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Centroamérica vuelve a rearmarse

Helicóptero ruso MI 171.

San José.- Con el pretexto de combatir al narcotráfico y a un acuciante menú de mafias del crimen organizado transnacional, Centroamérica se convirtió en los últimos años en un receptor de asistencia y cooperación militar y policial provista por un abanico de socios que, como Cuba y Estados Unidos, China y Taiwán o Colombia y Venezuela, defienden intereses geopolíticos disímiles y que completan aliados regionales y extrarregionales como México, España, Chile, Holanda, Canadá, Brasil, Japón, Israel, Rusia, Gran Bretaña, Corea del Sur, Italia y Francia.

Centroamérica ha caído en otra carrera armamentista como la que inició en la década de 1950. Paralelo a la permanencia de dictaduras militares derechistas apoyadas por Estados Unidos en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, un proceso similar se intensificó en los decenios de 1960, 1970 y 1980 con el combate de Washington a las guerrillas comunistas del istmo, apoyadas por Cuba y lo que entonces eran la Unión Soviética y el campo socialista de Europa del Este.

Las fuerzas castrenses centroamericanas se replegaron a sus cuarteles y dejaron de ser cabeza de gobierno entre 1979 y 1986, pero la situación cambió en 2008 cuando los ejércitos de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua reasumieron funciones de seguridad pública en apoyo a las policías para enfrentar al crimen organizado.

Cifras del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI), con sede en Suecia y catalogado como el más certero centro mundial de monitoreo de presupuestos castrenses, mostraron que el gasto militar total de Centroamérica y el Caribe superó los 7 mil millones de dólares en 2011, un aumento de 2.7% frente al 2010.

«Hay una carrera armamentista en América Latina que incluye a Centroamérica. Es obvio y es terrible», dijo el costarricense Luis Alberto Cordero, de la (no estatal) Fundación Arias para la Paz y el Progreso, organización de esta capital promotora del desarme. «Hay un rearme centroamericano, pero eso no significa que estemos combatiendo bien al crimen organizado», adujo Cordero en una entrevista con EL UNIVERSAL.

Consultado por este diario sobre si para atacar al crimen organizado se requieren millonarios gastos en dólares, el fiscal general de Costa Rica, Jorge Chavarría, contestó: «No».

«Si enfrentamos de manera armada a las organizaciones criminales, lo que vamos a tener es una respuesta más potente que la que podemos nosotros tener, porque ellos tienen mucho más dinero, tienen más capacidad y van más rápido en sus capacidades. Aquí es una lucha de civilización, es una lucha de no permitir que se consolide en ninguno de los territorios de la región una organización criminal, como se ha consolidado en Colombia y como ha ocurrido en México», alegó.

«La región requiere una lucha de decisiones, de valor, de hombres rectos y decididos que usen las armas del Estado de derecho para convertirlo en realidad e investigar, acusar, juzgar e imponer penas y desarticular las organizaciones», recalcó.

Por su parte, el guatemalteco Sandino Asturias, coordinador de la ONG Centro de Estudios de Guatemala, declaró a este periódico que «la política de militarizar el combate al ‘narco’ fracasó y debe revisarse. No hay que poner énfasis en lo militar. Los soldados se reponen y no se debilita la estructura criminal. No debemos seguir esa mal ejemplo».

Por su ubicación geográfica -cerca de países productores de cocaína, como Colombia, Perú y Bolivia, y de Estados Unidos, principal consumidor mundial de drogas- y por la fragilidad o corrupción de sus instituciones políticas, judiciales y de seguridad, Centroamérica sufre una crisis de inseguridad como base clave del narcotráfico, como ruta aérea, marítima y terrestre para el contrabando, así como del «blanqueo» de dinero, el almacenamiento de estupefacientes y otras actividades paralelas.

Frente al crecimiento de los gastos en seguridad, la zona mantiene en distintos rangos de miseria a más de la mitad de sus más de 40 millones de habitantes.

– El desglose

La cooperación extrarregional policial y militar y las ventas armamentistas llegan a Centroamérica en forma de tropas y helicópteros de Estados Unidos, patrullajes de Francia, lanchas de Holanda e Italia, patrullas de China, vehículos blindados de Rusia, soldados, naves y aeronaves de Cuba y Venezuela o radares de España, dentro de un largo listado de proveedores y vendedores de pertrechos y la más variada colaboración foránea.

Estados Unidos, que mantiene desde 1983 en Honduras una base militar donde dirige sus operaciones en el istmo, entregó más de 247.7 millones de dólares en ayuda militar y policial a Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Costa Rica de 2007 a 2012, según la Oficina de Washington sobre América Latina (WOLA), una organización independiente de la capital estadounidense.

En una acción multinacional para interceptar drogas, el Comando Sur del ejército de Estados Unidos, acantonado en Florida, lanzó en enero de 2012 la «Operación Martillo», con efectivos militares de Belice, Canadá, Colombia, El Salvador, España, Francia, Guatemala, Holanda, Honduras, Nicaragua, Panamá y Gran Bretaña, así como estadounidenses. En agosto pasado, Corea del Sur comenzó a evaluar con Centroamérica su colaboración en seguridad regional.

Nicaragua autorizó a finales de noviembre anterior el ingreso de soldados, naves y aeronaves de Cuba, Rusia, Estados Unidos, Venezuela y Taiwán para maniobras militares humanitarias y de adiestramiento en distintas etapas en el primer semestre de este año. Las tropas estadounidenses ejecutarán tareas «previamente planificadas y coordinadas con el ejército de Nicaragua» de represión al narcotráfico.

Rusia -que desde 2009 aportó una ayuda militar superior a los 26.5 millones de dólares al gobierno de Nicaragua- suministró dos helicópteros MI-171 a ese país. En octubre de 2012, la ministra de Gobernación de Nicaragua, Ana Isabel Morales, anunció la compra a Rusia de armas, uniformes y «una cantidad no precisada» de vehículos militares blindados -llamados «Tigr»- para que la policía nicaragüense los utilice en combatir al narcotráfico.

– Pertrechos y capacitación

Guatemala, tradicional receptor de ayuda militar y policial de Israel y Taiwán, tramita desde 2009 ante Brasil la compra de seis aviones militares Súper Tucano, radares y otros equipos de manufactura brasileña para enfrentar el contrabando de drogas. Cerca de 100 soldados de Estados Unidos permanece en Guatemala bajo el «Plan Maya-Jaguar», pacto bilateral suscrito en 1999.

Aviones súper Tucanos hechos en Brasil.

Honduras, que en octubre pasado compró dos lanchas de guerra a Holanda con un préstamo de 62 millones de dólares, busca modernizar su capacidad aérea con la compra de helicópteros Bell 212, de Estados Unidos, y cuatro aeronaves Súper Tucano, de Brasil, en un pedido que gestiona desde junio de 2011 y que incluye radares, guardacostas y lanchas rápidas, entre otros equipos. La meta es combatir al narcotráfico en profundidades del Mar Caribe y otros sectores.

El Comando Sur estadounidense auxilió en 2012 a las Fuerzas Armadas de Honduras para abrir tres bases en ese país con plataformas de helicópteros en unidades militares hondureñas para interceptar drogas y que facilitan el respaldo aéreo en sitios aledaños a zonas de acelerada narcoactividad.

La Fuerza de Tarea Conjunta-Bravo dispone de unos 600 militares estadounidenses para tareas restringidas en combate antidrogas, confirmó la embajada estadounidense en Tegucigalpa a EL UNIVERSAL.

Costa Rica, que en 1948 abolió su ejército y depositó su seguridad en una policía civil, obtuvo asistencia de México, Colombia, Gran Bretaña, Japón, España, Brasil y Canadá en capacitación y asistencia técnica policial. Los canadienses también donaron equipos de radiocomunicación y vehículos, mientras China entregó patrullas, repuestos, equipo médico especializado y construirá una nueva escuela policial, informó a este periódico la viceministra costarricense de Gobernación, Marcela Chacón.

Helicópetero norteamericano Bell 212.

México formó ingenieros de guardacostas y a la policía canina de Costa Rica, e Italia adiestró contra la legitimación de capitales y en combate antimafia. La Unión Europea aportó equipo para la escuela y capacitación a oficiales superiores, agentes de migración y policías Fiscal y de Fronteras. Chile e Israel también han cooperado con la policía costarricense.

– De EU, la principal asistencia

El principal apoyo a Costa Rica provino de Estados Unidos, con capacitación, entrega de lanchas, helicópteros, vehículos, sistemas de rastreo digital, equipos de comunicaciones y seguridad personal, respaldo para construir estaciones navales y aéreas y colaboración técnica.

Panamá, que abolió su ejército en 1992, fue apoyada por Estados Unidos para construir 18 bases aeronavales (ya hay seis en operación), mientras que compró un helicóptero y dos aeronaves estadounidenses. Italia donó seis lanchas. Pese a que carece de fuerzas armadas, policías panameños de fronteras recibieron adiestramiento militar de Colombia en 2012.

Como otro viejo receptor de asistencia militar de Estados Unidos, Israel y Taiwán, El Salvador también está captando ayuda externa y a finales de 2012 recibió tres helicópteros de manufactura estadounidense valorados en nueve millones de dólares. Aeronaves estadounidenses con radares especiales que sobrevuelan la región para detectar de lanchas y aeronaves de narcotraficantes, tienen su sede en la base militar de Ilopango, en El Salvador, desde 2005.

A finales de 2010, el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, anunció la compra de hasta 10 aviones Súper Tucano a Brasil en unos 110 millones de dólares, pero luego desistió de la operación y alegó que destinaría los recursos para atender problemas internos en salud, educación y vivienda porque son «más apremiantes».

Fuente: El Universal de México.

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