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Escuela en Nueva York promueve el cine Centroamericano

Eva Font

Desde sus sedes en la localidad salvadoreña de Suchitoto y Nueva York, una escuela llamada Casa Clementina promueve desde 1996 el cine de América Central, una región que quizás trastocada por los conflictos o la situación económica no cuenta con una tradición en el mundo del séptimo arte.

«En Centroamérica, sobre todo en países como El Salvador, Honduras o Nicaragua, no ha habido una tradición de cine como en otros países de América Latina como México, Argentina o Colombia», dijo Heredia en una entrevista reciente con The Associated Press.
«Cuando la guerra (1980-1992) terminó en El Salvador regresé a mi país con muchas ganas, pero me di cuenta de que en el mundo del cine nada había pasado, y de que si quería volver a mi país tenía que desarrollar algo que me proveyera un ambiente dentro de lo que es el mundo del cine», añadió.

La realizadora decidió entonces poner en marcha el proyecto de Casa Clementina, un centro sin ánimo de lucro que ofrece talleres y seminarios a personas de la región y que a través de su programa Cinema Digital fomenta el uso de nuevas tecnologías como el video.

«Nuestro programa se enfoca mucho en romper el mito de que para hacer cine sólo puedes hacerlo si cuentas con un presupuesto para filmar en 35 milímetros. Nosotros defendemos que, si tienes una buena historia, la tecnología te apoya y tienes opciones para hacerlo, desde con tu teléfono hasta con una cámara profesional», explicó.

«Con esa filosofía hemos desarrollado este programa que ha entrenado a jóvenes y también a adultos, de Centroamérica y en los últimos años también del Caribe, que siempre quisieron tener la oportunidad y no la tuvieron».

Heredia relató que la escuela ofrece cada año un taller o seminario en Suchitoto, donde está la sede física de Casa Clementina y donde los estudiantes acuden en gran parte becados por la misma escuela. Parte de ellos luego viajan a Nueva York a contactar con representantes de la industria como la cadena HBO, el Tribeca Film Institute o el Festival de Cine de Sundance.

«De los 23 estudiantes que tuvimos en Suchitoto en abril del año pasado, diez de ellos fueron a Nueva York. Fue algo muy exitoso por la cantidad de gente que conocieron. Parte del trabajo que hacemos es exponer a los otros países lo que se está produciendo allá (en El salvador), porque no hay conocimiento sobre ello», dice Heredia.

En este caso recuerda que en el Festival Latin Beat de 2011, que organiza el Lincoln Center de Nueva York, la película «Las marimbas del infierno» del guatemalteco Julio Hernández Cordón fue seleccionada como parte del programa.

«Tenemos un jurado internacional para escoger quién viene a las clases de Suchitoto y entre ellas está Marcela Goglio, programadora del Lincoln Center, quien al final acabó escogiendo el trabajo de Cordón para el Latin Beat», explicó Heredia.

Entre otros de los estudiantes que pasaron por Casa Clementina está la costarricense Helen Núñez, quien estuvo en Suchitoto hace un año.

«La experiencia fue muy muy buena», dijo Núñez. «Iba buscando fondos para mi proyecto, un documental sobre la contaminación piñera en Costa Rica, y encontré lo de Casa Clementina. Vi que ayudaba a jóvenes a promocionar sus proyectos con la ayuda de un mentor. Allí nos enseñaron cómo vender nuestro producto. Nosotros venimos del mundo publicitario y es un mundo muy diferente».

Ahora dice que está produciendo su documental porque consiguió los fondos: «Sin su ayuda creo que el proyecto no se hubiera vendido como se ha hecho».

Núñez y su esposo tienen desde hace ocho años una productora, Alpha Channel, que se dedica fundamentalmente a la publicidad.

«Como centroamericano lo que hace Casa Clementina es increíble. Aquí hay muy pocas escuelas de cine. Lo que uno puede estudiar es publicidad», indicó la realizadora. «En Costa Rica por ejemplo, se abrió una escuela de cine hace unos seis o siete años pero aún estamos en pañales».

Otra de las estudiantes que pasó por la escuela es la salvadoreña Alexandra Melgar, quien hizo una pasantía a través de Casa Clementina con la empresa de postproducción de Nueva York Full Circle Post y fue becada para un entrenamiento de producción digital con Future Media Concepts, en Miami.

Melgar relata que estudió administración de empresas al no tener la oportunidad de estudiar lo que en realidad siempre quiso: cine.

«Empecé a editar sola», dijo Melgar a la AP. «Cuando conocí a Paula (Heredia) en el año 2001 estaba haciendo un documental con unos amigos sobre los niños de la calle, le enseñé lo que habíamos hecho y le interesó mi edición, y conseguí una beca; luego ya empecé a estudiar cine en Londres».

«Participé también en una reunión en Nueva York con representantes de la industria y fue bastante importante para conocer, por ejemplo, cuáles son las reglas del juego. Acá no hay una ley del cine; hay muchas cosas que sufrimos por lo que respecta a los derechos de autor».

Y los contactos le han abierto puertas. Melgar dice que la productora Eone de Canadá, que realiza un programa de documentales para National Geographic y el History Channel de Canadá, la contactó interesada en la historia de un volcán en su país, hoy el lago Ilopango, para que se encargara de la producción local.

«Los esfuerzos de Paula y Casa Clementina por apoyar la cultura de cine producido por nosotros mismos han influido de manera enorme a todos aquellos que veíamos que esto era imposible de hacer», valora.

Melgar colaboró en varios proyectos de Heredia, como el documental sobre mutilación genital «África despierta» y el corto «Pájara pinta», un proyecto que fue fruto de la colaboración de Casa Clementina para reconstruir una escuela de la localidad salvadoreña de El Cantón-El Limón, destruida por el terremoto de 2001.

«Queríamos hacer algo y ofrecimos hacer un taller de cine a los niños, pero primero había que construir la escuela. Fue un proyecto que duró cuatro años porque tuvimos que conseguir el dinero para reconstruir el centro», señaló Heredia.

Con la escuela ya en pie, Casa Clementina hizo un taller y se acabó haciendo un corto, «Pájara pinta», en el que, recuerda Heredia, «las maestras eran directoras de casting y hubo padres que hicieron de producción».

«Ahora la película la usan para buscar fondos», añadió.

En otro caso similar, Casa Clementina involucró a la comunidad en el documental «Alborada», que se estrena este año.

«Es un documental con aspectos de ficción basado en los diarios de mi madre cuando fue una guerrillera», dijo Heredia. «Habla también de la historia del pueblo, Suchitoto, y de la experiencia de éste durante la guerra y cómo la ha superado».

«Es un proyecto laboratorio que he usado para entrenar a toda la gente con la que trabajo en Suchitoto», continuó. «Tenía que participar un joven para hacer el sonido y como me canceló llegó un chavito (muchachito) que me dijo que tocaba las campanas de la iglesia y reparaba el micrófono al cura. Le dije que había llegado en el momento adecuado; se le entrenó y en dos días ya empezó a filmar».

Heredia recalcó el hecho de que en Casa Clementina ven el cine como algo integral con la sociedad.

«Nos involucramos con la comunidad para que cuente sus propias historias o se beneficie del producto final, eso es parte de nuestra filosofía», dijo la fundadora de la iniciativa.

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