El Papa y el terrorismo islámico
En su visita a Turquía, el Papa Francisco avaló que la comunidad internacional use la fuerza para detener a los terroristas del Estado Islámico y sostuvo que es lícito, siempre que se respete la ley internacional, detener una agresión injusta.
Rubén Aguilar Valenzuela
El Papa Francisco en el vuelo de regreso a Roma, después de la visita a Turquía el pasado noviembre, reveló a los periodistas que al presidente turco Recep Tayyip Erdogan le había dicho que “los líderes académicos, religiosos, intelectuales y políticos del islam deben condenar claramente el terrorismo fundamentalista. Tenemos necesidad de una condena mundial por parte del islam que diga: ¡No, el Corán no es esto!”
La condena al terrorismo del autoproclamado Estado Islámico (EI) fue un tema central de la visita del Papa a Turquía, país que ahora acoge a dos millones de refugiados sirios, miles de ellos cristianos. Los fundamentalistas del EI en Siria e Irak han asesinado y obligado a huir de su tierra, que habitan desde hace cientos de años, a los cristianos, a los yazidíes y también a los musulmanes chiítas que no comparten las posiciones extremistas del islamismo sunita, que ellos dicen profesar.
El Papa en su vista a Turquía dijo que “arrebatar la paz a la gente, cometer cualquier acto de violencia, o consentir esos actos, especialmente cuando van dirigidos contra los más débiles e indefensos, es un pecado profundamente grave contra Dios” y añadió que “la terrible situación de los cristianos y de todos los que sufren en Medio Oriente no sólo requiere de la oración constante, sino también de una reacción apropiada de la comunidad internacional”.
De forma inusual y muy clara, el Papa avaló que la comunidad internacional use la fuerza para detener a los terroristas del EI y sostuvo que es lícito, siempre que se respete la ley internacional, detener una agresión injusta. Pero añadió que es necesario un compromiso concertado por parte de todos para activar recursos destinados no a la guerra, sino a “las otras batallas de la humanidad: la lucha contra el hambre y la enfermedad” y censuró “la mera respuesta militar”.
En su intervención ante el presidente turco, el Papa dijo que “es particularmente preocupante que, sobre todo a causa de un grupo extremista y fundamentalista, comunidades enteras, especialmente, aunque no solo, cristianos y yazidíes, hayan sufrido y sigan sufriendo violencia inhumana a causa de su identidad étnica y religiosa. Se los ha sacado a la fuerza de sus hogares, tuvieron que abandonar todo para salvar sus vidas y no renegar de la fe. La violencia ha llegado también a edificios sagrados, monumentos simbólicos religiosos y al patrimonio cultural, como queriendo borrar toda huella, toda memoria del otro”.
El presidente turco, sunita moderado, coincidió con el Papa y sostuvo que “el terrorismo es una rebelión contra Dios y, como musulmanes, rechazamos el extremismo y los baños de sangre” y Mehmet Goremez, responsable de la Diayanet, la máxima autoridad religiosa de Turquía, dijo que si bien “los fundamentalistas que hablan en nombre de Dios son parte del problema” hay también otros responsables.
El Papa dejó en claro “que no se puede decir que todos los musulmanes son terroristas como tampoco se puede decir que todos los cristianos son fundamentalistas. En todas las religiones hay grupos”. El presidente turco y el líder de la Diayanet dijeron, su vez, que en el mundo hay una campaña contra el islam y que la identificación de su religión con el terrorismo “provoca islamofobia”.