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La Virgen, las críticas y el canal interoceánico

* Un proyecto con muchos entusiastas y otros tantos opositores, por considerar que encierra peligros no discutidos

En la capital, los nicaragüenses toman fotos de un altar con la Virgen María frente a un buque cisterna que navega por el lago más grande del país. Un cartel oficial atrás dice: «¡Virgen María, bendice al gran canal interoceánico!», informó la Ap.

Desde directivos de empresas en la capital hasta los pequeños pueblos por donde las mercancías se transportan a caballo, muchos nicaragüenses expresan confianza en que el canal, a un costo de 40.000 millones de dólares, será una realidad y traerá la prosperidad. El sistema universitario nacional anunció hace pocas semanas que creará títulos universitarios de metalurgia y administración de puertos, además de cursos del idioma chino.

Las críticas de expertos legales y ambientalistas de que el canal no es viable, de que dañará el medio ambiente y perjudicará al país han quedado prácticamente calladas debido a que el gobierno del presidente Daniel Ortega controla las principales instituciones de Estado y gran parte de los medios de comunicación. Por lo tanto, prácticamente no se escuchan las denuncias de la oposición de que Ortega está simplemente tratando de recabar apoyo para una reelección indefinida.

«Para mí el canal interoceánico va a ser un gran crecimiento para Nicaragua, para el presidente, y para el pueblo también», declaró Daniel Ellis, un estudiante de arquitectura de 19 años de edad y de la Costa Caribe, al posar frente a otro monumento oficial alabando el proyecto del canal.

En junio, luego de tres días de debate, la Asamblea Nacional, controlada por los sandinistas, aprobó el otorgamiento de la concesión a Wang Jing, un empresario chino con sede en Beijing, para construir un canal que supera tres veces el tamaño del Canal de Panamá, además de proyectos libres de impuestos, incluyendo puertos en las costas Pacífica y Caribe de Nicaragua, un oleoducto que atraviese el país, una vía ferroviaria para transportar carga, dos zonas de libre comercio y un aeropuerto internacional.

Según el acuerdo, Nicaragua recibirá 10 millones de dólares cada año por 10 años y gradualmente recibirá la soberanía del proyecto, obteniendo el 100% después de un siglo. Pero los pagos y el traspaso sólo pueden comenzar cuando el canal comience a operar. Bajo el acuerdo, Wang puede incluso dejar de construirlo.

Los críticos temen que esto dejará a Wang con una serie de negocios lucrativos libres de impuestos, y a Nicaragua sin garantías de que el canal se construirá y de que obtendrá las ganancias relacionadas.

«Esta es una asombrosa entrega», opina Noel Maurer, un profesor de la Escuela de Administración de la Universidad de Harvard y un experto en temas relacionados con el desarrollo de Latinoamérica. «Es como si alguien dijera, toma todos estos privilegios y vete a construir algo».

En su opinión, «este es peor que el acuerdo del Canal de Panamá original, que de por sí no era un buen acuerdo y no era un acuerdo que Panamá firmó voluntariamente».

Manuel Coronel Kautz, un dirigente sandinista que administra la Autoridad Interoceánica, dijo que «el grado de confianza está dado por un interés de la nación de Nicaragua de ampliar las posibilidades de desarrollo y de abrir una enorme cantidad de fuentes de trabajo para un país empobrecido».

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