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El interés ruso en Managua

* “… si Colombia insiste en no cumplir el fallo y usar su superioridad militar para defender su soberanía, y ordena la militarización de la zona —con sobrevuelos, corbetas y demás—, los nicaragüenses también pueden hacer frente por esa vía militar, con el apoyo de Venezuela y de Rusia”

Daniel Salgar Antolínez
El Espectador

Desde que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) emitió un fallo el 19 de noviembre de 2012, en el cual trazó la nueva frontera marítima entre Colombia y Nicaragua, el diferendo jurídico entre ambos países ha devenido en un problema político, diplomático, y cada vez se asemeja más a los que algunos llaman un ‘juego disuasivo de fuerzas militares’. Desde que los nicaragüenses anunciaron que el próximo año autorizarán el ingreso de tropas, naves y aeronaves militares de Estados Unidos y Rusia, para realizar operativos antinarcóticos en las aguas que les entregó la CIJ, en Bogotá crece la preocupación por las acciones de Managua en compañía de las potencias.

A juicio de Carlos Ardila —experto en armamento que fue consultor del Centro Regional de Naciones Unidas para el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (Unlirec) y es profesor de la Escuela de Guerra—, el anuncio preocupa porque pueden chocar los intereses de Colombia no solo con los nicaragüenses y los rusos, sino con Estados Unidos. En todo caso, dice, no es muy acertado hablar de un juego de disuasión de fuerzas: “Nicaragua no tiene un poder naval suficiente para disuadir, no tiene buques con capacidad misilística ni submarinos. Su armada está organizada con buques muy pequeños, unas patrulleras españolas, francesas, rusas, que no le dan capacidad estratégica importante. No tienen aviones ni helicópteros de combate sino de transporte”.

Lo que inquieta a Colombia no es tanto un posible enfrentamiento, sino el acercamiento de Nicaragua con Rusia. Explica Ardila que, sin embargo, esas relaciones no son nuevas: desde el triunfo de la revolución sandinista, los soviéticos dotaron a Managua para formar su ejército. “Aunque están con mal mantenimiento, los nicaragüenses aún tienen tanques y helicópteros de fabricación soviética”. Las relaciones se han mantenido y últimamente la presencia rusa aumentó en el país centroamericano.

Tampoco es nuevo el interés ruso en las operaciones antinarcóticos en la región. En febrero del año pasado, el director del Servicio federal de lucha contra el narcotráfico, Víctor Ivanov, hizo una visita para proponer a las autoridades de México, Nicaragua, El Salvador, Cuba y Panamá, la fundación de centros especiales para formar agentes de policía, con base en los programas educativos rusos. En San Salvador, con el secretario general del Sistema de la Integración Centroamericana, firmó un protocolo de cooperación en lucha contra la delincuencia transnacional y el tráfico mundial de cocaína.

Después de emitido el fallo de la CIJ, el comandante del Ejército nicaragüense, Julio César Avilés, dijo que Managua deberá adquirir “material bélico para custodiar esos nuevos y reivindicados mares”. Anunció que se visitaron astilleros en Rusia y las primeras adquisiciones habrían sido cuatro navíos de US$45 millones, con cañones de 76 milímetros y cañones con misiles teledirigidos.

En las últimas semanas, las alarmas estuvieron encendidas en Colombia por el supuesto sobrevuelo no autorizado sobre el espacio aéreo colombiano de dos bombarderos rusos Tupolev 160, que viajaron de Caracas a Managua en plena visita del viceministro ruso de Exteriores a Nicaragua (donde celebró y apoyó la construcción del Canal Interoceánico nicaragüense). También por las declaraciones de dos oficiales rusos (desmentidas luego por la cancillería de su país) que dijeron que apoyarían a Nicaragua en un eventual conflicto con Colombia. Y por el anuncio de que rusos y estadounidenses patrullarán las aguas nicaragüenses en operativos contra el narcotráfico.

Carlos Martínez, analista de seguridad y defensa, dice que no hay forma de definir si el sobrevuelo fue intencional o no. “Lo cierto es que queda demostrado que, si Colombia insiste en no cumplir el fallo y usar su superioridad militar para defender su soberanía, y ordena la militarización de la zona —con sobrevuelos, corbetas y demás—, los nicaragüenses también pueden hacer frente por esa vía militar, con el apoyo de Venezuela y de Rusia. Nicaragua es muy inferior militarmente, pero muestra que no está sola. Si el planteamiento es de militarización y no aplicación del fallo, ¿qué otras reacciones podemos esperar de Managua?”

Pese a las demostraciones militares de uno y otro, un enfrentamiento está demasiado lejano, y aún más lejana la participación de los rusos en un eventual conflicto. El interés ruso, a diferencia de los años 60 cuando los soviéticos tenían sus misiles nucleares en Cuba listos para atacar a Estados Unidos, ahora es netamente económico. Rusia ya no es un modelo socialista, sino uno capitalista inserto en las dinámicas de la economía global. Además, al firmar contratos de armamento y acuerdos de defensa, los rusos han aclarado que no tiene un interés intervencionista ni pretenden alterar el equilibrio de fuerzas regional.

Venezuela es hoy el principal cliente de Rusia en la región y tienen un poderoso arsenal que incluye artillería, misiles antiaéreos, aviones, tanques y submarinos rusos. Anatoli Isaikin, jefe de Roboronexport –la corporación estatal rusa para la exportación de armamento–, dijo que para mayo de este año Rusia había vendido a la región armas por US$14.500 millones. De esos, US$11 mil millones correspondían a contratos con Caracas. También aclaró que el grueso del arsenal venezolano es de fabricación rusa.

Con Venezuela como su principal cliente en Suramérica y Nicaragua como su enclave en Centroamérica, los rusos tienen otro incentivo para acercarse a Managua: la construcción del Canal Interoceánico Nicaragüense, un multimillonario proyecto cuyo contrato fue firmado entre el gobierno de Daniel Ortega y una empresa china antes de que se emitiera el fallo de la CIJ. Carlos Ardila explica que, “si uno mira la teoría del poder marítimo, los americanos han logrado dominar el océano, sobre todo el pacífico a través del Canal de Panamá, por donde mueven su flota en tiempo corto. Para el resto de los países es más difícil. Tener en Nicaragua un canal alterno es atractivo para los rusos, porque no tienen muchas aguas calientes y gran parte de su flota está en puerto en época de invierno. Ese canal les permitiría moverla y obtener influencia sobre los dos océanos”.

A Rusia, como a cualquier potencia, le interesa aumentar su prestigio mundial. Su participación en foros como el G8 y el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) le ha dado un nuevo impulso en la política y economía internacionales. Latinoamérica es una región más donde se le abren puertas. A juicio del profesor ruso Louri Gorbanev, de la Universidad Javeriana, América Latina no es prioridad para Moscú. “Sin embargo, a Moscú le complace que la región adquiera peso político y económico, se transforme en un jugador independiente en asuntos internacionales, en un importante centro en el nuevo mundo multipolar. Por eso Moscú abandona los estereotipos de la Guerra Fría y empieza a considerarla como un aliado político y comercial. El intercambio comercial en los últimos 10 años creció casi tres veces y llegó a US$16,2 mil millones”.

La prueba de que los rusos tienen, como dice Gorbanev, una actitud pragmática centrada en el comercio e inversiones y no un interés ideológico o geopolítico, es el amplio espectro de su mercado de armas, que va mucho más allá de Venezuela y Nicaragua. Serguéi Ladiguin, jefe del Departamento Regional de Rosoboronexport, ha dicho que en los últimos años, además de esos dos países, se intensificó la cooperación con Cuba, Colombia, México, Perú, Ecuador y Uruguay, y se firmaron contratos importantes con Brasil y Argentina para el suministro de equipos aéreos. El viceministro ruso de Defensa, Anatoli Antónov, ha dicho que el único país de la región que no tiene helicópteros rusos es Chile.

Ayer, después de la reunión de Santos con Obama, el presidente colombiano anunció que EE.UU. y Colombia triplicarán la asistencia mutua en seguridad a otros países de Latinoamérica y el Caribe. Washington y Bogotá cooperan ahora en operaciones contra el tráfico de droga en cuatro países de Centroamérica. Según la Casa Blanca, el nuevo plan abarcaría seis, también en el Caribe, e involucraría 152 actividades de capacitación. Así, rusos y estadounidenses estarán presentes en la lucha antidrogas en la región.

Lo paradójico es que, en los últimos años, la estrategia estadounidense de seguridad regional abrió algunas puertas para los rusos. Como apunta Carlos Martínez, “la venta de armas de EE.UU. ha venido condicionada a políticas. “En el caso de Colombia, vendían armas pero exigían tener una política de lucha contra el narcotráfico, poner bases militares y reactivar la Cuarta Flota; ésta no solo permite vigilar temas de seguridad regional en el atlántico norte sino en el atlántico sur, justo al frente de Brasil, en una zona donde se ha descubierto petróleo. Ese es un ejemplo de cómo se afecta la geopolítica y el equilibrio de fuerzas”.

En paralelo, dice Martínez, Washington cerró las puertas a Venezuela para la adquisición de repuestos para aviones F-16, y en parte por eso los venezolanos reemplazaron esas aeronaves por los Sukhoi rusos. Venezuela también intentó comprar aviones Tucano y Supertucano a Brasil, pero no pudo porque EE.UU. no lo permitió. “Eso demuestra un manejo desequilibrado de la seguridad regional por parte de EE.UU. y se remonta a la cuestión cubana: ¿qué hace un país al que bloquean? Venezuela y otros estados en desestabilización permanente tienen que buscar otros proveedores. La entrada de Rusia es en parte una respuesta de los países que no han podido abastecerse”.

dsalgar@elespectador.com

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