Nicas entre chicas “prepago” de cárcel costarricense
* La mayoría son ticas, pero hay además colombianas, dominicanas y cubanas. Muchas de las locales son empresarias, presentadoras y modelos
Mujeres nicaragüenses que habitan en Costa Rica, son señaladas como parte de un grupo de “chicas prepago” que ofrecen servicios sexuales en la cárcel La Reforma, del país vecino, donde incluso han habilitado tiendas de campaña para tales menesteres.
Las que obtienen mayores ganancias, sin embargo, son reconocidas empresarias, presentadoras e incluso modelos ticas que prácticamente “trabajan” para un grupo de privados de libertad, a los que aparte de hacerles la vida en prisión más cómoda con sus caricias, funcionan como operadoras financieras de algunos capos de la droga.
El grupo principal está conformado por diez costarricenses y algunas extranjeras, entre ellas colombianas, dominicanas, nicaragüenses y cubanas, quienes visitan los reclusorios masculinos bajo pedido de los internos que ofrecen pagar por relaciones sexuales.
Esas grandes empresarias están dedicadas exclusivamente a “cuidar” la billetera de esos hombres de la mafia, les manejan sus cuentas, inclusive a nivel internacional cobran rentas en viviendas de alquiler y hasta realizan depósitos a cuentas fantasmas.
Diario Extra asegura que tiene en su poder una lista de mujeres entre las que destacan presentadoras de televisión, modelos de pasarelas, bailarinas y profesionales que acostumbran a visitar reclusos a cambio de jugosas sumas de dinero.
Una de las causas por las que algunas de estas mujeres acceden a tener relaciones sexuales con otros internos, es el pago de los adeudos de sus parientes por consumo de droga, protección u otros beneficios dentro del penal y, en su caso, para ajustar los gastos de sus internos y poderles dejar algo de efectivo para su sobrevivencia semanal.
Asimismo, entre todas estas personas quienes ingresan los sábados y domingos de visita, también entran prostitutas que se hacen pasar por parientes de los reos, ellas tienen contacto sexual por una tarifa mínima de ¢50 mil y las relaciones se dan en las denominadas “covachas”.
Poderosa red
Esa “sociedad comercial» es al parecer conocida por las autoridades de Adaptación Social, donde según dijo su director, Manrique Sibaja, se investiga esa versión que para nadie es un secreto que existe.
«Lo que hay son sospechas de que pudiera existir un grupo dedicado a ese ilícito, pero aún no hemos identificado nada, a lo interior de la institución estamos más rigurosos con las personas que ingresan”, explicó.
Sibaja mencionó que en el paso ingresaban personas a visitar reos sin tener algún parentesco, por lo que se presume fue ahí donde se empezaron a realizar los contactos.
Se trata de un servicio de prostitución que se brinda a través de un catálogo conformado por fotografías de mujeres dedicadas a bienes raíces en su mayoría, las cuales cobran una tarifa mínima por visita al penal y en algunas ocasiones ellas permanecen dentro del ámbito más tiempo de lo permitido, claro que el precio se incrementa considerablemente.
Estas damas de compañía son contratadas por los denominados padrinos, que sirven de intermediarios y ahora por Internet, especialmente para fiestas y reuniones que se dan en el mismo centro penitenciario y donde según los mismos reos participan altos funcionarios de Adaptación Social.
Se tiene conocimiento que algunos de los internos tienen una tarifa distinta, dependiendo del servicio sexual que se les dé.
Novias del narco
Un privado, quien aseguró ser narcotraficante y que por razones de seguridad pidió omitir su nombre, admitió que tiene a su cargo una red de mujeres y reos que pagan por estar íntimamente con ellas.
El recluso habló sobre su relación con algunas famosas empresarias y aseguró que tras las rejas se mueven, aparte de los cuerpazos, grandes cantidades de dinero que le han ayudado a vivir “cómodos” en prisión.
A una pregunta directa, respecto al supuesto romance con una modelo famosa por sus presentaciones de reconocidas marcas de ropa íntima, aseguró que son novios desde hace varios meses.
“Es una mujer maravillosa, la quiero mucho. Me siento bien a su lado; es muy cariñosa, es un sentimiento que de un lado y de otro es recíproco. Me da lo que necesito, es buena compañía. Ha estado conmigo en los momentos difíciles, sé que puedo contar con ella y se lo agradezco”, explicó.
El enamorado agregó que la mujer llega cada 15 días y siempre porta ropa nueva y accesorios que le compra cada vez que puede, mientras ella le manda comida de restaurante.
Las mujeres son requeridas a través de una red que opera a gran escala y que se acomoda a diferentes estilos y gustos de los privados.
La información de carácter extraoficial señala que las “damas de compañía” cobran entre 75 mil y 500 mil colones por los servicios ofrecidos dentro del penal y donde un reo se deja un porcentaje por la puesta de muchachas.