Latinoamérica envía semillas nativas para bóveda mundial
* Son una “copia de seguridad” de simientes de todo el planeta a fin de proteger suministro global de alimentos ante amenazas naturales o provocadas por el hombre
Variedades silvestres de semillas de arroz, trigo, maíz, frijol, batata dulce y papa originarias de Latinoamérica forman parte de un nuevo cargamento de casi 20.000 semillas de interés alimenticio enviadas a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en Noruega.
Este depósito subterráneo funciona como ‘copia de seguridad’ de semillas de todo el mundo, a fin de proteger el suministro global de alimentos de las amenazas naturales y aquellas provocadas por el hombre.
«Los parientes silvestres de cultivos domesticados a menudo presentan rasgos como tolerancia al calor y la sequía, y resistencia a enfermedades y plagas. Se necesitarán estos rasgos para ayudar a los agricultores a adaptarse al estrés que se intensificará por el cambio climático», señala el comunicado emitido el 26 de febrero por el Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos, organización que coordinada el proyecto de la bóveda.
Las instituciones latinoamericanas que participaron fueron el Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT, México), el Centro Internacional de la Papa (CIP, Perú) y la Corporación de Investigación Agrícola de Brasil (EMBRAPA).
«CIMMYT y CIP ya han enviado semillas anteriormente. Los cultivos que ellos conservan como el trigo, el maíz, la papa y la batata son importantes para la seguridad alimentaria en América Latina. EMBRAPA también está haciendo importantes contribuciones a la seguridad alimentaria en África», explica a SciDev.Net Luigi Guarino, científico del Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos.
El cargamento que arribó a Svalbard contiene 195 variedades de papa silvestre y 61 variedades de batata dulce silvestre, cuya conservación es una medida de precaución dadas las hipótesis que sugieren una posible extinción de 13 variedades de papa para 2050.
Por su parte, el CIMMYT envió teosinte, pariente silvestre del maíz actual y considerado su antepasado directo. También arribaron 500 muestras de frijol común, que forma parte de la dieta cotidiana en muchas zonas de Brasil.
«Es una forma de asegurar el futuro, pero no es la única manera, porque también se puede apostar por la conservación in situ. Tenemos que apostarle a lo que está allá afuera e intentar mantener los mecanismos que aseguran su conservación. Por ejemplo, la vida campesina ha permitido que [esos cultivos] hayan ido evolucionando con el tiempo», comenta a SciDev.Net Francisca Acevedo, coordinadora de análisis de riesgo y bioseguridad de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad en México.
La investigadora agrega que a la conservación en bancos de germoplasma se deben sumar los campos de cultivo al aire libre, “porque éstos últimos siguen evolucionando, cosa que no sucede con las muestras que se conservan fuera de sus hábitats naturales”. Además, propone garantizar que las especies domesticadas y las silvestres reciban la misma atención.