Rss Feed Tweeter button Facebook button Youtube button
|

La Inquisición Silenciosa empieza a difundirse

Dra. Carla Cerrato, gineco-obstreta nicaragüense.

Dra. Carla Cerrato, gineco-obstreta nicaragüense.

Nueva York.- No son los años 50 en el Reino Unido, sino en pleno siglo XXI en Nicaragua donde una mujer, la doctora sandinista Carla Cerrato, como si fuera la Vera Drake que popularizó la película de Mike Leigh, antepone la vida de sus pacientes a la ley de su país en el documental «A Quiet Inquisition» (La Inquisición Silenciosa).

Dirigido por la hispanoitaliana Alessandra Zeka y la neoyorquina Holan Sabrina Kahn -ambas pasaron seis años de viajes a Nicaragua para entrar en el día a día de la protagonista en medio del giro del país hacia la prohibición del aborto terapéutico-«A Quiet Inquisition» comienza ahora la difusión de una pequeña historia tras un exitoso paso por el festival Human Rights Watch, en Nueva York.

«Queríamos enfocar la película en un planteamiento de derechos humanos, por lo que estrenarla en este festival nos ha venido genial. Queremos salir de la polémica del aborto sí o aborto no y poner el foco en el punto legal. Pensamos enseñar qué pasa cuando se corta la posibilidad de que la mujer pueda tener a un aborto terapéutico y cómo eso afecta a toda la sociedad», dice a Efe Zeka.

«A Quiet Inquisition» es su sexta película y encierra un debate que afecta a todos: el de la pérdida de derechos y el del posicionamiento ciudadano ante la misma.

«Queremos que la gente reciba la película como una historia económica, educativa. Que se entienda lo importante que es la educación sexual de los chavales, cómo es la pobreza lo que lleva a la emergencia… Salir de la polémica blanco y negro del aborto y preguntar al público, ¿qué ocurriría si esto sucediera en tu país?», afirma la cineasta.

Y todo ello huyendo de «activistas y bustos parlantes» o de las víctimas directas que aparecerían en un documental al uso, para mirar desde la cotidianeidad de una mujer afín al régimen pero que ve cada día las consecuencias de una decisión política en su hospital.

Zeka y Kahn leyeron hace ocho años un artículo del New York Times sobre El Salvador, como ejemplo de país donde el aborto está prohibido sin la excepción terapéutica, pero tras varios intentos infructuosos por conseguir narradores de esta historia allí, acudieron a Nicaragua.

Allí, el presidente Daniel Ortega, para asegurarse la victoria electoral en 2006, se alió con la Iglesia Católica y ofreció como moneda de cambio ilegalizar el aborto incluso en los casos más extremos, tales como riesgo de vida para la madre o violación, quitando a las mujeres un derecho más que establecido en la sociedad nicaragüense.

Una vez allí, donde estuvieron yendo y viniendo entre 2007 y 2013, las directoras descubrieron la historia de la doctora Carla Cerrato, «que es sandinista, que apoya al gobierno, pero que tiene que luchar por ver cómo reconcilia tener que cambiar su juramento hipocrático de salvar vidas con la nueva situación, en la que están muriendo las mujeres», describe Zeka.

«Pasamos horas y horas en urgencias, con las mujeres, con los trabajadores de la cocina, para que nos conocieran, y nos dieran acceso y no se pusieran en alerta. Durante años he fomentado una relación con el microuniverso de ella», relata la directora, que abordó en anteriores filmes temas como los eunucos en la India (en «Harsh Beauty»), o el síndrome de Down en «Two Special Brothers».

Y en esos seis años fueron registrando la duda moral, la decepción de la doctora hacia «su comandante», como llama ella a Ortega, y la necesidad de poner un fin a la pieza artística mientras la vida, inevitablemente, no tiene finales cerrados».

Porque, como recuerda Zeka, «durante este tiempo Daniel Ortega ha cambiado la ley del país y puede presentarse a las elecciones de nuevo, así que es posible que la situación cambie y no a mejor».

Archives

Recently Commented