Sonda aterrizará en cometa
* El aparato europeo ‘Rosetta’ llegará en agosto a 67P/Churyumov-Gerasimenko y, en noviembre, su módulo ‘Philae’ se posará en ese cuerpo celeste
La sonda europea ‘Rosetta’ está a punto de llegar a su destino: el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Después de diez años de viaje, se encuentra a sólo unos 165.000 kilómetros de su objetivo, menos de la distancia que separa la Tierra y la Luna.
En agosto, llegará al cometa y, en noviembre, su módulo ‘Philae’ se posará en la roca, de unos 4 kilómetros de diámetro. «El cometa está ahora casi a nuestro alcance y enseñándonos a esperar lo inesperado», ha dicho Holger Sierks, investigador de la misión y del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar.
‘Rosseta’ despegó el 2 de marzo de 2004 y, después de pasar tres veces cerca de la Tierra y una de Marte para ganar velocidad, entró en hibernación el 8 de junio de 2011. Estuvo dormida 957 días -estableció un récord-, hasta que despertó el 20 de enero pasado. Y en mayo empezaron las maniobras de aproximación a 67P/Churyumov-Gerasimenko, cuando se encontraba a unos 600.000 kilómetros del cometa (la Luna está a unos 400.000 kilómetros de la Tierra).
Los cometas se consideran una especie de cápsulas del tiempo. «Como son los objetos más primitivos del Sistema Solar, contienen información esencial acerca de nuestros orígenes. Su composición química no ha cambiado mucho desde su formación.
Por lo tanto, refleja la del Sistema Solar cuando era muy joven y todavía ‘inacabado’, hace más de 4.600 millones de años. Al orbitar el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y aterrizar en él, ‘Rosetta’ nos permitirá reconstruir la historia de nuestro vecindario espacial», explica la Agencia Espacial Europea (ESA) en la página de la misión.
Presupuestada en 1.300 millones de euros, ‘Rosetta’ es la misión más ambiciosa de la ESA. La sonda mide 2.8 x 2.1 x 2.0 metros, tiene dos paneles solares de 14 metros de longitud, pesaba al despegar -llena de combustible- 3.000 kilos y lleva once instrumentos.
‘Philae’ pesa unos 100 kilos, está equipada con otros nueve instrumentos y, cuando aterrice en el cometa, se agarrará al suelo con una especie de arpones. Mientras el móculo tome muestra de la roca en su superficie, ‘Rosetta’ la fotografiará, tomará partículas de polvo y gas, y las analizará. Todo eso a unos 600 millones de kilómetros del Sol, cuatro veces la distancia que separa a la Tierra de la estrella.
En abril, la nave de la ESA detectó que el cometa tenía coma, la nube de gas y polvo que suele generarse alrededor del núcleo de estos objetos según se acercan al Sol, debido a la sublimación del hielo y el gas que escapa de su interior.
Sin embargo, en las últimas imágenes, ya no se ve la coma. «Después de su despertar a finales de abril, las fotos muestran que el cometa ha vuelto a descansar», dice Sierks. Según Matt Taylor, científico de la misión, esa variabilidad «demuestra definitivamente que el cometa tiene personalidad».
La maniobras finales de aproximación comenzarán el 6 de agosto, con ‘Rosetta’ a menos de 100 kilómetros de 67P/Churyumov-Gerasimenko. Ahora, el cometa de 4 kilómetros es un pixel para la cámara de la nave, pero, a principios de julio, ocupará cinco y, un mes después, quinientos.