El sicópata nica y su fogosa amante tica
* El pasado 14 de febrero Cupido se olvidó de las flechas del amor y exterminó con un cuchillo a una familia en Costa Rica. Sí, hubo pasión de por medio, pero el arquero es también hijo de Marte, el sanguinario dios de la guerra.
Es la actitud fría de un sicópata. Maycol Adrián Salmerón Silva, de 24 años, no parece sentir ningún remordimiento por la masacre de una familia que ejecutó a punta de cuchillo en Costa Rica. Actúa en el juicio como quien asiste a un aburrido seminario.
Un rostro inexpresivo refleja su total falta de empatía por los demás seres humanos. El 14 de febrero pasado, el Día de los Enamorados según el calendario comercial, Salmerón se convirtió en un demonio de la muerte y terminó con la vida de cinco personas, entre ellos tres niños.
Una cuarta menor de apenas cuatro años, sobrevivió a la furia homicida de este asesino masivo que se encontraba ilegal en el país vecino.
Ahora es tenebrosamente indiferente a su orgía de sangre. Los 30 años de cárcel que de seguro le esperan, no parecen preocuparle, aunque como buen cobarde que es, huyó de la comunidad de Santa Cruz, Matapalo, en Guanacaste, donde dejó su marca diabólica.
Ahora la Fiscalía de Nicaragua expuso las razones que adujo Salmerón para asesinar a la pareja compuesta por un norteamericano de 58 años y una costarricense de 39, además de tres de sus cuatro hijos de 12, 8 y 6 años.
El nicaragüense conoció a Yeimy Jessica Durán Guerra cuando ésta se había separado temporalmente de su esposo, Dirk Bouchamp, 19 años mayor que ella. Paradójicamente, se enamoró del que sería su asesino, 15 años menor.
Según lo trascendido en el juicio, Salmerón violó a la niña de 12 años antes de asesinarla, dejó apuñalada a una niña de cuatro años y abandonó en el sangriento escenario a la bebé de seis meses que había concebido con la costarricense.
El drama empezó a cocinarse en 2014, cuando el norteamericano Bouchamp fue víctima de una supuesta crisis emocional y financiera que motivó a su esposa tica a abandonarlo junto a sus hijos.
Ella regresó al seno de su familia en San José, donde conoció a Maycol Adrián, de quien se enamoró como una adolescente. La familia de la mujer no vio con buenos ojos dicha relación y la forzó a retornar junto a su marido en Guanacaste.
Pero no sería fácil separar a la nueva pareja. El nicaragüense se puso de acuerdo con la costarricense para engañar al norteamericano y lograron que fuera aceptado en la vivienda como un “desconocido” que llegó buscando como arrendar un cuarto.
Para entonces, Yeimmy estaba embarazada y dispuesta a jugársela en un peligroso triángulo amoroso que al final terminó con su vida y con la de su inocente familia.
Salmerón logró ganarse la confianza de Bouchamp al punto de que, aparte de la mujer, compartía tragos y alegría con éste. Pero todo era una farsa, los celos consumían por dentro al nicaragüense, que dentro de la relación era la quinta pata de la mesa.
Su forma de expresar la inconformidad que le roía el alma, fue tornarse violento con la embarazada mujer cada vez que consumía licor, lo que era frecuente. La amenazaba de muerte y ella solo atinaba a llamar a la Policía, que respondió a cada uno de sus llamados, sin embargo, el agresor siempre logró escapar a tiempo.
Las autoridades les aconsejaron que se fueran del lugar, lo que la pareja hizo junto a sus hijos, pero regresaron cuando hubo nacido la niña que la tica concibió con el nica. Faltaban pocos meses para la masacre, que no se detuvo pese a que el norteamericano reconoció como suya a la hija de los centroamericanos.
Los acontecimientos se precipitaron el 13 de febrero, cuando Salmerón entró furtivamente al hogar que había usurpado y encontró al gringo haciendo el amor con su esposa. El peligroso amante agredió a la mujer, que fue defendida por su marido, sin embargo, él también sufrió la violencia del atormentado hombre.
La costarricense llamó a la Policía y el nicaragüense escapó nuevamente, pero esta vez no iría tan largo. Se escondió cerca del lugar y al día siguiente cometió el terrible crimen masivo. La forma en que realizó su macabra tarea fue tan perturbadora, que es mejor no entrar en detalles.
Cupido esta vez atacó con un cuchillo y tiró a matar. Es hijo de la bella y sensual Venus, diosa del amor y la fertilidad, pero también de Marte, el dios de la guerra, el epítome de la violencia.