo dejé porque no sabía cómo hacerlo.

Cuando estaba en Japón (estudiando una maestría en telecomunicaciones), fue una etapa transitoria para escribir, porque ahí comencé a pensar cómo se podía armar la historia, y ahí fue donde nació.

Cuando regresé, venía decidido a escribirla, y lo que hice fue escribir el primer párrafo de cada capítulo y el último de cada capítulo, en eso pasé unos cuatro meses, lo difícil vino después, llenar lo de en medio. Al final salieron como 300 páginas, pero se logró.

En 1995 publiqué un cuento que le envíe a don Pablo Antonio, cuando aún dirigía La Prensa Literaria, se llamaba El hombre del jardín, se lo envié, pero vos sabés que en ese tiempo uno mandaba y mucho después sabías si salía o no. Lo publicó tres meses después, yo estaba muy feliz.

Ese cuento vino a salir en el libro Tengo un mal presentimiento. Me alegra mucho que después de tantos años se pudo sacar en un libro. Después terminé esta idea de Jack El Destripador en Nicaragua con Sherlock Holmes, y fui sacando más ideas hasta ahora que ya voy a tener cuatro libros, el que ganó en Honduras lo van a publicar ahí.

¿Novela o cuento, con qué género te identificas más?

Yo empecé haciendo cuentos, pero era malo al principio y lo dejé de intentar, después vino La muerte de Acuario, Qué sola está Mayté, después fui reuniendo cuentos, de ahí salió el libro Tengo un mal presentimiento.

Pero es difícil hacer un cuento, es más fácil hacer una novela, porque en una novela, vos no tenés el final hecho, en el cuento tenés que tener el final para comenzar el cuento o sea el cuento se comienza desde el final, una novela no.

_ ¿Qué significado tienen cada una de tus obras?

La muerte de Acuario para mi, primero me significó que se podía escribir una novela histórica interesante, porque a veces uno no lee historia porque es muy aburrida, pero si le metés elementos bonitos puede salir interesante.

Con la segunda intenté hacer lo mismo y es la historia de 1960 hasta el 2000 y habla sobre una muchacha que se llama Mayté que se va a Costa Rica huyendo de un huracán y regresa en el mismo momento que ha pasado un huracán.

Con La muerte de Acuario logré hacer una novela histórica con elementos ficticios y agarrando personajes que hay en otras novelas. Al principio no lo vi interesante, pero con el tiempo el libro ha tomado su propio valor.

Siempre digo que tuve mucha vergüenza, y por mucho tiempo no lo reconocí, ese libro era como el no nacido, yo no hablaba de él, porque lo miraba como algo que no servía y ahora en la distancia sigo diciendo que tal vez quedé en deuda.

Para mi sorpresa se imprimieron 4,500 ejemplares y se vendieron sin ningún tipo de publicidad, sin ninguna entrevista, nada. Cuando me avisaron que iban a hacer la segunda, yo les dije: ¿Quiénes lo compran? Estudiantes de tercero, cuarto y quinto año.

Con la segunda edición me invitaron a hacer giras a los colegios y ahí los chavalos estaban muy alegres leyendo el libro, muy emocionados y yo quede bastante emocionado de que a los chavalos les gustara.

Después llegó alguien de Teletica para entrevistarme sobre el libro, hubo un señor interesado que lo presentara en España, bueno hasta ahora el libro sigue ganándose su propio camino, a pesar que yo nunca lo valoré como un libro bueno. El libro ya va a cumplir diez años de haber salido y 8 mil ejemplares vendidos.

¿Periodista o escritor, cómo te sentís más cómodo?

No puedo desvincular las dos, ser periodista me sirve mucho para acercarme a la gente y esa es la ventaja que tenemos los periodistas que todas esas historias las tenemos de primera mano. Entonces al escribir puede surgir un tipo de historia mucho mejor y ese es un lugar que cualquier escritor podría envidiarlo, podés estar en la calle y conocer verdaderamente a la gente.

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