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El susurro del volcán

libelium* La empresa española Libelium participa en un proyecto en Nicaragua para ayudar a predecir erupciones a través de un sistema digital de detección temprana, que tiene instalados más de 80 sensores

Pocos fenómenos son tan espectaculares e impredecibles como las erupciones de los volcanes. Sin embargo, su actividad ha arrasado a lo largo de la historia núcleos de población y ha puesto en riesgo la vida de miles de personas. Ahora, los vulcanólogos han encontrado en el Internet de las Cosas (IoT, en sus siglas en inglés) una de las herramientas más útiles para monitorizar en tiempo real lo que ocurre dentro y fuera de los cráteres y, de esta forma, tratar de predecir erupciones.

Qwake, compañía que combina expediciones científicas innovadoras con proyectos de tecnología punta, confió en la compañía aragonesa Libelium para desarrollar una red de sensores inalámbricos en la Boca del Infierno, el nombre coloquial por el que se conoce al volcán Masaya de Nicaragua, uno de los más activos de Latinoamérica.

Solo en los últimos tres meses del 2008 arrojó ceniza y vapor alcanzando una altura de 2,1 kilómetros y ahora uno de sus cráteres cuenta en su interior con un lago de lava de 600 metros cuadrados que permite una visualización óptima del comportamiento del magma

Salvar vidas

El equipo de Qwake, encabezado por el explorador y el director de documentales Sam Cossman, el Gobierno de Nicaragua, Libelium y General Electric (GE) trabajó en verano del 2016 en este proyecto. La compañía aragonesa fue elegida en esta iniciativa para obtener información directa del cráter a través de un sistema inalámbrico de monitorización, capaz de recoger, transmitir y almacenar datos en tiempo real.

El director de ingeniería de Libelium, David Gascón, participó en esta expedición, que contó con un sistema de tirolinas que permitía descender de manera eficiente al propio equipo y al material. «Estamos encantados de contribuir en un provecto que salvará millones de vidas, no solo en Nicaragua, sino en proyectos de todo el mundo monitorizando otros volcanes», subrayó Gascón.

En concreto, se conectaron más de 80 de sensores para medir CO2, sulfuro de hidrógeno, temperatura, humedad y presión atmosférica. Las plataformas de sensores encapsuladas fueron selladas al vacío para protegerlas contra el calor dentro del cráter y también en las zonas cercanas al volcán. La temperatura donde colocaron la mayoría de los sensores estaba en torno a 65 grados, aunque en algunas partes del volcán se alcanzaban entre 426 y 537 grados.

El principal objetivo del proyecto ha sido construir un sistema digital de detección temprana para predecir las erupciones volcánicas. Esta información será utilizada por investigadores y científicos para construir una familia de «gemelos digitales» que simule digitalmente lo que ocurre en el interior del cráter. El objetivo final de este proyecto consiste en ofrecer un servicio público dando acceso a la población cercana al volcán y a los responsables públicos a tomar decisiones para permitirles experimentar con un volcán en activo en tiempo real.

Las herramientas analíticas predictivas basadas en la plataforma Cloud utilizan una combinación de los datos recabados tras más de 20 años de trabajo sobre el terreno en el volcán Masaya y la información obtenida por los sensores conectados a las plataformas que se instalaron en este proyecto. Todos estos datos ayudarán a anticipar crisis volcánicas y actuar de manera pionera como un Sistema de Alerta Temprana.

Fuente: El Periódico de Aragón.

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