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El futuro de las ciudades

cityRubén Aguilar Valenzuela

El desarrollo de nuevas formas de pensar es una consecuencia natural de la alta densidad poblacional, siempre y cuando se tengan las condiciones adecuadas para ello que incluyan espacios públicos en los que las personas puedan interactuar y la cultura pueda prosperar, y se tenga un etos democrático que reciba de buen agrado y aliente la participación del público, plantea Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía.

La mayor parte de los poco más de 7,000 millones de habitantes que tiene el planeta viven en ciudades y para el 2050 lo hará el 75 % de los mismos, plantea Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, en el recuento que hace del Foro Urbano Mundial que se realizó en Medellín, Colombia, mismo que apareció en junio dentro en la sección Negocios de El País, donde publica con regularidad.

Él plantea que “a lo largo de todo el mundo, las ciudades son a la vez la ubicación y el centro de los principales debates de la sociedad, y eso ocurre por una buena razón. Cuando las personas viven en espacios reducidos, ellas no pueden evitar confrontarse con problemas sociales de gran importancia, como, por ejemplo, la creciente desigualdad, la degradación del medio ambiente y la inversión pública inadecuada”.

Las ciudades, asegura Stiglitz, deben ser planificadas porque “sin planificación e inversión pública en infraestructura, sin transporte público, sin parques y sin el suministro de agua potable y saneamiento básico, las ciudades no serán habitables. Y son los pobres quienes inevitablemente sufren más por la ausencia de dichos bienes públicos”.

El Foro concluyó que se deben crear zonas urbanas en las que las personas que las habitan puedan prosperar e innovar y Stiglitz añade que “no es casualidad que la Ilustración -que a su vez condujo hacia los más rápidos y más grandes avances de la historia de la humanidad en cuanto a mejorar las condiciones de vida de las personas- se hubiesen desarrollado en las ciudades”.

En la versión del Nobel de Economía “el desarrollo de nuevas formas de pensar es una consecuencia natural de la alta densidad poblacional, siempre y cuando se tengan las condiciones adecuadas para ello, condiciones que incluyen espacios públicos en los que las personas puedan interactuar y la cultura pueda prosperar, y se tenga un etos democrático que reciba de buen agrado y aliente la participación del público”.

El Foro también planteó la necesidad de lograr un desarrollo que sea sostenible en términos medioambientales, sociales y económicos. Según Stiglitz “todos estos aspectos de la sostenibilidad están entrelazados entre sí y son complementarios, y las ciudades proporcionan el contexto en el que todos ellos se presentan con mayor claridad”.

El mayor obstáculo para la sostenibilidad es la desigualdad y “nuestras economías, nuestras democracias y nuestras sociedades pagan un alto precio por la creciente brecha entre ricos y pobres. Asimismo, en muchísimos países es posible que el aspecto que siembre más cizaña en relación con la cada vez más amplia brecha de ingresos y riqueza sea la profundización de la desigualdad de oportunidades”.

El Nobel de Economía subraya la idea de que “teniendo en cuenta la parálisis política que aflige a muchos Gobiernos nacionales alrededor del mundo, las ciudades con visión de futuro se están convirtiendo en faros de esperanza” y asegura que si bien existen límites para lo que puede hacerse a nivel local las ciudades pueden y deben “proporcionar servicios públicos de alta calidad para todos, independientemente de los ingresos que las personas pueden tener”.

Stiglitz termina su recuento del Foro Urbano Mundial señalando que éste “ha demostrado que esto no es solamente una quimera. Es posible vivir en otro mundo, solamente necesitamos de voluntad política para lograrlo”.

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