Trabajadoras sexuales: derecho a ganarse la vida con su cuerpo
Antonia Calero Sequeira y Vanessa Cortez Bonilla*
“Cuando voy a la venta o al supermercado a comprar y pago, ahí no hacen diferencia con mi dinero, ni me preguntan cómo lo gané. Mi dinero vale tanto como el de cualquier otra trabajadora”.
De esta manera María Elena Dávila resume su derecho a ganarse la vida como trabajadora sexual. Ella es coordinadora de la Red de Trabajadoras Sexuales, RedTraSex, en Nicaragua, organización que tiene presencia en toda Latinoamérica.
El trabajo sexual en Nicaragua no está prohibido, pero tampoco está regulado por la ley; lo que sí está prohibido es obtener ganancia sobre el trabajo sexual que otra persona realice, a esto se le llama proxenetismo, a la persona que realiza ese delito se le conoce popularmente como chulo.
Qué es el trabajo sexual
El trabajo sexual es la actividad donde una persona adulta ofrece servicios sexuales a otra a cambio de una paga. Se refiere a la transacción entre dos personas adultas que negocian y acuerdan servicios sexuales con consentimiento de ambas partes y con términos acordados previamente.
Según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH y Sida, ONUSIDA, se define como profesionales del sexo a “mujeres, varones y transexuales adultos y jóvenes que reciben dinero o bienes a cambio de sus servicios sexuales, ya sea de forma regular u ocasional”.
Para María Elena el trabajo sexual es una opción de trabajo que debe ser elegida de manera libre: “Es la actividad en la cual yo he decidido que mi cuerpo sea mi herramienta de trabajo”, nos dice la líder. Yamileth García, de Jinotega, coincide al decir que “en el trabajo sexual soy yo la que elijo y nadie me obliga”. Nos aclara que si una persona menor de 18 años, es decir alguien que es adolescente realiza esta actividad, no se considera trabajo sexual, sino que esa chavala o chavalo es víctima del delito de explotación sexual comercial.
Estigma y discriminación
Las trabajadoras sexuales viven discriminación y el estigma de ser malas mujeres por salirse de los mandatos que la sociedad nos ha impuesto. “El hecho de cobrar por sexo es una transgresión al sistema que plantea que las mujeres deben hacerlo gratis y para satisfacción masculina y no para obtener un beneficio económico”, señala Bertha Massiel Sánchez en su investigación El Trabajo sexual en Nicaragua, realizada recientemente.
Esa discriminación y no contar con leyes que regulen su trabajo, las expone aun más a diversos tipos de violencia como persecución y acoso policial en algunos bares, night clubs, casinos y carreteras, nos dice Fanny Tórrez, de la organización Las Golondrinas, que aglutina a trabajadoras sexuales de Matagalpa, Jinotega y la Región Autónoma del Caribe Norte.
“Tenemos ejemplos concretos de violaciones a nuestros derechos por miembros de la Policía Nacional quienes hasta han decomisado los condones a compañeras trabajadoras sexuales como si cargarlos fuera delito”, denunció Fanny en un conversatorio realizado el mes pasado. “Se han dado registros y cateos sin ninguna orden judicial, llegando hasta a detenciones ilegales de compañeras alegando que son cómplices de trata de personas”, detalla la líder de las Golondrinas, quien agrega que como organización están en contra de la trata de personas y la explotación sexual de menores de edad.
Juntas y organizadas
La Asociación de Trabajadoras Sexuales Girasoles Nicaragua es otra organización que se fundó en el 2007 con el propósito de visibilizar y hacer respetar sus derechos ciudadanos, mejorar su calidad de vida e incidir en políticas públicas. Está conformada por trabajadoras sexuales de Managua, Masaya, Granada, Carazo, Rivas, León, Chinandega, Somotillo, Chichigalpa, Corinto, Estelí, Ocotal, Matagalpa, Jinotega y Chontales.
Su junta directiva la conforman lideresas de diversos municipios quienes en su localidad organizan talleres de capacitación, información y educación a otras trabajadoras sexuales. Por medio de la comunicación de pares, como le llaman, visitan a otras compañeras y les hablan de la organización y la importancia de unirse para hacer valer sus derechos.
El Ministerio de Salud, Minsa, calcula que en el país existen 14 mil 486 trabajadoras sexuales. En la RedTraSex están integradas 2 mil 360 trabajadoras sexuales, que a su vez pertenecen a otras organizaciones como la Asociación Girasoles y Las Golondrinas.
Pequeños pasos, grandes logros
Cada vez es más común que medios de comunicación y ciudadanía las nombren como trabajadoras sexuales, dejando atrás términos de prostituta, meretriz o la terrible frase “mujeres de la vida fácil”; es un logro que la RedTraSex valora de muy positivo, producto del trabajo que realizan para frenar la discriminación.
Otro paso importante se dio en julio del 2014, cuando el Ministerio de Salud, Minsa, emitió la Resolución ministerial número 671-2014 para garantizar atención de calidad a las trabajadoras sexuales en los servicios de salud pública y privada. Una resolución ministerial es una medida decretada por un ministerio y es de obligatorio cumplimiento, en este caso, ordena a los establecimientos de salud pública y privada promover y apoyar acciones orientadas a la erradicación de cualquier tipo de discriminación ya sea por orientación sexual, identidad de género, por tener VIH o por ser trabajadora sexual.
“Esta resolución manda que no nos señalen por el trabajo que hacemos y que seamos atendidas con respeto”, explica María Elena.
La Asociación Girasoles impulsó un proceso de capacitación para personal de ginecología, sicología, enfermería, laboratorio, guardas de seguridad, asistentes sociales y administrativos en centros de salud y hospitales en varios municipios de Managua y Masaya. Con la ayuda de una Guía de Buenas Prácticas hicieron conciencia al personal sobre las formas más frecuentes de discriminación, por ejemplo, ser tratadas como foco de infección de VIH, ofrecerles únicamente control ginecológico y de ITS, pero no otras atenciones médicas y el hecho de no respetar su privacidad.
“En varios centros (de salud) el personal nos decía que la discriminación se da por parte de los demás pacientes, las miran mal porque llegan de minifalda o tatuadas”, explica Ymogene Omier, Coordinadora Adjunta de la RedTraSex.
Ymogene agrega que saben de personal de salud que cuestiona por qué realizan trabajo sexual cuando son mayores de 40 años, sobre la cantidad de condones que llevan, “y las atienden de último a pesar de llegar temprano, o cuando van a recibir los medicamentos les dicen que no hay”.
Facilitadoras judiciales
Este año 18 trabajadoras sexuales fueron acreditadas como facilitadoras judiciales por la Corte Suprema de Justicia, CSJ. “La facilitadora judicial acompaña a las otras en el proceso judicial en caso de violencia o amenaza por parte de un cliente, o cuando tiene problemas de pensión alimenticia para sus hijos, esto ayuda a buscar una solución rápida”, explica María Elena.
Yessenia Alston es facilitadora judicial en Masaya y nos comenta que con su labor ha logrado que las autoridades policiales resguarden la seguridad de las trabajadoras sexuales. “En una ocasión hubo un cliente que quería forzar a una compañera, luego regresó para agredirla. Logramos que la Policía lo capturara”, dice Yessenia.
Para convertirse en una facilitadora judicial deben recibir capacitaciones sobre leyes y derechos humanos, violencia y género.
Las trabajadoras sexuales han analizado su situación como mujeres y ciudadanas de derechos. En la búsqueda de mejorar sus condiciones laborales y mejorar sus vidas, han elaborado una serie de propuestas tanto para el Estado como para la comunicad en general.
Demandas al Estado:
1. Reconocimiento del trabajo sexual autónomo.
2. Fin a la persecución, acoso y violación de derechos fundamentales a las trabajadoras sexuales por parte de algunos miembros y jefes de la Policía Nacional.
3. Que el Estado impulse políticas y programas sociales y económicos sin ningún tipo de estigma y discriminación por ejercer el trabajo sexual de manera autónoma.
4. Que la Policía cumpla con su misión de servicio a la población y nos brinde seguridad ciudadana y protección ante la violencia en todas sus formas.
5. Atención integral en salud sin ningún tipo de discriminación o estigma.
Demandas a la población en general:
1. Solidaridad con nuestras demandas y luchas por hacer un país libre de estigma, discriminación, prejuicios o mitos hacia las trabajadoras sexuales.
2. Luchar conjuntamente por un sistema social justo, libre de hipocresías y doble moral, que nos discrimina, condena y excluye.
La RedTraSex ha propuesto a los estados la regulación del trabajo sexual para garantizar y respetar los derechos humanos de las trabajadoras sexuales.
Contacto: María Elena Dávila, Coordinadora Nacional de la RedTraSex Nicaragua.• Dirección: Iglesia Pío X, 1 cuadra al sur, 1 cuadra abajo, Bello Horizonte, Managua. • Tel.2249 – 6032 Celular 8429-3834.
www.redtrasex.org
La RedTraSex está compuesta por organizaciones de Argentina, Belice, Bolivia, Chile y Colombia.
* Tomado de La Boletina.