Canal de Panamá ante un futuro incierto
Rubén Darío Paredes
* “… el canal de Panamá enfrenta dificultades por el cambio climático, el fenómeno de El Niño y la insuficiencia de agua; la amenaza de otro canal multimodal por Nicaragua, y la novedosa optimización del canal de Suez…”.
Empiezo por narrar lo medular de una conversación que sostuve con el general Omar Torrijos en la ribera del río Coclesito, en 1977. Él era jefe de Gobierno y yo, coronel y titular del Ministerio de Desarrollo Agropecuario. Torrijos había instalado allá, un centro de operaciones, pionero y avanzado, que incluía una pista de aterrizaje, una radioemisora doméstica, escuelas, un centro de salud, una pequeña hidroeléctrica y la cría de 50 búfalos de agua, importados desde la isla de Trinidad y Tobago.
Eran parte de la infraestructura fundamental, en aquella avanzada que él concebía para el desarrollo integral–ordenado del litoral Atlántico del país, y expresaba con humorismo: “Encárguese usted, Paredes, como ministro, de la vertiente del Pacífico, que yo seré el ministro para el litoral Atlántico”.
Me dijo: “Nuestro Canal, del que el pueblo devenga su pan, salud y educación, pronto requerirá agua de los ríos más caudalosos que fluyen hacia el Atlántico y, lo antes posible, debemos modernizarlo”. Le preocupaba la situación, porque cada vez más se acentuaba la competencia por la demanda de agua que exigía el crecimiento de la población y el desarrollo de la industria, el comercio, el turismo y la producción agropecuaria versus la que necesitaba la vía para sus operaciones. Agua casi toda proveniente del viejo río Chagres, ¡nuestro Nilo!
Torrijos estimaba que sería una grave falta de visión o ausencia de estrategia para el desarrollo nacional incorporar el caudal de otros ríos, al margen de un plan maestro integral para todo el litoral Atlántico.
Hoy, 38 años después, el canal de Panamá enfrenta dificultades por el cambio climático, el fenómeno de El Niño y la insuficiencia de agua; la amenaza de otro canal multimodal por Nicaragua, y la novedosa optimización del canal de Suez, a un monto de 8 mil 500 millones de dólares (vía a nivel y sin los costos de operación de esclusas). Este compite con más ventajas, toda vez que la importación de mercancías y materias primas hacia y desde los países europeos, proveniente de Asia, Oceanía, Nueva Zelandia y Australia, es cautiva y obedece a razones prácticas y económicas de las navieras. A esto hay que sumar gran parte de los inventarios que se originan en Asia con destino a la costa este de Estados Unidos (New York), para cuyo transporte se prefiere la ruta mar Rojo, Suez, Mediterráneo, Gibraltar y el océano Atlántico. Ruta cada vez más transitada por las ventajas que ofrece la economía de escala, con los nuevos portacontenedores Suezmax de 240 mil toneladas, que cargan hasta 18 mil Teus (contenedor de 20 pies).
Son naves gigantescas de una nueva generación que, sospecho, no caben en las nuevas esclusas Post-Panamax, diseñadas para naves de hasta de 12 mil Teus. Esta realidad, que constriñe nuestro negocio, nos obliga a ser un canal de servicios de cabotaje en el continente. No obstante, seguirá siendo un buen negocio, siempre y cuando no incurramos en nuevos equívocos de contratación, como los que vemos para el desarrollo del juego de esclusas.
A la conclusión que quiero llegar es que el futuro del Canal podría verse seriamente amenazado. Por consiguiente, se mermarían los aportes económicos para sufragar o costear el desarrollo sostenido del país. Por eso busco alertar a nuestros gobernantes y a los administradores de la vía interocéanica.
Les sugiero hacer un alto y una revaluación del panorama mundial y las tendencias de este negocio de canales y megapuertos; analizar y aplicar correctivos frente a la escasez y competencia irreversible progresiva por el agua en Panamá–máxime hoy, con el efecto del factor del renacimiento del canal de Suez–, antes de decidir si nos arriesgamos en el cuarto juego de esclusas, y no utilizar los ahorros del pueblo para enriquecer a unos pocos en insensata inversión para construir un “elefante blanco”, como monumento a nuestra incapacidad y subdesarrollo intelectual, aupada por el interés de negocios de políticos oportunistas, y ante la posible impotencia o frustración de la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá.
Hoy pagamos muy caro el atraso de esta obra, tras sacrificar en el concurso de precios por el ensanche actual, el prestigio histórico, las experiencias en macroproyectos a nivel mundial y, sobre todo, el respaldo del Gobierno Federal de Estados Unidos, de la empresa símbolo y bandera Bechtel-Mitsubishi, por favorecer a Grupo Unidos por el Canal, S.A. y CUSA [Constructora Urbana, S.A.].
Por esto, es oportuno sugerirle, con respeto, al presidente, Juan Carlos Varela, que enfoque su atención en el contenido de la Constitución, en el título XV, Art. 325 que ordena: “El obligado referendo popular después de la sanción de los órganos Ejecutivo y Legislativo, para aprobar o no el proyecto del cuarto juego o hilera de esclusas”, tal como sucedió en el referendo convocado por el expresidente Martín Torrijos para que el soberano autorizara solo el tercer juego de esclusas, con el 76.8% de aprobación, el 22 de octubre de 2006.