Dos vidas distintas ligadas a una Nicaragua que prospera
María José García
El Correo de Andalucía
Llegó de turista a Sevilla para visitar la Expo y se quedó. Igor Iván Pérez tenía una imagen de España de ser un país moderno. Cuando llegó no le defraudó. Sin embargo, critica que en estos momentos se está perdiendo demasiado tiempo en politiqueo como sucede en cualquier otra nación de Latinoamérica. Además, le llama poderosamente la atención que la herida de la Guerra Civil, después de haber pasado tantos años, siga todavía abierta.
Antonio Macías Peral, diplomado en empresariales y entrenador nacional de Fútbol UEFA-PRO, es natural de Montellano. Toda su vida ha residido en Sevilla hasta que en septiembre se fue a vivir a Managua. Se muestra muy satisfecho con el trabajo realizado, por el éxito que ha tenido y por su repercusión. Califica a los nicaragüenses como personas sociables, llanas, trabajadoras y abiertas. Eso sí, les pone algún pero: son poco puntuales y, en general, tienen poca formación, aunque este fallo se compensa con «las ganas que tienen de aprender».
Sus historias
Sevilla, Nicaragua y el fútbol unen a Antonio Macías Peral (bético) y a Igor Iván Pérez (sevillista). El primero es un sevillano de Montellano con residencia hasta hace unos días en Managua, capital de Nicaragua, y el segundo es un nicaragüense natural de Estelí, una ciudad al norte del país, que ha echado raíces en Sevilla.
Antonio es el seleccionador nacional de fútbol femenino de Nicaragua. El pasado 15 de septiembre se trasladó al país centroamericano para trabajar en un proyecto solidario para formar a entrenadores y árbitros, asesorar a equipos de Primera División, crear escuelas de fútbol en las barriadas más marginales de la capital y constituir ligas de fútbol para adolescentes con el fin de prevenir la violencia. Esta aventura está auspiciada por la Policía Nacional de Nicaragua, la Agencia de Cooperación Internacional de la Junta de Andalucía y la Real Federación Andaluza de Fútbol.
Un trabajo que, según admite Antonio, le ocupa prácticamente todo el día, porque se emplea en él en cuerpo y alma: «Tengo muy poco tiempo libre y este lo he utilizado para hacer turismo y conocer algunas zonas del país».
Igor, sin embargo, está más que asentado en Sevilla. Está casado con una compañera de carrera que conoció en la Facultad de Comunicación de la Hispalense y tiene dos hijas, de 12 y 6 años. Este nicaragüense, que actualmente trabaja de técnico en la radio y televisión del Sevilla FC, llegó a la capital hispalense en el 92 para conocer la Expo tras ser invitado por un amigo de la familia. Su idea inicial era quedarse dos meses, pero los planes cambiaron y su estancia en Sevilla ya alcanza los 22 años.
La vida a Igor le dio un giro radical cuando aterrizó en España. Él estudiaba en su país ingeniería química, pero ya en Sevilla decidió cambiar de rumbo y cursar periodismo, «porque me gusta mucho la literatura y escribir, además de la música». Terminó sus estudios en la universidad y ha trabajado en varios medios de comunicación, «pero con la crisis, como dice la gente, me he tenido que reinventar y ahora ejerzo de técnico de radio y televisión».
Este periodista recuerda que cuando llegó a España el país estaba en pleno desarrollo y crecimiento, pero ahora muestra preocupación por la recesión que sufre. En cambio, según explica, Nicaragua está mejorando considerablemente su situación económica tras años de bloqueo. Asegura que ahora no tiene nada que ver con el país que él dejó.
Antonio coincide con Igor en que Nicaragua está creciendo a un ritmo bastante rápido, pero aun así dice que es un país poco desarrollado, con malas comunicaciones y pobreza. Además, se lamenta de que escasean los lugares lúdico-recreativos.
Aunque Antonio lleva poco tiempo en el país ya ha podido disfrutar de alguna de sus tradiciones como es la fiesta de La Purísima: «Montan unos altares espectaculares y sale toda la gente a la calle para visitarlos y cantar a la Virgen».
Ahora está en España, donde fue a pasar la Navidad y no sabe si regresará a Nicaragua. Todo depende de si el proyecto en el que ha trabajado hasta ahora se renueva otro año más. Admite que se traería a España tantas cosas para su «gente» que sería imposible que entren en la maleta.
Sin embargo, en los planes a corto plazo de Igor no se incluye regresar a Nicaragua, aunque no cierra la puerta por completo a esta posibilidad. Explica que dependerá de varios factores entre los que se encuentran el futuro económico o que sus hijas, que tienen la doble nacionalidad, decidan emigrar a su país de origen.