Secretismo empaña proyecto del canal
Frank López Ballesteros | El Universal
La construcción de un canal interoceánico por parte de Nicaragua ha levantado polémica dentro y fuera del país por el impacto de la megaobra, no solo en lo comercial o en la ecología, sino por los vicios y falta de transparencia del Gobierno del presidente Daniel Ortega al presentar el proyecto.
La decisión del Congreso de Nicaragua, controlado por el Frente Sandinista, de Ortega, de aprobar la concesión para el proyecto a un empresario chino, otorgándole facultades de Estado que van desde expropiaciones hasta ganancias, significó para la oposición «regalar» la soberanía de la nación.
Por el momento la ley aprobada de forma expedita no indica una ruta para el canal, no da detalles sobre la financiación, viabilidad económica o impacto ambiental, además que deja al Gobierno prácticamente al margen de la obra.
La edificación de un canal interoceánico que una al Pacífico con el Atlántico en Centroamérica es un proyecto que Ortega luce dispuesto a ejecutar, y estaría listo en diez años a un costo estimado de $40.000 millones con los que no cuenta.
Un nuevo canal interoceánico con sello chino sería la gran catapulta para consolidar el poder de China en Centroamérica, además de constituir una jugada geopolítica que redefiniría el sector marítimo que transa 90% del comercio mundial.
De lograrse una financiación absoluta por Pekín, los chinos tendrían mayor acceso al mercado de América, y competiría con EEUU por rutas comerciales clave en un momento en que ambos países se debaten el liderazgo económico mundial.
Especialistas dudan que el gran canal de Nicaragua pueda convertirse del todo en un rival del Canal de Panamá, por donde transita 8% del comercio marítimo global y gracias al cual Panamá dinamiza 75% de su economía de servicios
El canal de Nicaragua sería tres veces más largo que el de Panamá (de 80 kilómetros), además que la topografía es compleja para la construcción.
Decisiones inconsultas
Ortega, sin licitación alguna, entregó de manera formal este viernes a la empresa china HK Nicaragua Canal Development Investment Company (HKND Group), radicada en Hong Kong, los derechos exclusivos para diseñar, construir y operar el canal hasta por 100 años.
Entre los aspectos polémicos de la ley en beneficio de HKND se libera a los inversionistas de sanciones de todo tipo si llegasen a incumplir sus obligaciones, y el Gobierno está obligado a renunciar a cualquier derecho de inmunidad soberana.
Por el momento el Gobierno trabaja para que su proyecto gane credibilidad. HKND Group ha reconocido que no tiene experiencia en el ramo, aunque su dueño, el chino Wan Jing, tiene negocios en el país en el sector de las telecomunicaciones.
Grupos ecologistas advierten que la magnitud de esta obra causará daños al ecosistema, pero el Gobierno promete solventar las contrariedades.
Nicaragua estima que en 2014 estará listo el estudio de viabilidad y un año después arrancaría la construcción, reportando un crecimiento de hasta 5% en el PIB, que se ubica hoy en 18 millardos de dólares.
La lucha por la transparencia en una megaobra multimillonaria como esta será clave para su viabilidad, tomando en cuenta sonados casos de corrupción vinculados a los Ortega y a su círculo político.
La búsqueda de inversionistas extranjeros será clave. El mandatario ha hecho un llamado a empresas y gobiernos como los de EEUU y Brasil para que pongan su dinero en el canal, pero sin duda expertos creen que Ortega está mirando hacia China para la financiación del proyecto interoceánico.
Entre 2005 y 2010 China otorgó $86.000 millones en préstamos a países latinoamericanos, en su pulso por asegurarse proveedores confiables de energía, por lo que el canal resultaría un objetivo fiable en su meta.
De concretarse, sin duda, favorecerá a la economía de Nicaragua, pero en lo político, adonde también mira Ortega, será su mejor arma para ganar votos, manipular, y en muchos casos, ocultar sus errores.