¿Se lo comió un caníbal?
Thomas Castroviejo
Stefan Rami y Heike Dorsch.
Stefan Ramin, un consejero ejecutivo de Hamburgo (Alemania) de 40 años, decidió en 2008 dar la vuelta al mundo en barco con su novia, Heike Dorsch, de 37 años. Era normal en él: a juzgar por su página de Facebook, le gustaba todo lo que tiene que ver con el mar y este prometía ser el viaje de su vida.
El mes pasado arribaron en Nuku Hiva. Allí, Stefan decidió probar una de las costumbres más arraigadas del exótico enclave: cazar cabras. Buscó a un guía de la zona, llamado Henri Haiti, y se adentró con él en el bosque. Heike quedó esperándoles.
Al cabo de unas horas, el guía volvió donde estaba ella y le anunció: «Ha habido un accidente; Stefan necesita ayuda». Pero, según ha declarado Heike, antes de que llegaran al bosque, Haiti la encadenó al tronco de un árbol y abusó sexualmente de ella. Tuvieron que pasar varias horas antes de que Heike pudiera escapar y alertara a las autoridades, que iniciaron una búsqueda intensiva.
El resultado pudo haber llegado la semana pasada, cuando dieron con restos de un cuerpo humano que había sido incinerado. Entre las cenizas había huesos, dientes y metal fundido, que podría ser el de sus empastes.
Nada apunta a que sea el de Rabin (eso le tocará a los científicos parisinos, que tienen ahora las cenizas), pero, según el agente a cargo del caso, José Thorel, «un fiscal ha dicho que lo más probable es que un caníbal asesinara a Rabin y luego se comiera partes de su cuerpo».
Añade el agente: «Las cenizas están esparcidas por varios metros cuadrados alrededor de la hoguera. En ellas vemos restos humanos y el lugar olía a carne quemada. Había ropa por toda la zona». Nadie, ni siquiera los militares que se han unido a la búsqueda, ha dado todavía con Haiti, por ahora el principal sospechoso y también presunto caníbal.
Sería la primera vez en la memoria reciente de esta pequeña isla, de 2.000 habitantes, que se diera esta práctica, muy común, eso sí, durante su larga historia.