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Roya acabará con 90 mil empleos

cafe en La Concha Javier hunter* Lo que preocupa en Europa, principalmente, no es sólo la reducción del volumen de exportación y el consecuente encarecimiento de los precios, sino principalmente la situación de inseguridad alimentaria a la que la epidemia arrastrará a miles de familias de las zonas cafetaleras.

Óscar Gómez

No es difícil encontrar café nicaragüense en España, pero no es barato. Considerado un producto de primerísima calidad, una libra de café molido cien por cien arábica, con tueste suave para respetar los sabores naturales, puede rondar los seis euros (el equivalente a 180 córdobas). Y el precio podría subir considerablemente durante los próximos meses, como consecuencia de la plaga de roya que viene afectando de forma considerable durante las últimas cosechas a las plantaciones de las zonas productoras.

Pero algo poco conocido por el sibarita comprador de un café con poco arraigo comercial en el mercado español, en el que las estrategias de marketing del café colombiano le han llevado a convertirse en icono del producto exportado, es que tras el principal problema con el que cuenta el responsable del aportar más de quinientos millones de dólares al producto interior bruto nicaragüense se esconde también una auténtica tragedia para miles de familias de las zonas cafetaleras.

Estudio de impacto

Pero la situación humanitaria en la que va a derivar la crisis de la roya comienza a ser conocida, a raíz de la publicación de un informe elaborado por Acción Contra el Hambre – España y ACF International con el apoyo de la Unión Europea, en el que se realiza un diagnóstico de la vulnerabilidad de las familias altamente dependientes del café en los departamentos de Jinotega, Nueva Segovia y Madriz.

Para director regional de la organización humanitaria para América Central, Alejandro Zurita, «hasta ahora, la discusión de los efectos de la roya en Centroamérica se ha centrado prioritariamente en los ámbitos agronómicos y económicos. Con nuestro estudio estamos aportando información concreta sobre los efectos que la roya tiene en la seguridad alimentaria de las familias vulnerables que dependen del empleo que genera el café». Y ese nuevo enfoque supone que aumente el grado de concienciación social sobre el problema.

En términos cuantitativos, de cumplirse las predicciones del estudio basado en entrevistas con más de 350 familias de las zonas cafetaleras y también en encuentros con algunos de los grandes productores para determinar las condiciones de trabajo en las plantaciones, para la próxima cosecha se perderían más de 90.000 empleos temporales de jornaleros, de los 300.000 que la recolección de café ofrece de media anual. La evidente merma de ingresos para los núcleos familiares supondría que muchos de ellos pasarán a descender el umbral de la pobreza, incurriendo en un severo riesgo de malnutrición, con consecuencias especialmente devastadoras en la infancia, debido a que la falta de nutrientes compromete el desarrollo físico e intelectual del individuo. El responsable regional de Acción Contra el Hambre, traduciendo a cifras la situación asegura que el estudio ha logrado identificar que «en tiempos normales, las familias de jornaleros viven en promedio con aproximadamente 20 a 25 córdobas por persona al día, mientras que hoy lo hacen con apenas 14 a 17 córdobas, es decir, han pasado, en promedio, de la pobreza a la extrema pobreza».

¿Por qué se produce la epidemia?

 

roya finca de La Concha javier hunter

Se estima que la roya apareció por primera vez en Centroamérica hace poco más de treinta años, por incidencia del hongo Hemileia vastatrix que anida como parásito en las hojas de la planta e impide el proceso de fotosíntesis, con lo que se debilita y hace que el grano caiga antes de su etapa de recogida. Los efectos más devastadores que se conocen de la epidemia en otros países productores de café se remontan a mediados del siglo XIX, cuando el hongo acabó durante más de un decenio con la totalidad de la producción en la isla de Ceilán, actual Sri Lanka. El hongo afecta a prácticamente todas las variedades de café excepto a la robusta, que se muestra inmune a su incidencia, y es especialmente agresivo con la variedad arábica.

Según las investigaciones realizadas sobre el terreno por Acción Contra el Hambre, la problemática actual de la afectación de la roya en Nicaragua no son de naturaleza coyuntural, sino estructural, y motivada por la ausencia de un correcto mantenimiento de las plantaciones, en que su mayoría superan los cincuenta años de antigüedad. En concreto, el exceso de sombra y humedad de estas explotaciones cafetaleras son las que crean unas condiciones óptimas para la propagación del hongo.

Además, la debilitación de las plantas favorece otra enfermedad, la antracnosis, que ataca directamente al grano, haciendo que se ennegrezca y, cuando menos, se reduzca la calidad de los mismos, como ya ha venido constatando también la organización ACF-Internacional en su estudio agronómico del problema.

Como métodos de prevención y control de la plaga se vienen utilizando productos fungicidas basados en los sulfatos de cobre, y como alternativa para obtener un producto orgánico se han realizado numerosos ensayos de control biológico, es decir, introduciendo en la plantación un depredador del hongo que produce la enfermedad, que en este caso sería otro hongo.

Mirando al futuro

«El gobierno de Nicaragua conoce y está consciente del problema, y está trabajando arduamente en soluciones a largo plazo, que permitan tener cultivos de café más resistentes a la roya», asegura Alejandro Zurita, en su convicción de que atajar la incidencia de la plaga sobre la producción de café supone un trabajo de años, y no únicamente una actuación de emergencia.

También es esa la estrategia de la organización para solventar la complicada situación de emergencia humanitaria que la crisis de la roya está generando. En ese sentido, el informe de Acción Contra el Hambre, en colaboración con la Unión Europea habla de tres fases de actuación en la que también deberían implicarse las autoridades locales y la iniciativa privada: una primera fase de emergencia, en la que se distribuyeran alimentos e incluso dinero en efectivo en las zonas afectadas; una etapa de adaptación de las familias, en la que se pusieran en marcha medidas para frenar el descenso de sus reservas de granos básicos, y una tercera fase de desarrollo para acabar con el problema de pobreza estructural de estos núcleos de población, formando y apoyando a sus integrantes para que diversifiquen sus fuentes de ingresos.

Para implantar ese programa de actuación, se hace necesario elevar el grado de conocimiento y concienciación internacional del problema. La Unión Europea, a través su oficina de Ayuda Humanitaria y Protección Civil ha sido, hasta ahora, la agencia internacional que mayor interés ha mostrado en esta situación que viven las familias dependientes del café en Centroamérica. Sin embargo, se hace muy difícil competir por fondos de ayuda humanitaria teniendo varias crisis humanitarias de envergadura en otras partes del mundo, tales como existen actualmente en Siria, Filipinas, Congo, Sudan, Somalia, o Sahel. «Ver las crueles imágenes de Siria obviamente impacta más a la opinión pública europea que el hecho que algunos campesinos/as de Nicaragua que han perdido su trabajo como jornaleros», sentencia Zurita.

La pobreza como destino

Paradójicamente la dimensión social del problema de una epidemia sobre el cultivo que reporta a Nicaragua más de quinientos millones de dólares anuales como consecuencia de la exportación revela aspectos dramáticos de su incidencia sobre los sectores más pobres de la población. Así lo reconoce también el máximo responsable del estudio de Acción Contra el Hambre: «Cuando realizamos diagnósticos para conocer el impacto de algún desastre, los resultados siempre son los mismos: los más afectados son los más vulnerables, que viven en permanente multiafectación, es decir: a su situación de pobreza estructural se suma con una recurrencia cada vez mayor los efectos de una catástrofe natural».

Por ello, tal vez el hecho de que el año próximo sea más difícil encontrar un buen café nicaragüense en Europa, o que haya que pagar dos o tres euros más por libra para adquirirlo, tenga como posible beneficio para quien no pudo alimentar adecuadamente a su familia que la comunidad internacional haya tomado mayor conciencia sobre un problema arcaico, de índole estructural y que arraiga la pobreza en zonas agrícolas que no han conseguido encontrar el camino hacia su propio desarrollo.

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