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Canal por Nicaragua, nueva economía mundial, factibilidad de guerra mundial

Gerónimo Pérez Rescaniere

Una de las noticias más importantes de la historia moderna, tal vez la más, se está produciendo hoy: es la aprobación por el Parlamento de Nicaragua de la apertura de un canal interoceánico que uniría, teniendo por centro el lago Nicaragua, los océanos Atlántico y Pacífico.

Abra los ojos y los oídos cuando vea la noticia porque, repetimos, es la más importante, o una de las más producidas en el mundo porque abre una nueva etapa de la historia económica del mundo, etapa en cuya gestación tuvo mano eficaz el Presidente Chávez y es apoyada por Venezuela, como lo expresó el presidente Nicolás Maduro. Quizá es el más grande trabajo del Presidente Chávez aunque de los menos conocidos.

Es también o puede ser la más peligrosa, la apertura de ese canal interoceánico despertará las inevitables reacciones adversas de Estados Unidos. La paranoia, la percepción de decadencia económica inminente, también la de factibilidad de una nueva Guerra de Secesión, acosará al poder norteamericano, que clausuró Nicaragua para siempre y ahora ve que se aprueba una concesión a la China para su construcción.

Pero hay algo más. Se está golpeando la globalización en la medida –trascendental– en que ésta es financierización de la economía, porque canal interoceánico significa lo contrario, potenciación de la economía industrial al hacerse barato el transporte masivo. Hay, pues, debilitamiento comparativo de su rival, la economía financiera, que había triunfado desde 1989 con la globalización.

DENTRO DE CONTAINERS

Veamos la mecánica de los canales situándonos, en un ejemplo, en el lustro previo al estallido de la Primera Guerra Mundial. En punto a calidad, las manufacturas alemanas aplastaban literalmente a sus competidoras norteamericanas, británicas o francesas en todos los mercados. Pero esa competencia liberal, de producto a producto, podía ser frenada, la producción podía ser “esperada en la bajadita”, como se dice en el lenguaje coloquial venezolano. ¿Cómo? Imaginemos una fábrica alemana de máquinas de coser. A partir de unas pocas piezas de metal fundido, pintadas al horno y correctamente ensambladas, agregándoles una correa de cuero, tenemos una máquina. Imaginémosla sólida, pintada de negro con el logotipo en dorado, ofreciendo ser perfecta y eterna en el trabajo. Vale muchísimo más de lo que costó, aún incluyéndole en la factura los gastos de capitalización, facturación, secretaría, entre otros, pero todavía la fábrica no ha recibido nada por ella. Para convertirla en dinero la máquina tendrá que ser empacada y trasladada hasta el cliente final. Si la empresa es mediana, distribuye sus máquinas dentro del país, pero si es grande, las envía a otros países. Para tal caso, la máquina es trasladada al puerto, donde se la coloca dentro de containers, que son subidos a un barco. La nave, cargada con numerosos contenedores con muchas máquinas terminadas adentro cada uno –una fortuna inmensa– atraviesa el océano Atlántico, en dirección, por ejemplo, al Perú o a la costa del Pacífico norteamericana o a los mercados de Rusia o China.

Si encontrara cerrado el canal de Panamá por el propietario norteamericano, como efectivamente lo está, y el paso Sur por el propietario inglés, apostado en las islas Malvinas, deberá devolverse a Alemania. La industria maquinera tendrá que ser más pequeña, estará castrada. Y esto le sucederá a todas las industrias de Alemania, a toda Alemania. Tenemos un país asfixiado y tenemos el origen real de la Primera Guerra Mundial.

El destino de Nicaragua es canalero. Haga memoria, recuerde que al tiempo que caía la URSS caían los sandinistas del poder en Nicaragua. La edición de El Universal, de Caracas, que trae esa noticia, inserta en la parte superior derecha de la primera página, un recuadro con la siguiente noticia: “Última hora, el gobierno sandinista da concesión para el canal nicaragüense a la Mitsubishi”. Debió ser un intento desesperado, un quemar el último cartucho. Poco después, los sandinistas entregan el poder y de la concesión poco se volverá a hablar.

LOS VERDADEROS CIEN AÑOS DE SOLEDAD

El canal por Nicaragua es el instrumento cabal y necesario para que el bestial poder industrial chino se imponga en el mundo durante las próximas décadas. Y junto al chino se expandirá el poder industrial latinoamericano, cesará lo que Gabriel García Márquez metaforizó con la frase “cien años de soledad”, y el párrafo que cierra su libro: “Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la tierra”. El vínculo entre la novela de Macondo y el tema canalero es total, su ambiente es la Guerra de los mil días colombiana, el coronel Aureliano Buendía está moldeado en base al general Rafael Uribe Uribe, de aquella guerra que tuvo por objetivo y por desenlace el canal de Panamá y también el de Nicaragua, que concluyó con la pérdida de Panamá por Colombia y de paso por América Latina, como se verá en próximos desarrollos de este artículo.

Leamos el cable de la agencia EFE al respecto, firmado por José Manuel de la Maza:

“El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, envió a la Asamblea Nacional de este país centroamericano un proyecto de ley que entrega al consorcio chino HK Nicaragua Canal Development Investment Co., con sede en Hong Kong, la concesión para la construcción y gestión del llamado Gran Canal Interoceánico por un periodo de 50 años, prorrogable por otros 50. El gobernante Frente Sandinista controla el Parlamento unicameral, por lo que el proyecto, valorado en 40 mil millones de dólares, será aprobado sin inconvenientes.

“Siento que después de tantos siglos de estar luchando para que se convierta en realidad este canal, por fin nos vamos acercando a ese momento histórico para el bienestar del pueblo nicaragüense”, dijo un sonriente Daniel Ortega la noche del miércoles, en un acto oficial en el que recibió las cartas credenciales de los embajadores de Arabia Saudita, Kuwait, Canadá, Brasil y Suiza. En el acto, Ortega no se anduvo con ambages, e hizo un guiño a árabes y brasileños para que se interesen por el Gran Canal. “Estoy seguro que Brasil se va interesar en el proyecto”, lanzó el exguerrillero sandinista al nuevo embajador, Luis Felipe Mendonza, quien se comprometió a entregar a la presidenta Dilma Rousseff los detalles del proyecto.

El documental legal enviado el miércoles por Ortega a la Asamblea Nacional podría ser aprobado el próximo martes. Ese documento, de 44 páginas, ha sido presentado por el gobierno de Ortega como el instrumento jurídico que “contribuirá a facilitar la inversión, financiamiento, diseño y construcción” del canal.

El proyecto de ley establece que el canal contará con dos puertos de aguas profundas; uno en el Caribe de Nicaragua y otro en las costas del Pacífico; un oleoducto; un “canal seco” formado por vías férreas para el transporte de mercancías de costa a costa; dos zonas de libre comercio, una en las costas caribeñas y otra en las del Pacífico; además de las infraestructuras que la empresa a cargo del proyecto estime necesarias”.

Pero no todo es sonrisas, el diario israelí Haaretz escribió: “El plan ha despertado preocupación en Washington, y los EEUU están llevando a cabo esfuerzos clandestinos” para dificultar el avance del proyecto.

Otro párrafo del despacho habla del Presidente Chávez. Lo hace a propósito de una tensión surgida entre Nicaragua y Costa Rica por exploraciones nicaragüenses en el río San Juan, que es la vía milenaria –construida por la Geología– para ese canal paralelo al de Panamá, cuyo trazo se puede ver observando el mapa: hay un lago grande en el centro de Nicaragua. Del lago baja el río San Juan, que es un canal natural. En el lado opuesto, entre el lago y el Pacífico queda una cintura de tierra muy delgada. Pocos, muy pocos trabajos de ingeniería harían falta para construir el canal de Nicaragua. El problema es pues más que técnico.

El roce costaricence-nicaraguense sucedió hace algunos meses pero la mecánica no es nueva, existe desde el origen mismo de ambos países, cuando la corona española colocó lo que la retórica de entonces llamaba “la manzana de la discordia”, bautizando Nicaragua a la tierra que está al norte del río San Juan y Costa Rica a la que está al sur cuando que en verdad son la misma, es como decir, el estado Bolívar en un país y Venezuela es otro y para que circulen las barcazas con el hierro del cerro Bolívar por el río Orinoco se requiere la autorización de ambos. ¿Para qué fragmentó así España? La historia es elocuente: desde 1821 cada vez que Nicaragua ha dado una concesión para el canal, Costa Rica se ha opuesto, y cuando Costa Rica lo ha dado, Nicaragua ha cuestionado el derecho costarricense a ello. Resultado: el canal no existe.

CAMBIO EPOCAL

Es casi imposible transmitir en una hoja de papel la inmensidad de lo que está en juego: baste decir, como primer apunte, que Nicaragua es más rica que Venezuela. Leyó bien, Nicaragua es más rica que Venezuela porque Venezuela tiene petróleo y Nicaragua y Costa Rica tienen un canal interoceánico, que es la llave de la industrialización de todos los otros países del mundo.

Además de ser vista por el Libertador, la importancia de los canales centroamericanos interesó a Cristóbal Colón, que en su cuarto viaje intentó cruzar a Nicaragua, también interesó a Carlos Quinto, quien ordenó hacer el de Panamá, también a Inglaterra, a Washington, a los que hicieron el atentado contra la vida del Libertador, a Napoleón Tercero, constructor del canal de Suez, a Cipriano Castro, a Augusto César Sandino, a Tacho Somoza y sus hijos, que cobraron por mantenerlo clausurado. A Carlos Andrés Pérez.

Nunca se lo ha construido. ¿Por qué? Las causas ocupan parte de mi obra De Cristóbal Colón a Hugo Chávez Frías. Se examinarán en futuros artículos de esta serie.

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