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Al segundo intento encontró a hijo en México

Doña Narcisa abraza a su hijo Eugenio Marcelino.

* Nicaragüense de la Caravana de Madres Centroamericanas, narra cómo se reencontró con su hijo 10 años después

Arturo Ascención
CNN México

Narcisa del Socorro Gómez, de Nicaragua, abraza a su hijo después de 10 años en los que vivieron a varias naciones de distancia y sin saber de su mutuo destino.

Durante su estancia en el Distrito Federal, una de las 22 localidades que tiene previsto recorrer la novena Caravana de Madres Centroamericanas, Narcisa relata cómo volvió a encontrarse con Eugenio Marcelino, que llegó a México en su búsqueda por el ‘sueño americano’ cuando apenas tenía 16 años.

“Yo le había dicho a él que no se viniera, y no me hizo caso”, dice al referir los peligros que enfrentan los inmigrantes centroamericanos en su paso por territorio mexicano. Pero Eugenio Marcelino consideró que valía la pena intentarlo.

Eugenio Marcelino, ahora con 26 años, no ofrece muchos detalles sobre la ruta que tomó para intentar llegar a Estados Unidos, como hacen cada año cientos de centroamericanos. «Me subí en el tren. Quería llegar al otro lado, pero ahí me detuve, ahí me quedé, y ya, pues pasó el tiempo». Con «ahí», Eugenio se refiere a la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California.

«Ahí» se quedó, agradeciendo que no pasara por secuestros y robos, como «otros paisanos». Comenzó a trabajar pintando autos, y sigue haciéndolo. También se convirtió en padre y su vida comenzó a tomar forma en un nuevo país. A la distancia, en Nicaragua, Narcisa del Socorro nunca dejó de preguntarse el destino de su hijo.

«No pude tener comunicación con la familia, por falta de conocimiento. Entonces casi no se me daba eso de internet, apenas ahora”, argumenta Eugenio Marcelino en las antiguas instalaciones del Senado mexicano, en la calle de Donceles, a donde acudieron este martes las madres de la Caravana, para plantear sus demandas.

El joven nicaragüense cuenta que cuando ya tenía algunos años en México, en 2008, comenzó a utilizar con más frecuencia internet, y entonces se las arregló para tener un intercambio de correos electrónicos con su madre. Ella recibió la información de un número de teléfono en Tijuana.

«Yo lo llamé pero las llamadas no me duraron mucho. Volví a perder la comunicación con él, y hasta ahora otra vez lo volvimos a hallar”, menciona Narcisa del Socorro.

Entonces, Narcisa llevó uno de esos correos electrónicos al Servicio Jesuita para Migrantes, en Nicaragua, para que le ayudaran a restablecer contacto. Además participó en 2012 en la Caravana de Madres Centroamericanas, portando el retrato de su hijo, con la esperanza de que alguien le ayudara con algún dato que le permitiera ubicarlo.

Un hombre, que el Movimiento Migrante Mesoamericano identifica como Roberto Alonzo Ackerman -del voluntariado jesuita de México, y que vive en Tijuana-, se dio a la tarea de buscar información sobre el muchacho.

«Hallaron a la exmujer de él, en Facebook, y así ella dio el número de teléfono”, dice Narcisa del Socorro. Entonces volvieron a hablar, en julio. Y pactaron verse cuando ella participara en la novena Caravana de Madres Centroamericanas. El reencuentro ocurrió el 7 de diciembre pasado, en Guadalajara, Jalisco.

«Estoy muy contenta, agradecida con Dios, por haber hallado a mi hijo vivo. Es un lugar muy peligroso, entonces yo me lo llevo a él, él va conmigo para Nicaragua”, dice.

Como ella, otras centroamericanas que buscan a sus familiares desaparecidos, y que participan en la Caravana, han insistido en que México está «dinamitado» por fosas clandestinas y secuestros de inmigrantes, con autoridades locales coludidas con grupos criminales.

«Sentí algo bien padre, bien bonito, es algo que jamás voy a olvidar, lo que hizo mi mamá por mí, de venir hasta acá», dice Eugenio Marcelino, agradecido con su madre, aunque anticipando una decisión que irá en contra de lo que ella quiere.

«Quiere que me regrese al país, pero yo tengo mi vida acá en Tijuana, tengo una bebita, y no la pienso dejar, ahora yo me pongo en los zapatos de ella…», dice. «Ahora lo que tengo pendiente es cómo hacerle con mis papeles, de cómo voy a hacerle para ser ciudadano mexicano».

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