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Evite el sobrepeso y la mala conducta: ¡Póngalos a jugar!

•          Estudio demuestra que el juego influye en el desarrollo integral del niño. Dos horas extra de actividad física a la semana, regulan peso y mejoran disciplina.

Estimular la actividad física en los niños mientras están en la escuela y en el hogar, ayuda a prevenir uno de los problemas de salud pública más preocupantes: la obesidad infantil. En los últimos años esta epidemia mundial ha llegado a cifras alarmantes: según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 43 millones de niños menores de 5 años obesos o con sobrepeso.

El problema está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en los centros urbanos. Según la organización, en estos países viven cerca de 35 millones de niños con sobrepeso.

Sin embargo, la obesidad y el sobrepeso, 2 males causados principalmente por el sedentarismo y una alimentación mal balanceada, son en gran medida prevenibles.

Niños más activos bajan de peso

Cada día se encuentra más evidencia que respalda los beneficios de la actividad física regular en adultos y en niños. El Dr. Edward Wollants y la Dra. Mirella Schoenberg de Wollants, del Centro de Nutrición y Dietas Wollants en El Salvador, realizaron un estudio sobre los beneficios de la actividad física recreativa no deportiva en niños expuestos a un ambiente de violencia.

Este estudio se realizó del 15 de enero al 15 de noviembre de 2009 en el Centro Escolar San Luis Gonzaga, que pertenece a una comunidad urbano marginal de los Bosques del Pino, departamento La Libertad en San Salvador.

Uno de los objetivos fue demostrar que con actividad física no deportiva, de carácter incluyente y permanente, se puede impactar positivamente sobre la talla (estatura), el peso corporal, el rendimiento académico y el perfil de interacción social, que son elementos clave en el desarrollo de los niños en edad escolar.

Para la investigación se trabajó con una muestra de 97 estudiantes de tercer y cuarto grado de escuela primaria, de ambos sexos, y con un rango de edades entre los 8 y 14 años. Los participantes se dividieron en 2 grupos: el Grupo Caso, que realizó actividades físicas adicionales por 2 horas semanales y el Grupo Control que no tuvo actividad física extra.

Uno de los principales hallazgos en los niños que hicieron actividad física regular, fue una significativa disminución en el peso corporal de los estudiantes con sobre-nutrición (sobrepeso u obesidad): mientras que en el Grupo Caso la sobre-nutrición se redujo en un 8%, en el Grupo Control solamente cayó un 1%.

Asimismo, más estudiantes dentro del Grupo Caso lograron un peso normal que los del Grupo Control (en una rata de 3 a 1).

Menos indisciplina

La actividad física adicional también tuvo impacto en los aspectos psicocognitivos de los evaluados. Los problemas emocionales eran comunes en los dos grupos, atribuidos al ambiente de incertidumbre en la comunidad que rodea a la escuela.

Gracias a las 2 horas adicionales por semana de juegos, los niños del Grupo Caso mejoraron su comportamiento, principalmente en las áreas de disciplina y socialización. Por ejemplo, al inicio del estudio, el 80% de los niños del tercer grado del Grupo Caso tenían problemas de indisciplina. Al finalizar la investigación, solamente un 17.24% de este grupo presentó problemas de indisciplina.

Otros problemas emocionales como la ansiedad y distracción se presentaron con menor grado en los niños del Grupo Caso.

Papel de los adultos

Un niño podrá ser activo en la medida en que tenga las condiciones para hacerlo. Los padres y los centros docentes juegan un papel fundamental para asegurar que el niño realice la actividad física que necesita.

Motivar a los niños a realizar actividades recreativas como montar en bicicleta o practicar un deporte de su agrado, por lo menos una hora diaria, contribuirá a que tengan un estilo de vida saludable. Es importante también considerar que el gasto de energía dependerá del nivel de intensidad de la actividad física.

Recomendaciones de la OMS

De acuerdo con la OMS, los niños suelen formarse a través de la observación y la adaptación, por lo que  el comportamiento de los padres es fundamental para su desarrollo integral. En consecuencia, los padres deben adoptar un estilo de vida saludable en el hogar y asegurarse que el niño realice suficiente actividad física.

¿Cómo pueden ayudar las escuelas?

•          Brindar clases diarias de educación física con actividades variadas.

•          Ofrecer actividades extracurriculares: deportes y programas no competitivos (por ejemplo, recreos activos).

•          Estimular la utilización de medios de transporte no motorizados para acudir a la escuela y a otras actividades sociales.

•          Ofrecer acceso a los estudiantes y a la comunidad a instalaciones adecuadas para la práctica de actividades físicas.

 

 

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