Tiempo político detenido en Nicaragua
Managua.- El reloj de la vieja Catedral de Managua todavía marca las 12:35 de la madrugada: es el recuerdo del demoledor amanecer del 23 de diciembre de 1972, cuando un terremoto dejó más de 10 mil muertos, arrasó con la capital nicaragüense y transformó, para siempre, el rostro de Nicaragua.
Tras el violento sismo, y luego de soportar dos guerras; varios huracanes y erupciones volcánicas; un maremoto; una dictadura familiar de derecha de casi medio siglo; una revolución comunista de más de 10 años y experimentos neoliberales y neorrevolucionarios (con otra familia al frente), el tiempo político parece detenido en Nicaragua, igual que el reloj de aquel viejo templo.
La situación política y socioeconómica de este país amenaza con retroceder y enfrentar un escenario de quiebre o ruptura, con una profunda crisis institucional. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega; su esposa, Rosario Murillo, y el resto de su familia con el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), son acusados por la oposición e instituciones de la sociedad civil nacional de haber ejecutado un fraude para ganar los comicios generales del pasado 6 de noviembre y lograr su reelección a un nuevo periodo de cinco años de gobierno, a partir de enero de 2012.
La sombra de la confrontación violenta vuelve a rondar sobre Nicaragua. Los nicaragüenses optaron por la vía armada en diversas épocas del siglo XX para combatir a la dinastía somocista, que se instaló con fuerza desde 1934 y hasta que en 1979 fue depuesta por una guerra de guerrillas encabezada por el izquierdista FSLN.
Y los vencidos del somocismo y otras fuerzas, con apoyo de Estados Unidos, volvieron a optar por la opción bélica para combatir al sandinismo en la década de 1980, hasta el fin de hostilidades en 1990, con la derrota electoral del FSLN.
“El riesgo de la violencia en este país es muy alto por su historia reciente de guerra”, advirtió el diputado y ex vicecanciller nicaragüense Víctor Hugo Tinoco. “En Nicaragua ha habido una historia de resolver diferencias políticas de manera violenta y eso es lo que se quiere evitar precisamente ahora. Estamos planteando con claridad: hay que movilizarse de manera pacífica y cívica, en forma permanente y sostenida”, dijo Tinoco en una entrevista con EL UNIVERSAL.
Tinoco, quien molesto con Ortega y su manejo político rompió a mediados del decenio de 1990 con el FSLN, admitió que la comunidad internacional está concentrada actualmente en otros focos de conflicto mundial. Pero alertó: “El problema de Nicaragua, aunque no tenga relevancia en términos de muertos, heridos y presos políticos, es un proceso que se puede desarrollar muy rápidamente. Y además Nicaragua está en el centro de Centroamérica, muy cerca de México, y México está muy cerca de Estados Unidos”.
“Creemos que la guerra y la violencia no son solución. Por eso decimos, la única salida es movilizarse pacíficamente”, subrayó. Mañana se someterán a su primera prueba, con una marcha de la opositora alianza multipartidaria formada en torno al Partido Liberal Independiente (PLI) y movimientos civiles para exigir al tándem familiar de los Ortega Murillo que convoquen a nuevos comicios, con vigilancia internacional. El periodista y empresario radiofónico Fabio Gadea Mantilla, candidato presidencial de la alianza PLI, se declaró vencedor y desconoció el triunfo de Ortega.
Intersección o choque
La oposición política, la Conferencia Episcopal, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE) y organismos no gubernamentales nicaragüenses denunciaron la falta de honestidad y de transparencia en los comicios.
El gobierno nicaragüense desconoció los informes —en especial el de la OEA— y aseguró que los comicios fueron honestos y limpios y reflejaron la voluntad popular. En un hervidero político y diplomático, también acusó a la OEA de unirse a un plan de la embajada de Estados Unidos en Managua y de la oposición para desestabilizar al país con denuncias de fraude, algo que la legación de Washington tachó de “carente de fundamento”.
El mapa de la crisis fue descrito en un informe post-electoral de la Conferencia Episcopal. “Urge recuperar el Estado de derecho, en donde el poder esté sujeto a la ley. Si no, no habrá avance democrático en Nicaragua y se estarán repitiendo continuamente errores del pasado, que podrán conducir al país a mayores divisiones, a enfrentamientos violentos y al retroceso económico y social”, puntualizó la cúpula católica.
En clara alusión a turbas de choque del FSLN, la jerarquía religiosa precisó: “Demandamos a las autoridades de policía y a cualquier otro grupo que se le respete al pueblo su derecho a movilizarse y a manifestarse pacíficamente. Rechazamos toda forma de agresividad y violencia”.
No obstante, los sandinistas ya alertaron que tienen capacidad de organizar sus fuerzas con rapidez para responder a la marcha opositora de este sábado. “El objetivo (de la marcha) es malsano porque no es bueno crear inestabilidad”, aseguró el diputado sandinista y dirigente sindical Gustavo Porras, en declaraciones a un telenoticiero local, para luego recordar que para movilizar al sandinismo callejero sólo se requiere de un “llamado en horas”.
José Meléndez/Enviado | El Universal de México