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La Selva Negra de Nicaragua

Selva NegraUno de los secretos mejor guardados del país americano es este oasis de tranquilidad y frescor entre montañas, cincelado a golpe de cabañas en las que alojarse. Fundado por un grupo de alemanes a mediados del siglo XIX, sirvió para desarrollar la industria cafetera de la zona.

Javier Mazorra
El Mundo

A unos 150 kilómetros al norte de Managua, en medio de las montañas que hacen frontera con Honduras, se encuentra uno de los secretos mejor guardados de Nicaragua: Selva Negra. Un oasis de tranquilidad y frescor que contrasta con las altas temperaturas y el bullicio que caracterizan a muchas de las ciudades de esta parte de Centroamérica. El lugar perfecto donde descansar unos días después de haber recorrido el país.

La primera impresión que se recibe al llegar no puede resultar más curiosa. Al final de una vertiginosa carretera, entre cafetales y multitud de plantas tropicales, aparece un pueblecito que parece salido de un cuento de hadas. Y en realidad, de alguna forma lo es. Sus fundadores llegaron de Alemania a mediados del siglo XIX para desarrollar la industria cafetera del país, llamados por el gobierno de aquella época pero quisieron que el lugar fuese una prolongación soñada de su propio país.

Sus actuales dueños fueron incluso más allá, intentando reproducir en medio de este shangri-la, uno de esos pueblos que aparecen en las maquetas de trenes en miniatura. Aunque la verdadera originalidad de esta Selva Negra es que cualquiera, sea cual sea su presupuesto, puede disfrutar de este pequeño paraíso. En realidad, este pueblecito está formado por múltiples edificios que son distintos tipos de alojamientos.

Desde el chalet más sofisticado al dormitorio de albergue que puede alojar hasta ocho personas, pasando por deliciosos bungalows con el techo recubierto de hierba. Al mismo tiempo están las casas de los miembros de la familia propietaria y las viviendas de las familias que trabajan, tanto en el complejo hotelero como en las explotaciones agrarias y en el cafetal. El centro neurálgico es el restaurante, el punto de encuentro imprescindible de esta pequeña comunidad donde también abundan los animales, incluidas varias familias de patos y gansos.

Todo ello alrededor de un inmenso estanque que sirve de frontera entre el bosque primigenio envuelto en nubes y las zonas cultivadas, rodeadas por frondosos jardines. Allí, en cualquier momento se puede hablar con algún miembro de la familia Kühl, que lleva regentando Selva Negra desde 1975 para profundizar en su filosofía de la vida, en la historia del lugar y de estas familias alemanas que se vinieron a esta parte del mundo hace 150 años.

Actualmente quizás representan uno de los mejores ejemplos de economía sostenible, no sólo en Nicaragua, sino en toda Centroamérica. Aunque se proponen diferentes excursiones y visitas en la zona tanto a pie como a caballo o en 4×4, cualquier huésped es libre de seguir los senderos que atraviesan la propiedad y se internan en el paisaje circundante. A medida que se sube en altura, crecen las oportunidades de encontrarse con aves autóctonas y especies vegetales específicas de estas latitudes.

Nadie, sin embargo, debería irse de Selva Negra sin conocer cómo se produce el mejor café de Nicaragua. Tanto las cafetales, como lo que se conoce como Beneficio o centro de producción del café, se encuentran a poca distancia pero quien desee conocer todo el proceso tiene que visitar también el Museo del Café nicaragüense y otras dependencias donde se produce el secado en el entorno de Matagalpa donde el clima es mucho más seco.

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