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China en el “patio trasero” de EE.UU.

* Norteamérica plaga sus inversiones de condiciones, mientras que el país asiático pone pocas y hace énfasis en la contratación de trabajadores chinos en detrimento de mano de obra local

Natan Levy
BNamericas

Los juegos globales de influencia política y económica de alto riesgo que practican tanto EE.UU. como China se han desarrollado en diferentes ámbitos. Mientras EE.UU. ha puesto su énfasis en volcarse a Asia para contrarrestar el crecimiento de la economía y la presencia militar de China, los chinos se han dedicado a asegurar recursos naturales para las próximas décadas invirtiendo en África y, más recientemente, en Latinoamérica y el Caribe (LAC).

Un artículo de opinión editorial publicado en el China Daily afirmó que EE.UU. ha estado ciego a este reciente crecimiento de la inversión y el financiamiento chino en lo que durante mucho tiempo ha considerado como su propio patio trasero.

Escrito por Kevin Gallagher, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Boston e investigador del Instituto Global de Desarrollo y Medioambiente, el artículo pone de relieve la diferencia en los enfoques con respecto a LAC como demuestran los recientes viajes a la región del vicepresidente estadounidense, Joseph Biden, y el presidente chino, Xi Jinping.

Mientras las ofertas de EE.UU. se basan en una triple forma de la condicionalidad -desregulación del mercado financiero, cláusulas sobre propiedad intelectual que por su naturaleza favorecen las empresas estadounidenses y la capacidad para hacer cumplir los acuerdos legalmente- las ofertas chinas presentan pocas condiciones, de acuerdo con Gallagher.

Las últimas ofertas chinas de más de US$5.300mn incluyeron US$3.000mn en compromisos con países del Caribe para infraestructura y energía, US$1.300mn en préstamos y líneas de crédito para Costa Rica y una línea de crédito de US$1.000mn otorgada por el Banco de Exportación e Importación de China a México para la petrolera estatal Pemex.

Esto sin contar los US$86.000mn en financiamiento que según el editorial ha aportado China a la región LAC desde el 2003.

Ahora bien, si se toma esa cifra como lectura, resulta mayor que la provisión de financiamiento del Banco Mundial, el BID o el US Export-Import Bank.

Sin embargo, la condicionalidad aparece de nuevo como un diferenciador clave. Según un vocero del US Export-Import Bank, la cifra de US$86.000mn no es compatible con la Organización Mundial de Comercio (OMC) si se subvencionan los préstamos, ni cumple con las pautas de financiamiento a la exportación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y, por lo tanto, no puede ser verificada.

Dicho de otra manera, ¿qué porcentaje de los US$86.000mn incluyó condiciones de pago y cuánto se otorgó como subvención?

Tomemos el ejemplo informado por el diario británico The Guardian sobre un caso ocurrido en el 2010, cuando Argentina anunció que planeaba aplicar un impuesto sobre los zapatos chinos baratos para proteger a los productores locales. China suspendió debidamente un pedido de más de 2 millones de toneladas de aceite de soya de Argentina alegando motivos de seguridad. A medida que el apalancamiento chino aumenta, ¿se puede afirmar realmente que no hay condiciones asociadas al financiamiento del país asiático?

Otras condiciones para el financiamiento a menudo incluyen el requisito de que se contrate a empresas chinas para llevar a cabo la mayor parte del trabajo, lo que plantea la interrogante de qué beneficios obtiene la mano de obra local.

La realidad bien puede ser más matizada, pero también se puede ofrecer una explicación más sencilla. Durante años, EE.UU. ha vendido su deuda a China. En medio de déficits insostenibles y de una irresponsable y miope gestión de su economía, EE.UU. se ha visto en deuda con una economía china más fuerte que es capaz de planificar a largo plazo y perseguir sus objetivos de obtención de recursos para sus ciudadanos en el mismo término.

Si bien en el pasado los países de la región LAC tenían una sola opción para el financiamiento, ahora se puede decir que están relativamente atrapados por dos opciones, una que especifica las condiciones de antemano y otra que también puede exigir su deuda de otra forma en el futuro.

Hasta que la región se vuelva menos dependiente de la inversión extranjera directa, tendrá que elegir. Y la mejor alternativa dependerá del punto de vista ideológico, aunque ambas tienen condiciones, ya sean políticas o económicas.

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