Sicarios antiguos y modernos
* Esta terrible forma de asesinato que asola a Centroamérica y que ha tocado tangencialmente a Nicaragua, nació en la antigua Judea o Palestina
Los sicarios y el sicariato no constituyen un problema en Nicaragua, pero se dice que en Centroamérica los cárteles mexicanos de la droga han fundado escuelas de este tipo en el sentido estricto de la palabra. Utilizan fincas adquiridas con dinero del narcotráfico donde entrenan a sus asesinos a sueldo en formas espantosas de eliminación.
No siempre los sicarios cobraron por quitarles la vida a otros, aunque siempre estuvieron al margen de la ley. Estos temibles sujetos surgieron en la Palestina bíblica ocupada por los romanos y pertenecían en su mayoría a un grupo conocido como “zelotes”, que llegó a liderar la resistencia contra el mencionado imperio.
El nombre de “sicarios” se deriva de que en sus misiones para matar utilizaban “sicas”, pequeñas dagas curvas que ocultaban entre su abundante y floja vestimenta a fin de acercarse impunemente hasta sus víctimas romanas, aunque se conoce que en su extremismo –como suele ocurrir- también “ajusticiaron” a presuntos traidores dentro de sus filas.
Era tanta la saña y brutalidad utilizada por los sicarios –se asegura que Simón Pedro, el apóstol de Cristo fue uno de ellos antes de seguir al Mesías- que Roma reglamentó su juicio y condena mediante la “lex Cornelia de sicariis et veneficis”, referida a apuñaladores y envenenadores.
Algunos de estos cuchilleros eran tan hábiles que después de cometido el apuñalamiento se quedaban al lado del cadáver llorando lastimeramente, para que creyeran que otro había sido el autor del atroz asesinato y escapar en medio de la confusión.
Estos asesinos –y el término como tal- se pusieron de moda en América Latina en Colombia tras la aparición de los cárteles de la droga en Cali y Medellín, pero sobre todo en este último donde su fundador y líder, Pablo Escobar, utilizó profusamente dicho método criminal a fin de sembrar el terror entre rivales y las autoridades policiales.
De Colombia los sicarios se establecieron en México con métodos más aterradores que los de sus predecesores sudamericanos, mismos que han impuesto en Guatemala, Honduras y El Salvador, donde son comunes los cuerpos destrozados sin el menor atisbo de piedad.
En estos tiempos modernos la sica fue sustituida por armas de fuego, aunque los instrumentos cortantes siguen utilizándose para dar un siniestro toque de horror a las ejecuciones que nada tienen que ver con las de la antigua Judea.
En Nicaragua, como decíamos al inicio de esta nota, los sicarios no constituyen un problema en sí, debido a que no existe en el país una estructura del narcotráfico que haya logrado establecerse a los niveles de como lo han hecho en países vecinos.
Sin embargo, eventualmente hemos sufrido los estragos de estos modernos verdugos, algunos de los cuales han ingresado desde otras naciones a ejecutar a grupos rivales que les han “tumbado” droga, o a miembros de su propia gente que les ha quedado mal en algún envío.
Barrabás, el asesino cuya vida fue perdonada por Poncio Pilato a cambio de la de Jesucristo, favorecido por una presunta costumbre judía de la Pascua, sería en realidad un líder político de la defensa palestina, es decir, un sicario que defendía a su Patria. Vale decir que este episodio del canje de vidas, para muchos expertos no existió.